«Aunque en la Majada llueva poco y ya nunca nieve nada. Filomena (Rubén Darío hubiese dicho Filomela, y somos los que somos, “melómanos” y no “menómamos”) apenas fue una anécdota, bien que escandalosa»

VICENTE ARAGUAS. (6 de marzo de 2025). Y la lluvia en la Majada. Llueve por aquí tan poco que la lluvia, cuando lo es, da para un respiro. Para hacer que el alma se serene, a lo Fray Luis de León, evitando de puro lograda la cacofonía; ese sonido tan malo como el pelo rizado para el muchachito de la película venezolana que vi hace tanto en el Zoco. “Pelo malo”, sí. Pero la lluvia no es mala, que limpia y purifica y crea en los últimos paisajes del invierno un aire fluvial o lacustre. Y habría que ser como aquellos poetas de los lagos, Wordsworth, por ejemplo, para entonar el preludio de esta primavera que se nos viene viniendo hace algún tiempo con la fuerza de los prunos, cerezos y almendros, con ganas de que estalle el suelo. Y entre que voy y vengo de “Go Fit”, paralelo al Canal de Isabel II, la dama regia esta que no se esconde, que permanece definitivamente acuática, fotografío esta primavera que ayer, escribo en domingo 2 de marzo, día del Señor de Ninguna Batalla sino de la amorosa, digo yo, fue pródiga en lluvia.

Vicente Araguas

LA LLUVIA QUE LEJOS DE APAGARME ME LLEVA A ELLA, EN EL PASEO INCESANTE POR LAS CALLES Y AVENIDAS MAJARIEGAS. Para ver que en el edificio náufrago del Bulevar Cervantes con Hernán Cortés nada cambia, aunque nunca te verás reflejado dos veces en el mismo edificio. Lo dijo o lo pensó Heráclito. Y ha vuelto –y hace bien– algún gato, y crece la vegetación por dentro. Y hasta me parece pecado que en tiempos de carencia de vivienda ese edificio siga muerto de risa. Como me pasó cuando vi “La quimera del oro” o leí “La conjura de los necios”, que me morí de risa. Pero resucité para contarlo.

«En el edificio náufrago del Bulevar Cervantes con Hernán Cortés nada cambia, aunque nunca te verás reflejado dos veces en el mismo edificio. Lo dijo o lo pensó Heráclito. Y ha vuelto –y hace bien– algún gato, y crece la vegetación por dentro. Y hasta me parece pecado que en tiempos de carencia de vivienda ese edificio siga muerto de risa»

ASÍ LA LLUVIA, COMO EL MAR DE VALÉRY, SIEMPRE RECOMENZADA. Aunque en la Majada llueva poco y ya nunca nieve nada. Filomena (Rubén Darío hubiese dicho Filomela, y somos los que somos, “melómanos” y no “menómamos”) apenas fue una anécdota, bien que escandalosa. Y bajo la lluvia, fría, que es de más escándalo, pues, me voy a “Go FIt”, luego de pasar por el Quiosco Manuel, este fin de semana está Paloma, quien me sigue, tan amable, en “Majadahonda Magazin”, y a veces, incluso, me glosa. Y escudriño los libros de ocasión como los exégetas o simplemente apasionados de la Biblia. Y camino, la llovizna me da golpecitos en las mejillas como diciendo: “Vamos, Vicente, que el camino se hace mucho más largo si no se emprende”. O algo así. Y ya en el gimnasio busco el agua de una piscina tan concurrida como la lluvia en mi tierra gallega. Que aquí no es sino circunstancia tan temporal, tan escasa como los autobuses en fin de semana.

«Y no voy a ir por la tarde al Cerro. Porque sigue sin cubierta: “Usque tándem, municipii, avutere patientia nostra?” [¿Hasta cuándo abusarás, Ayuntamiento, de nuestra paciencia?] y no quisiera repetir el catarrazo de aquel partido de Copa, contra el Racing de Ferrol, una noche en que la lluvia majariega era torrente».

Y MIENTRAS VIENE CUALQUIERA DE LOS QUE ME LLEVEN A CASA ME ENTRETENGO FOTOGRAFIANDO MÁS PAISAJES MAJARIEGOS EN DÍA DE LLUVIA. Es día sábado 1 de marzo, como en un cuento cualquiera de autores del cono sur, ese que me sigue esperando. Y no voy a ir por la tarde al Cerro. Porque sigue sin cubierta: “Usque tándem, municipii, avutere patientia nostra?” [¿Hasta cuándo abusarás, Ayuntamiento, de nuestra paciencia?] y no quisiera repetir el catarrazo de aquel partido de Copa, contra el Racing de Ferrol, una noche en que la lluvia majariega era torrente. Leo ahora mismo que el partido contra el Atlético Paso, colista de una tabla de una división de un fútbol a trancas y barrancas, nos pudo costar caro. Yo, la verdad, me quedé en casa, escribiendo, leyendo una espléndida biografía de Juan Benet, de Benito Fernández, escuchando a Chopin en su cumpleaños. Fuera la lluvia daba el tono grisáceo de un día primero de marzo. Y la lluvia en la Majada, tan poco frecuente como nadar sin multitudes en el “Go Fit”. ¡Vaya por Dios!

 

Majadahonda Magazin