La Unión Europea trabajaba activamente en dotarse de un sistema de pago propio y autónomo, ya que los medios actualmente disponibles —Visa, Mastercard, American Express, PayPal— dependen en última instancia de Estados Unidos. Una decisión unilateral de Washington podría dejar sin instrumentos de pago electrónico a todo el continente, y eso, naturalmente, preocupa a Bruselas.

MIGUEL SANCHIZ. (24 de septiembre de 2025). De Majadahonda, Fitero (Navarra) y la Union Europea. Llegar a Fitero siempre me produce una felicidad difícil de describir. El balneario, con sus aguas termales milenarias, no solo ofrece salud al cuerpo, sino también descanso al espíritu. Cada vez que me instalo en sus magníficas instalaciones me siento privilegiado: los espacios están cuidados con esmero, los servicios funcionan con la precisión de un reloj suizo y el personal, siempre sonriente, se desvive por atender cualquier necesidad. A esa cordialidad se suma una cocina sorprendente, gobernada enteramente por mujeres que, con su sabiduría y su buen hacer, transforman cada comida en una experiencia única. En Fitero se come de maravilla, con ese sabor casero y auténtico que no suele encontrarse en los hoteles de lujo, y que aquí se convierte en una de sus señas de identidad. Pero si algo distingue de verdad la vida en un balneario, más allá de los tratamientos, los paseos o los manantiales, es la compañía de las personas. Se comparte el día a día con gentes llegadas de distintos lugares, todas deseosas de abrir la conversación, de intercambiar recuerdos, opiniones y confidencias. En esa disposición natural de diálogo reside la verdadera riqueza de Fitero: los huéspedes no solo buscan salud física, sino también ese otro bienestar que nace de la amistad y de la palabra compartida.

Miguel Sanchiz: «Llegar a Fitero siempre me produce una felicidad difícil de describir. El balneario, con sus aguas termales milenarias, no solo ofrece salud al cuerpo, sino también descanso al espíritu»

LA UNION EUROPEA: CLIMA DE CONFIANZA. Fue precisamente en ese clima de confianza donde tuve ocasión de escuchar una noticia que, en los últimos meses, circulaba con insistencia por las redes sociales. Se decía que, a partir de octubre, la Unión Europea tenía previsto retirar el euro y limitar el control del gasto personal. El rumor, avalado por un ex banquero español de pasado brillante, había prendido como la pólvora en grupos de WhatsApp y tertulias improvisadas, alimentando la sospecha de que los europeos nos encaminábamos hacia un futuro sin dinero en efectivo y con vigilancia absoluta sobre nuestros bolsillos. Afortunadamente, en Fitero no solo se conversa, sino que también se contrasta. Mi contacto allí —persona de solvencia, conocedora de primera mano de los entresijos financieros— me permitió disipar cualquier duda. Nada de lo que se decía era cierto. La realidad era justamente la contraria: lejos de querer eliminar el euro, la Unión Europea trabajaba activamente en dotarse de un sistema de pago propio y autónomo, ya que los medios actualmente disponibles —Visa, Mastercard, American Express, PayPal— dependen en última instancia de Estados Unidos. Una decisión unilateral de Washington podría dejar sin instrumentos de pago electrónico a todo el continente, y eso, naturalmente, preocupa a Bruselas.

«En esa disposición natural de diálogo reside la verdadera riqueza de Fitero: los huéspedes no solo buscan salud física, sino también ese otro bienestar que nace de la amistad y de la palabra compartida»

CERVANTES, EN LOS BILLETES DE 50 EUROS. Además, me aseguró que no existía la más remota posibilidad de retirar el papel moneda. Si acaso, se contemplaba reforzar su presencia con nuevas emisiones. De hecho, ya se había planteado la idea de editar una nueva serie de billetes en la que aparecieran personalidades representativas de los 27 Estados miembros de la Unión. El billete de 50 euros —el de mayor circulación en Europa— podría llevar la imagen de Cervantes, como homenaje a nuestra tradición literaria. También se barajaban figuras de talla universal como Marie Curie o Miguel Ángel, mientras que un comité de expertos estudiaba otras candidaturas para completar la representación de todos los países. Escuchar esta versión fidedigna, respaldada por fuentes solventes, me devolvió la tranquilidad. Entendí entonces hasta qué punto el balneario de Fitero no solo cura el cuerpo y el ánimo, sino que también puede convertirse en un lugar privilegiado para discernir la verdad entre tanto ruido mediático. Rodeado de personas abiertas al diálogo, con la calma que da el agua termal y el sosiego de la convivencia, uno acaba descubriendo que la salud también se mide en certezas: en saber distinguir lo real de lo inventado, lo veraz de lo manipulado. Por eso, cuando vuelvo a casa después de unos días en Fitero, no solo regreso con las fuerzas renovadas, sino con la sensación de haber ganado algo más valioso aún: claridad de pensamiento. Y eso, en los tiempos que corren, quizá sea el mayor de los lujos.

Majadahonda Magazin