YOLANDA CARRILLO. La película Selfie (Cines Zoco Majadahonda, 22,10 horas) es un ejemplo de lo que pueden dar de sí 10.000 euros utilizados con ganas, inteligencia y maestría: es posible que den como resultado una película insólita con gracia y con mala leche. Este era el presupuesto que tenía Víctor García León, su director, para realizar este film, que después de 10 años desde que hizo “Vete de Mí”, protagonizada por Juan Diego, que recibió el premio Goya en 2007 como mejor actor, ha estado prácticamente en el destierro, sin ofertas, ni proyectos, y a punto de tirar la toalla. Víctor García León recurre a amigos y colaboradores y no se le ocurre nada más que realizar un sátira social donde se plasma la decadencia y la insensatez de la “derecha y la izquierda política” de la España del 2017, todo ello en clave de humor, con grandes chorros de inteligencia y a la vez realismo. 


Vamos al cine con: Víctor Gargía León “Selfie”
Director: Víctor Gargía León
Reparto: Santiago Alveru, Macarena Sanz, Javier Carramiñana y Alicia Rubio
Género: Tragicomedia

La cinta se ha rodado a modo de falso documental donde Bosco (Santiago Alveru), niño pijo “pepero” (entre otras cosas porque su padre es “ministro” del PP) e imbécil en estado puro, que vive en la Moraleja y que lo único que sabe hacer son fiestas, se encuentra de la noche a la mañana que imputan a su padre por corrupción, le meten en la cárcel y embargan todos los bienes de la familia. Encontrándose sin casa, ni dinero, ni familia, es entonces cuando decide mudarse para buscarse la vida a un barrio madrileño famoso por “podemita” donde está seguro recibirá todo tipo de apoyo y ayudas, ya que al fin y al cabo, es un “pijo”, pero desahuciado.

A pesar de este argumento y el tono de comedia que tiene la cinta, Selfie tiene una estructura formal y un guion inteligente, se reflejan muchos valores que la convierten en una película interesante donde la esencia del contenido nos lleva a reflexionar sobre la situación extrema que estamos viviendo en nuestro país. Una España, en muchos casos partida en dos, con idiotas de “derechas” y de “izquierdas” genialmente retratados, y en donde el director, con acierto, se atreve a poner nombre a círculos “peperos” y “podemitas”.  En la cinta aparece el portavoz del PP en el Ayuntamiento de Madrid y Esperanza Aguirre, que hace un cameo involuntario, junto a Pablo Iglesias y su séquito, con los que, por supuesto, nuestro protagonista se hace “selfies”). La película refleja como todos ellos, a su manera, acaban viviendo para y por ellos mismos.Los personajes también tienen mucho sentido dentro de esta trama:

Bosco (Santiago Alveru), niño de papá, cretino integral que cuando imputan a su padre todo su círculo le abandona y discrimina, empezando por su novia hasta su propia madre y hermana. Y por supuesto el propio partido, el cual utilizó en su momento a su padre hasta que dejó de ser útil para convertirse en un problema. Santiago Alveru hace una interpretación fantástica con momentos donde realmente no sabes si está actuando o simplemente es su manera de ser.

Maca (Macarena Sanz) es una invidente embelesada con Podemos, (¿lo de ser “ciega” y de Podemos es una metáfora o cachondeo?) que se enamora de nuestro protagonista (¿será también porque no le ve?) y decide ayudarle altruístamente ya que es la filosofía que tiene de vida. Macarena Sanz saca su lado más cómico para interpretar a este personaje que al final de la cinta te resulta tan entrañable que piensas que todos deberíamos ser así.

Javier Carramiñana da vida al dueño del piso que acoge al protagonista, el típico “desocupado” que vive del alquiler de las habitaciones de su casa y que hace creer que estudia y trabaja cuando en realidad está exprimiendo al máximo el subsidio que cobra. Su actuación está llena de realismo, quizá debido a que el director le permitió improvisar en muchas escenas.

Por todo esto, creo que el premio que ha recibido la película en el último Festival de Cine de Málaga está más que merecido, y en definitiva, después de ver esta cinta, la conclusión que sacamos todos es lo que el propio Víctor García León ha dicho: “al final no existe tanta diferencia entre unos y otros”. La moraleja es que tenemos que apostar por la convivencia y la libertad de ideas, de maneras de vivir y de pensar, ya que al fin y al cabo somos simplemente seres humanos. En mi opinión creo que esta insolente y divertida película rebosa talento y gracia, es una producción con mucho mérito en la que el director aplica una mirada crítica y sarcástica a todo. Y sobre todo, ojalá que no tenga que esperar otros 11 años para realizar otra modesta pero gran película. Espero que siga trabajando con continuidad: Víctor ¡te lo mereces! Recomendable si… te apetece reírte y reflexionar sobre una parte de la sociedad española.

Majadahonda Magazin