«Al terminar la entrevista, me gustó hacerle una última pregunta, asegurándole que su respuesta quedaría entre nosotros. Este 9 de junio se están celebrando la Elecciones al Parlamento Europeo. Solo para nosotros dos: con su experiencia ¿A que partido votaría Vd.?».

MIGUEL SANCHIZ. (9 de junio de 2024). ¡Bienvenidos a una nueva edición de “La Entrevista Imposible»! Este domingo 9 de junio (2024) tenemos el honor de recibir a uno de los héroes más emblemáticos de la historia de España: Rodrigo Díaz de Vivar, más conocido como El Cid Campeador. Este legendario caballero medieval ha dejado una huella indeleble en la historia y la cultura de la península ibérica. A través de su vida, llena de hazañas y epopeyas, ha inspirado generaciones enteras y se ha convertido en un símbolo de valentía, honor y justicia. Muchas gracias, Rodrigo Díaz de Vivar, por compartir su tiempo y sabiduría con nosotros. Ha sido un honor escuchar su historia y aprender de sus experiencias. Por eso, al terminar la entrevista, me gustó hacerle una última pregunta, asegurándole que su respuesta quedaría entre nosotros. Hoy, 9 de junio se están celebrando la Elecciones al Parlamento Europeo. Solo para nosotros dos: con su experiencia ¿A que partido votaría Vd.?. (No copiaré la respuesta). Y cuando le recordé el día en que se convirtió en un guerrero mercenario durante su exilio, cómo se siente al respecto y cómo afectó su reputación, respondió: «Convertirme en un guerrero mercenario fue una necesidad más que una elección. En el exilio, tenía que mantener a mis hombres y demostrar que aún podía ser un líder valioso. Serví tanto a cristianos como a musulmanes, siempre manteniendo mi honor y lealtad personal. Mi reputación como líder y guerrero se fortaleció, y gané el respeto de muchos, incluso de mis enemigos».


La Entrevista Imposible de Miguel Sanchiz

Empecemos con un evento crucial en su vida: el Juramento de Santa Gadea. ¿Podría explicarnos qué ocurrió y cómo influyó en su relación con el rey Alfonso VI?. –El Juramento de Santa Gadea fue un momento muy tenso. Tras la muerte de Sancho II, su hermano Alfonso VI tomó el trono. Sin embargo, existían rumores de que Alfonso había tenido algo que ver con la muerte de Sancho. En Santa Gadea, como representante de la nobleza castellana, exigí que Alfonso jurara públicamente que no había participado en la muerte de su hermano. Esto ofendió profundamente al rey y sembró una desconfianza duradera entre nosotros. Alfonso nunca olvidó ni perdonó mi demanda de ese juramento, y aunque me mantuve leal a Castilla, nuestra relación nunca se recuperó del todo.


«Mi primer destierro en 1081 fue resultado de una combinación de factores políticos y personales»

¿Cómo afectó este incidente su carrera y su relación con la corte?. –Este incidente marcó el inicio de una relación difícil con Alfonso VI. Aunque continué sirviendo a Castilla y luchando por mi tierra, la sombra de Santa Gadea siempre estuvo presente. Alfonso veía en mí un rival potencial, y esto llevó a mi primer exilio. Sin embargo, en la adversidad encontré la oportunidad de demostrar mi valía y lealtad de nuevas maneras. ¿Cuál fue la razón de su primer destierro? –Mi primer destierro en 1081 fue resultado de una combinación de factores políticos y personales. Uno de los incidentes que contribuyó fue un conflicto con el rey Alfonso VI debido a la recaudación de parias (tributos) de los reinos taifas musulmanes en la frontera. Algunos nobles influyentes en la corte del rey Alfonso, que me veían como una amenaza debido a mi creciente poder y éxito militar, aprovecharon esta situación para envenenar aún más la relación entre el rey y yo. Aunque mis acciones eran en beneficio de Castilla, mis enemigos en la corte convencieron al rey de que mis actividades eran insubordinadas y contrarias a sus intereses. Alfonso, influenciado por estos nobles y resentido por el Juramento de Santa Gadea, decidió desterrarme.

