Piscina San Isidro/ Santa Ana: «En fin, se nos fue el verano y vuelvo a cantar y bailar el «Let’ s twist again», como el verano pasado. Como el verano que viene. Que será de nuevo muy caluroso, ya se sabe. Y ojalá que no tan infernal, de fuego en montes y campos, como este».

VICENTE ARAGUAS. (Majadahonda, 20 de septiembre de 2025). Cierre de Piscinas. A punto casi de que se clausuren hasta el verano que viene, y volvamos a bailar de nuevo el twist aquel de Chubby Chucker, sigo sumergiéndome en la piscina de la Calle San Isidro, compartida con Santa Ana. Mis paisanos gallegos, algunos, me reprochan que estando en Neda concurra a la piscina municipal, y no a las múltiples playas de Ferrol y municipios próximos. Será porque soy un poco extravagante, no sé. En Madrid, si bien nunca fui a la del Parque Sindical, ¡tremendos abarrotes!, frecuenté la llamada Estela y derivados, cuando las chicas más audaces comenzaban a hacer «topless» y las más osadas daban vueltas al rectángulo practicando el tan efímero «streaking«, que no había venido para quedarse.

Vicente Araguas «siempre bajo la mirada atenta del socorrista Alejandro Artola, tan argentino como el «Martín Fierro». Y venga también el fantasma del Muladhara, tan próximo que a veces se baña conmigo en San Isidro/ Santa Ana pero sin sábana»

EN MI PISCINA MAJARIEGA EL PERSONAL TOMA EL SOL DE MODO MUY FAMILIAR. Como lo son las tertulias en la orilla del agua azulada. Siempre bajo la mirada atenta del socorrista Alejandro Artola, tan argentino como el «Martín Fierro«, que le recito a veces medianamente entonado, digo yo. Las tertulianas: Sara, Marga, su hija Sara, Martina, pequeñita y contundente peroran, mientras Benito Lozano lee bien concentrado. Los chavales cantan ese «¡Marco Polo!»,un poco murga y banda sonora de siestas estivales. Y yo, como dije, nado. Pasión esta, natatoria, que tanta vida me da y tanto añoraré en el Valle de Josafat. En dicho valle, me temo, no hay piscinas, tal vez algún lago para purificar las almas puras como esa a la que yo aspiro, no sé. Pero en cambio no ignoro que se me acaba la temporada piscinera o piscinícola al aire libre, con lo que habré de volver al «Go Fit», donde no tengo a Alejandro pero sí a Javier, y si bien carezco de Sole que me habla mucho de percebes y cosas así, tengo a Graciela, tan argentina como Borges o Bioy Casares, quien lo hace, prolija y elegante, de cosas tan alimenticias como etéreas. Vaya una cosa por la otra.

«En Madrid, si bien nunca fui a la del Parque Sindical, ¡tremendos abarrotes!, frecuenté la llamada Estela. Y la piscina municipal majariega de Huerta Vieja. Fantasmal, inexistente, como la vergüenza de quienes la dejaron marchar y no están moviendo un solo dedo para recuperarla. ¡Qué pena, penita, pena!»

Y venga también el fantasma del Muladhara, tan próximo que a veces se baña conmigo en San Isidro/ Santa Ana pero sin sábana, medio en «topless» o haciendo, pobrecillo, «streaking». Lo cual, esto último, tan indecente, tan «pelotari», si no fuese porque los fantasmas no pueden, por definición, mostrar sus partes pudendas. Como no las exhibe el local de lo que fuera el gimnasio majariego de toda la vida: el Muladhara, hoy mustio, yermo, desolado. Así la piscina municipal majariega de Huerta Vieja. Fantasmal, inexistente, como la vergüenza de quienes la dejaron»marchar y no están moviendo un solo dedo para recuperarla. ¡Qué pena, penita, pena! En fin, se nos fue el verano y vuelvo a cantar y bailar el «Let’ s twist again», como el verano pasado. Como el verano que viene. Que será de nuevo muy caluroso, ya se sabe. Y ojalá que no tan infernal, de fuego en montes y campos, como este.

Majadahonda Magazin