”Y yo queriendo y admirando a Fernando Arrabal de lejos. Hasta que, vaya por Dios, me lo encuentro, tan solito en su caseta que apetecía entronizarlo más todavía, en la Feria del Libro madrileña. Un 27 de junio de 2016. Charlamos, claro, y bastante. Y hallé lo que me esperaba, un hombre divertido y generoso. Contento de mis historias teatrales, solo o acompañado, de su obra. Por la que sentía y siento la pasión del caballo loco de la película de su autoría. Arrabal, en el arte, ha hecho de todo. En el vivir, también, ahí sigue, persistiendo, ya en los 92″

VICENTE ARAGUAS. (29 de septiembre de 2024). Melodía de Arrabal. Vuelvo a 1967, que ya es volver, y me encuentro con Fernando Arrabal, tan lejos, tan en París, y nosotros en un país deficiente, gobernado por la mano que -dicen- no temblaba a la hora del café, cuando firmaba las penas capitales. Un hombre nacido en la ferrolana calle María, bien cerca de donde ensayábamos, Instituto Concepción Arenal, aquella trilogía de teatro épico, absurdo y pánico. Es decir: Brecht, Ionesco y Arrabal. “La Mujer judía”, “Escena para cuatro personajes” y “Oración”. Cargas de profundidad contra una sociedad tan átona como entonces primaba. Pero la censura no actuó. No así poco después cuando el mismo “Teatro Estudio” ferrolano, dirigido por Alfredo Osset, planeó un recital a base de poemas de García Lorca, que no solo no se celebró sino que llevó al director del Instituto, Don Victorino López, un hombre muy conservador, por cierto, al cuartel de la Guardia Civil. “O tempora o mores!”, o como tradujo el bárbaro aquel: “¡Oh tiempos de los moros!”. Lorca, pobre, asesinado una y otra vez, ahora que se ha llevado el viento comunitario sus derechos de autor (y no voy a compadecer por la pérdida de ellos a sus familiares, bastante pejigueros), víctima de continuas perrerías. Que Lorca es de todos, vale, pero para leerlo o escucharlo, no para ver cómo lo fusilan, entierran, desentierran con modos chapuceros, no sé.


Vicente Araguas

Arrabal, vuelvo a su melodía, estaba en París, y nos llegaba a cuentagotas; aquel teatro “pánico” tan vivo y divertido, tan Groucho Marx, tan James Joyce, tan Fernando Pessoa, aunque él no lo quisiera. Que el teatro de Fernando Arrabal, su propia, vida puro teatro, se nutre de una sociedad demencial, la que condujo a la guerra civil en la que Arrabal padre no se une a la reyerta, en su destino melillense, camino de presidios y destierros y una desaparición arrabaliana. Arrabal en París, y nosotros, quienes fuéramos, en Ferrol, Santiago, Madrid, a vueltas con “Picnic” o “Los hombres del triciclo” o “Fando y Lis” una y otra vez. Y “Arrabal en Carabanchel”, 1967, y regreso a este año, luego de cagarse en cosas intocables por aquel entonces en una dedicatoria en la Feria del Libro de Madrid. La cosa es que el padre del muchacho de la dedicatoria, un “capitán de la Marina” (?), denunció a Arrabal quien redujo a 3 meses la condena de 12 años que le pedía el fiscal, argumentando que la ”Patria” de la dedicatoria defecatoria era su gata “Patra”, y que estaba bajo la influencia de una copita de Marie Brizard. De “Dios”, también presente en la melodía de Arrabal, nada dicen las hemerotecas. Sí de cómo se las gastaba el régimen de la mano que nunca temblaba hasta que lo hizo, a lo grande, en su despedida en la Plaza de Oriente, “centinela de Occidente”. De Arrabal íbamos sabiendo cosas, en el imaginario colectivo quedará su aparición, Virgen María por medio, en el programa de Sánchez Dragó, otro elemento ciertamente “pánico”.


Dedicatoria de Fernando Arrabal a Vicente Araguas (2016). El dramaturgo en el Jardin des Tuileries (12.8.2024) de París (foto enviada a MJD Magazin)

Esas imágenes desaforadas, “con ansias y en amores”, están en youtube. En un programa clásico junto al de la Milá y Umbral de “he venido a hablar de mi libro. ”Y yo queriendo y admirando a Fernando Arrabal de lejos. Hasta que, vaya por Dios, me lo encuentro, tan solito en su caseta que apetecía entronizarlo más todavía, en la Feria del Libro madrileña. Un 27 de junio de 2016. Charlamos, claro, y bastante. Y hallé lo que me esperaba, un hombre divertido y generoso. Contento de mis historias teatrales, solo o acompañado, de su obra. Por la que sentía y siento la pasión del caballo loco de la película de su autoría. Arrabal, en el arte, ha hecho de todo. En el vivir, también, ahí sigue, persistiendo, ya en los 92. En 2016 acababa de publicar su poesía: “Credo quia confusum”, con Huerga&Fierro. Y me dedicó el tomo así: “Para Vicente Araguas poética y arrabalaicamente en recuerdo de su pasión por el teatro de la que gocé.” Le dije que me pusiese algo sobre “Patra”, la gata aquella. Sus carcajadas llegaron a Sáinz de Baranda, y más arriba todavía. Arrabal, tan grande, tan “que tenés el alma inquieta de un gorrión sentimental.”

 

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