Escenas de la vida de El Cid

¿Podría describir su experiencia y logros más destacados durante su tiempo como mercenario? –Durante mi tiempo como mercenario, serví a varios señores musulmanes en la península ibérica. Una de mis victorias más notables fue en la batalla de Tévar, donde derroté a los condes de Barcelona. Estos éxitos no solo aseguraron mi supervivencia sino que también consolidaron mi fama y la de mis hombres como fuerzas formidables en el campo de batalla. ¿Qué sentimientos albergaba hacia el rey Alfonso después de que lo exiliara? –A pesar del exilio y las tensiones, siempre mantuve un sentimiento de lealtad hacia Castilla. Mi resentimiento hacia Alfonso no era personal, sino más bien una cuestión de honor y justicia. Deseaba servir a mi tierra y demostrar mi valor, a pesar de las dificultades que Alfonso me impuso. ¿Cómo logró mantener la lealtad y la moral de sus hombres durante los años de exilio y conflicto? –La lealtad y la moral de mis hombres se basaban en la confianza y el respeto mutuo. Siempre lideré con el ejemplo, compartiendo tanto las victorias como las dificultades. Mi compromiso con ellos y mi capacidad para guiarlos a través de los desafíos forjó un vínculo inquebrantable. Mis hombres sabían que siempre actuaría con honor y justicia.

«Mi primer destierro en 1081 fue resultado de una combinación de factores políticos y personales»

Hablemos de la conquista de Valencia. ¿Qué significó para usted y cómo gestionó su gobierno en la ciudad? –La conquista de Valencia en 1094 fue uno de los logros más significativos de mi vida. Fue una victoria estratégica y simbólica que consolidó mi poder y prestigio. Goberné Valencia con justicia, respetando a sus habitantes, tanto cristianos como musulmanes. Mi objetivo era crear un entorno estable y próspero para todos, demostrando que el liderazgo basado en el respeto y la equidad es posible incluso en tiempos de conflicto. ¿Cuál fue su mayor desafío durante su gobierno en Valencia? –Uno de los mayores desafíos fue mantener la paz y la estabilidad en una ciudad tan diversa y estratégicamente importante. Constantemente enfrentamos amenazas tanto internas como externas. Mi enfoque fue siempre la diplomacia combinada con una defensa fuerte y justa. Mantener el equilibrio entre las distintas comunidades fue crucial para asegurar la estabilidad de Valencia. Sabemos que su matrimonio con doña Jimena fue una parte importante de su vida. ¿Podría hablarnos sobre su relación con ella y cómo influyó en su vida y carrera? –Mi matrimonio con doña Jimena fue una unión de amor y alianza. Jimena es una mujer de gran nobleza y fortaleza, y su apoyo incondicional ha sido fundamental en mi vida. Juntos hemos enfrentado innumerables desafíos, y su sabiduría y valentía han sido una fuente constante de inspiración. Su papel como madre de nuestros hijos y su gestión del hogar durante mis ausencias ha sido vital para mantener nuestra familia unida y fuerte.

Un evento trágico en su vida fue el maltrato de sus hijas por parte de los infantes de Carrión. ¿Podría contarnos qué ocurrió y cómo manejó la situación? –La humillación de mis hijas, doña Elvira y doña Sol, por parte de los infantes de Carrión fue un golpe devastador. Los infantes, cobardes y deshonrosos, las maltrataron y abandonaron en el robledo de Corpes, deshonrando así a mi familia. Como padre y como hombre de honor, no pude dejar que esta afrenta quedara sin castigo. Llevé el caso ante el rey Alfonso VI, exigiendo justicia. Los infantes fueron desafiados en combate singular y derrotados por mis caballeros. Esta victoria no solo restauró el honor de mis hijas y de mi familia, sino que también demostró que la justicia y el honor prevalecen sobre la traición y la cobardía. ¿Por qué decidió que fueran sus caballeros quienes defendieran el honor de sus hijas contra los infantes de Carrión, y no usted mismo? –Como líder, debo delegar y confiar en mis hombres, especialmente en situaciones donde la justicia y el honor están en juego. Los infantes de Carrión habían ofendido gravemente a mi familia, pero también habían ofendido el honor de mis caballeros y de toda nuestra casa. Permití que mis caballeros, Pedro Bermúdez, Martín Antolínez y Muño Gustioz, se enfrentaran a los infantes para demostrar que nuestra fuerza y nuestro honor no dependen de una sola persona, sino de la unión y el valor de todos nosotros. Esta acción no solo restauró el honor de mis hijas, sino que también fortaleció el lazo de lealtad y confianza entre mis hombres y yo. Además, al darles la oportunidad de luchar, les di la posibilidad de reivindicar su propio honor y el de nuestra casa, mostrando que todos compartimos el mismo compromiso con la justicia y la dignidad.

