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Control policial rodado en Majadahonda a causa del Covid. @Juan Carlos Lucas

JAVIER DE LA UZ LÓPEZ*. Criminólogo y Policía Nacional. En las últimas semanas hemos vivido en nuestro municipio de Majadahonda un incremento de los casos de Covid-19. Según el Informe Epidemiológico Vigilancia de Covid-19 de la Dirección General de Salud Pública de la Comunidad Autónoma de Madrid (CAM) de fecha 3 de noviembre, ha alcanzado entre el 19 de octubre y el 1 de noviembre (2020) un total de 355 nuevos contagios y una incidencia acumulada de 494,2 casos por 100.000 habitantes. Estas cifras han provocado que las autoridades sanitarias de la CAM tomasen la decisión de llevar a cabo un confinamiento selectivo por áreas sanitarias en nuestra localidad con el resultado de sobra conocido por todos los vecinos.


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Javier de la Uz

No cabe ninguna duda que la situación sanitaria en Majadahonda ha supuesto un gran reto para la atención primaria en nuestros centros de salud, pero también lo es para nuestra Policía Local. Los agentes, además de tener que hacer frente a los ya habituales problemas de seguridad en la ciudad, deben asumir la responsabilidad de hacer cumplir el confinamiento del municipio. Y ésta no es una cuestión cualquiera porque plantea varios interrogantes: ¿cómo se confina de manera eficiente una ciudad? ¿Algo más de un centenar de agentes de Policía Local son suficientes para confinar a una población de unos 73.000 habitantes en turnos de mañana, tarde y noche los siete días de la semana?

¿El resto de los requerimientos de seguridad de Majadahonda pueden ser atendidos? ¿Y qué sucede con la vigilancia de las ordenanzas municipales cuyo cumplimiento es competencia también de la Policía Local? Es evidente que por más que los miembros de la Policía Local puedan ser muy profesionales, y a pesar de que el ratio agentes de Policía Local por vecino es medianamente razonable (tenemos aproximadamente un agente de Policía Local por cada 608 vecinos mientras que Madrid, en 2019 se situaba en torno a los 583 habitantes por agente municipal), no pueden asumir esta ingente cantidad de tareas. Por ello se hace necesario realizar una gestión eficiente de los recursos humanos y materiales disponibles para dar respuesta a los servicios policiales en general, y a los relacionados con el confinamiento en particular.

En relación a estos últimos destacan los popularmente conocidos como «controles», cuya finalidad habitual es la interceptación de vehículos y el control de los mismos, de sus ocupantes, y en el caso que nos ocupa, además, determinar la pertinencia o no del desplazamiento de los ciudadanos afectados. Es conveniente destacar que la eficacia de estos controles viene determinada en no pocas ocasiones por su ubicación geográfica, su duración y su movilidad, el sentido de la marcha de la vía, la hora, e incluso por su correcta señalización, lo que puede tener un importante efecto disuasorio sobre los posibles infractores.

La realidad en Majadahonda parece que está chocando con estas obviedades: se observan controles a horas y en lugares que no parecen muy lógicos, como por ejemplo un control de acceso desde la M-503 a la altura del acceso al complejo de MAPFRE y FREMAP un día laborable a las 09:30 de la mañana, cuando lo más probable es que las personas que transiten por allí se dirijan a su centro de trabajo o al hospital de su mutua. Además se observa que los agentes locales no cuentan con los medios adecuados para señalizar los controles salvo unos conos y los lanzadestellos de los vehículos policiales, lo que puede suponer un riesgo para su propia seguridad y la de los transeúntes. Próximo capítulo: la errática gestión de seguridad en Majadahonda.

 

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