«Con motivo del vigésimo aniversario de la creación del Patronato del Monte del Pilar de Majadahonda (Madrid), zona en la que se ubica el Hospital de Fauna Salvaje de GREFA, se ha llevado a cabo un homenaje a Antonio Robledo, en reconocimiento de una persona clave en la gestión de este bosque isla de la Comunidad de Madrid. No podíamos faltar en este acto, ya que estamos hablando nada menos que del pastor (vocacional) del Monte del Pilar». GREFA Majadahonda ha querido sumarse con estas palabras al reconocimiento realizado en el salón de plenos del Ayuntamiento y añade: «acudimos para un homenaje muy especial. Desde hace años, Antonio Robledo mantiene un centenar de ovejas y cabras en el Monte del Pilar, que contribuyen a la limpieza y desbroce de esta masa forestal de la manera más ecológica posible: regulando la maleza y los herbazales y reduciendo así el riesgo de incendios».


«El Monte del Pilar es una masa forestal compuesta fundamentalmente por pinos y encinas que en tiempos pretéritos estaba unido al Monte del Pardo y los ahora bosques islas del Monte de Boadilla, las Dehesas de Majadahonda y las Rozas, el Monte de Batres y el Monte Romanillos, zonas que tradicionalmente se gestionaban con el ganado transhumante de ovejas procedentes de las provincias de Ávila, Segovia y Valladolid. El acierto de haber mantenido el ganado ovino en el Monte del Pilar contrasta con otras prácticas que se perpetúan desde hace años en este valioso reducto natural, como la fumigación masiva con pesticidas en todo el área para combatir la procesionaria, algo que consideramos del todo innecesario», señala GREFA. Y concluye: «Para terminar, una sugerencia: el merecido reconocimiento a Antonio debería ir acompañado con ayudas a su ganadería, que en años como este de tan prolongada sequía le serían de mucha ayuda». El propio Antonio Robledo relataba su autobiografía y explicaba su trabajo en 2015 con estas palabras: «Yo nací en 1947. Mi familia se dedicaba a recoger las piñas y sacar los piñones. Se echaban en un pilón lleno de agua para descartar los que estaban malos. Sólo se aprovechaban los que se quedaban abajo. Uno de los mejores recuerdos de aquella época es que aquí llegaron la luz y el agua corriente antes que al resto de Majadahonda. Nunca pensamos que el cambio iba a ser tan grande y en tan poco tiempo. Con 17 años me dedicaba a la albañilería y las casas que construíamos costaban 85.000 pts. Casitas bajas preciosas con patio delantero y trasero. Ahora, los pisos que se han construido en las inmediaciones del Monte han llegado a costar un millón de euros».

«El monte es un oasis que le da valor a toda la zona. Creo que lo llevo en los genes. Mis abuelos siempre tuvieron ganado. Pero yo me decidí cuando me jubilé. Trajimos las ovejas de Ávila y al principio fue difícil porque se segaba todo en primavera por el riesgo de incendios. Nos quedamos sin una importante fuente de alimento y tuvimos que quitarlo durante un tiempo. La siega es necesaria en las zonas de pinares pero en los prados no. Además el Monte no se quema sólo; siempre es por la acción del hombre. Me levanto a las 06:30 h o las 07:00 h y comienzo mi jornada. Preparo a los corderos, le echo cama, atiendo a las ovejas y compruebo si hay algún nacimiento».

«Las saco hasta medio día, comemos y por la tarde las vuelvo a sacar. Requieren dedicación exclusiva. No me puedo ir de vacaciones nunca. Los niños y las bestias no quieren fiestas. A pesar de su dureza, me gusta este trabajo. No me puedo acostar tranquilo si hay alguna oveja a la que tengo que atender en el parto, por ejemplo. Ahora tengo mucho trabajo porque los animales son muy listos. Las ovejas intuyen si va a llover o no en los próximos meses y los corderos nacen cuando hay hierba. Es algo que he comprobado con la experiencia de los años. El ganado se alimenta de lo que comen con el pastoreo aunque a las recién paridas hay que ayudarlas con pienso. Sólo tienes que ver cómo está el monte desde que están las ovejas, segado y tan verde que parece Asturias».

«Ellas van sembrando con las patas y producen basura orgánica. Además de que son verdaderas ovejas bomberos porque realizan una gran labor de prevención de incendios. Respecto a las cabras hay opiniones para todos los gustos. Aquí siempre ha habido cabras y también son beneficiosas porque sólo se comen lo de abajo y permiten que el monte suba. La naturaleza es sabia. Todo se puede mejorar pero creo que no es más feliz el que más tiene sino el que menos necesita. Yo me encuentro bien aquí. Hago bien mi trabajo y el trabajo me compensa. Hace poco vinieron dos niñas pequeñas y al ver el ganado le preguntaron a su madre si las ovejas eran de verdad. Me reí y les conteste que sí. ¡Claro que son reales! Y el pastor también es de verdad. Lo que necesita el ganado es atención como cualquier empresa. Si hay ovejas, el monte está vivo». Leer más.

 

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