Pilar Calvo, responsable del restaurante del Centro de Mayores de Majadahonda: «Desde muy pequeña me sentí atraída por la cocina y los fogones. Al llegar a Majadahonda se me presentó la oportunidad de realizar ese sueño. Todo empezó con un curso para mujeres emprendedoras, que me motivo a dar mi primer paso. Con ayuda de mi hijo David, creé una empresa en el 2003 «El Rincón de las Pastas» y abrí una pastelería con el mismo nombre. Pero el gran reto fue, en primer lugar, abrir Danna Catering, para dar servicio a grandes eventos y restauración y en segundo lugar, junto con mis hijos David y Anna, crear Berenjenal, una nueva propuesta gastronómica, con cocina de autor»

MIGUEL SANCHIZ. (Majadahonda, 30 de noviembre de 2025). Gente Maja que se Moja. El Milagro de Pilar. En Majadahonda hay pequeños prodigios que pasan casi desapercibidos, pero que sostienen la vida cotidiana de cientos de vecinos. Uno de ellos sucede, día tras día, entre las mesas del Centro de Mayores Reina Sofía. Allí, por solo 7,15 euros, se puede elegir entre seis platos distintos, incluir postre, bebida y hasta vino o gaseosa. Un precio que desafía cualquier lógica y que ha terminado convirtiéndose en un auténtico enigma local. A este fenómeno yo lo he bautizado —con la venia de la protagonista— como “El milagro de Pilar”, porque sin el acierto de la concejala de Bienestar Social, Familia y Mayores, Marina Arines Vega, que supo ver el talento necesario para dirigir un servicio así, este milagro cotidiano no existiría. Al César lo que es del César. Y detrás de esta proeza gastronómica está ella: Pilar Calvo. Una mujer discreta, eficaz, de vocación profunda y trayectoria sólida, que ha sabido unir oficio, sensibilidad y una ética de servicio que hoy la convierten en una pieza esencial del tejido social de nuestra ciudad.

Miguel Sanchiz y su sección de entrevistas «Gente Maja que se Moja»

A LO LARGO DE LA ENTREVISTA, Pilar nos contará cómo empezó todo, qué pasos marcaron su camino, qué experiencias le hicieron crecer y qué desafíos ha superado para llegar hasta donde está. Descubriremos que nada en su vida profesional ha sido casual, y que cada etapa —desde sus primeros proyectos hasta la responsabilidad que hoy desempeña— forma parte de una historia de constancia, trabajo y un cariño sincero por las personas a las que sirve. Majadahonda tiene la suerte de contar con personas así: gente que se moja, gente que construye comunidad. Hoy hablamos con una de ellas. Con Pilar uno descubre que la cocina puede ser también una forma de estar en el mundo: con cuidado, con constancia y con esa generosidad que no necesita anuncios. En cada plato que sirve late un respeto profundo por quienes lo reciben, y quizá por eso sus menús han terminado convirtiéndose en un pequeño patrimonio afectivo de Majadahonda. Después de hablar con ella, uno entiende que el verdadero “milagro” no es solo el precio, ni siquiera la variedad, sino la entrega silenciosa que sostiene cada día ese servicio. Y también comprende por qué, tras 25 años aquí, Pilar no es solo una profesional admirada, sino una majariega de corazón, de esas que hacen ciudad sin que nadie se lo pida. A veces basta una conversación para recordar que las comunidades se construyen así: con personas que se mojan, que trabajan bien y que dejan una huella amable en quienes las rodean. Pilar Calvo es una de ellas, y Majadahonda tiene motivos para sentirse orgullosa.

Pilar, llevas ya 25 años como vecina de Majadahonda. ¿Cómo ha influido esta ciudad —sus gentes, su ritmo, su espíritu— en tu forma de trabajar y en tu manera de entender la cocina y el servicio a los demás? –Llegue a Majadahonda con mi familia, para empezar una nueva etapa. Todo era nuevo para mi. Me encontré con una ciudad activa, dinámica, en la que me sentí muy acogida y eso despertó mi ilusión por desarrollar una actividad relacionada con el mundo de la cocina. Tú no llegaste a este oficio por azar. ¿Recuerdas ese primer impulso que te llevó a preparar comidas profesionalmente? ¿En qué momento descubriste que la cocina iba a ser tu camino?– Desde muy pequeña me sentí atraída por la cocina y los fogones. Al llegar a Majadahonda se me presentó la oportunidad de realizar ese sueño. Todo empezó con un curso para mujeres emprendedoras, que me motivo a dar mi primer paso. Con ayuda de mi hijo David, creé una empresa en el 2003 «El Rincón de las Pastas» y abrí una pastelería con el mismo nombre.