¿Qué lección espera que las generaciones futuras aprendan de esta experiencia? –Espero que comprendan la importancia del honor, la justicia y la lealtad. La defensa de la familia y el respeto por los seres queridos son valores fundamentales. La traición y la deshonra no deben quedar impunes y es deber de cada persona defender lo que es justo y honorable. Esta experiencia también resalta la importancia de la valentía y la determinación para enfrentar y superar las adversidades». Bienvenido, Rodrigo Díaz de Vivar. Es un honor tenerlo aquí con nosotros: «El honor es mío. Estoy aquí para responder a vuestras preguntas y compartir mi historia. ¿Cómo le gustaría ser recordado? –Me gustaría ser recordado como un hombre de honor y justicia, un líder que siempre puso el bienestar de sus seguidores y su tierra por encima de todo. Mi vida estuvo marcada por la lucha y la adversidad, pero también por la lealtad y la valentía. Espero que mi historia inspire a futuras generaciones a actuar con integridad y valentía, sin importar los desafíos que enfrenten. Muchas gracias, Don Rodrigo Diaz de Vivar, Cid Campeador, por su tiempo y paciencia. «Gracias a vosotros. Ha sido un placer compartir mi historia. Que la justicia y el honor guíen siempre vuestro camino», finalizó.

PERFIL BIOGRÁFICO DE «EL CID». Rodrigo Díaz de Vivar, nacido en el año 1043 en Vivar, una pequeña aldea cerca de Burgos (Castilla), es una figura histórica y casi mítica. Su apodo, «El Cid», proviene del término árabe «Sidi», que significa «Señor», y «Campeador» se refiere a su destreza en el campo de batalla. Educado en la corte del rey Fernando I, Rodrigo demostró desde joven una gran habilidad con las armas y un sentido de la justicia que le ganaron el respeto de sus contemporáneos. La carrera militar de El Cid comenzó al servicio de Sancho II de Castilla. Fue durante este período cuando adquirió fama y prestigio, especialmente tras su victoria en la batalla de Graus en 1063. Sin embargo, su vida dio un giro dramático tras la muerte de Sancho II y la ascensión al trono de su hermano, Alfonso VI. Las tensiones políticas y las intrigas de la corte llevaron a El Cid al exilio, un momento crucial que marcaría su leyenda. Durante su exilio, Rodrigo no se quedó de brazos cruzados. Formó un ejército propio y ofreció sus servicios a diversos señores musulmanes de la península, demostrando una capacidad excepcional para la diplomacia y la guerra. Su habilidad para navegar las complejas relaciones entre cristianos y musulmanes de la época le permitió establecerse como una figura independiente y poderosa. Uno de los momentos culminantes de su vida fue la conquista de Valencia en 1094. Esta ciudad, estratégica y rica, se convirtió en el centro de su poder hasta su muerte en 1099. El Cid gobernó Valencia con justicia y sabiduría, ganándose el respeto tanto de cristianos como de musulmanes. El legado de El Cid perdura en la literatura, la historia y la cultura popular. Su vida ha sido inmortalizada en el «Cantar de Mío Cid», una de las obras más importantes de la literatura española. Más allá de los mitos y leyendas, Rodrigo Díaz de Vivar es recordado como un hombre de su tiempo, un guerrero excepcional y un líder justo. Ahora tenemos la oportunidad única de conversar con El Cid Campeador y explorar su vida y sus pensamientos.

 

 

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