Tus inicios fueron muy personales, casi artesanales. ¿Qué supuso para ti abrir El Rincón de las Pastas? ¿Qué aprendiste allí que sigas aplicando hoy, tantos años después? –En el Rincón de las Pastas las protagonistas eran las pastas típicas regionales, que hacíamos con recetas de nuestras abuelas. Ahí descubrí el valor incalculable de nuestros mayores. Incluso había clientes que nos traían sus recetas para que se las hiciéramos y de esta manera recordar momentos felices de su pasado. Así fue como con ayuda de David y de Inés, que aún sigue trabajando conmigo, hicimos esas delicias, y disfrutamos de momentos inolvidables. La gran lección que aprendí fue que con cariño y amor, los momentos ordinarios se pueden convertir en momentos extraordinarios. Eso es lo que intento ofrecer en cada plato que preparo y sirvo. Desde entonces, tu trayectoria no ha dejado de crecer: cafeterías de institutos, caterings privados y grandes eventos… ¿Cuál dirías que ha sido el mayor reto de esos años —o quizá el que más te transformó— y qué te enseñó como profesional? –Recibir el Primer Premio de Escaparatismo Navideño del Ayuntamiento de Majadahonda me llenó de energía y me impulsó a seguir mejorando. Gracias a mi experiencia en el Rincón de las Pastas me adjudicaron la cafetería del instituto Leonardo da Vinci. A continuación vinieron más institutos, así como caterings privados. Pero el gran reto fue, en primer lugar, abrir Danna Catering, para dar servicio a grandes eventos y restauración y en segundo lugar, junto con mis hijos David y Anna, crear Berenjenal, una nueva propuesta gastronómica, con cocina de autor, dirigida y realizada por David. Anna fue la responsable de dinamizar este singular espacio con música en directo. Un evento que me gustaría destacar por el volumen que representó fue la celebración del Dia de la Radio, en el teatro Mira de Pozuelo con más de 600 comensales. Recibir grandes elogios por su parte me llenó de orgullo y satisfacción. Con tantos frentes abiertos aprendes a optimizar el tiempo y a apoyarte en tu equipo.

Ahora estás al frente del restaurante del Centro de Mayores Reina Sofía de Majadahonda, donde cada día obras ese pequeño milagro culinario que disfrutan tantos vecinos. ¿Cómo llegó esta oportunidad hasta ti? ¿Qué te motivó a aceptarla y qué has encontrado ahí que no esperabas? –Empecé haciendo caterings para sus eventos, donde se transmitía mucha alegría y cariño, por lo que cuando salió a concurso la cafetería y restaurante, pensé que éste podría ser mi último proyecto. Ya son casi 3 años y aquí estoy siguiendo con mucha ilusión y disfrutando cada día. Uno de los aspectos más admirados de tu trabajo son esos menús completos, variados y de gran calidad a un precio casi simbólico. ¿Quiénes pueden beneficiarse de estas comidas? ¿Qué significa para ti alimentar a diario a tantas personas mayores que esperan este momento como un pequeño oasis del día? Vecinos de Majadahonda vienen a diario, o siempre que pueden, a desayunar, comer, merendar… –Para mí es una gran satisfacción ver que entran y te saludan con una sonrisa. Miran la pizarra, deciden del menú lo que más les apetece, y al terminar, cuando te dicen «muy bueno», pienso que ha merecido la pena. Y una última pregunta, más íntima: Si miras hacia atrás —desde Pamplona, Barcelona, Madrid y estos 25 años en Majadahonda—, ¿qué parte de tu camino agradeces más? ¿En qué momento sientes que te encontraste de verdad con tu vocación? –Recuerdo con mucho cariño cada una de estas etapas porque cada una de ellas me ha hecho crecer personal y profesionalmente. De todas ellas he aprendido y he ido superando retos y dificultades. De todo lo vivido me quedo con el gran cariño y respeto que he recibido de las personas con las que he tratado todos estos años. Siempre soñé con abrir un restaurante, por lo que asisti a clases de cocina, y aquí en Majadahonda, con mucha ilusión, ¡se cumplió mi gran sueño!

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