Ana Fernandez Mallo: «Aún estamos a tiempo de hacer justicia y dar a conocer la generosidad de JR Losada. Su máquina marca las horas de España y nos cambia de año cada 31 de diciembre con sus campanadas. ¡Venga una calle, un Parque o una Avenida!. Se lo debemos. Mi memoria me hace recordar, cuando visité el Parlamento británico en el viaje de fin de carrera (1973), el impresionante poema de John Donne que todos deberíamos memorizar»

ANA FERNANDEZ MALLO. *Vecina de Majadahonda. El relojero Losada. Escucho en las noticias que el famoso Reloj de la Puerta del Sol se está revisando pieza a pieza. Y durante unos días no sonará. Que buena noticia y a la vez que triste. Que injusto no respetar la Historia y recordar a José Rodríguez Losada. Deberíamos ser más agradecidos con un hombre que saliendo de la nada llegó a ser el brazo derecho de Edward John Dent, el relojero creador del Big Ben, hasta el punto de sustituirle a su prematura muerte y continuar su obra que todo el mundo admira cuando llega a Londres. Un relojero que, habiendo hecho fortuna, de regreso a España regala un reloj al pueblo de Madrid. Vamos, ¡el Amancio Ortega de su época (otro leonés)!. Firmaba como J. R. Losada y triunfó también con sus «Sabonetas«, relojes de bolsillo que tanto gustaban a la reina de España Isabel II. Aún estamos a tiempo de hacer justicia y dar a conocer su generosidad. Su máquina marca las horas de España y nos cambia de año cada 31 de diciembre con sus campanadas. ¡Venga una calle, un Parque o una Avenida!. Se lo debemos. Mi memoria me hace recordar, cuando visité el Parlamento británico en el viaje de fin de carrera (1973), el impresionante poema de John Donne que todos deberíamos memorizar: «nadie es una isla, completo en sí mismo; o la casa de tus amigos, o la tuya propia; la muerte de cualquier hombre me disminuye, porque estoy ligado a la humanidad; y por consiguiente, nunca hagas preguntar por quién doblan las campanas; doblan por ti». Por esta razón, Madrid y Londres podrían hermanarse por contar con el mismo relojero en sus máquinas más representativas.

Pablo Bernal Sánchez

PABLO BERNAL SÁNCHEZ. El escritor y poeta José Zorrilla –el cual recoge algunos episodios de la vida de J. R. Losada en su obra «Recuerdos del Tiempo Viejo», aunque siempre hay que verlo con cierto carácter de novela, en la que no deja de haber figuras literarias que pueden llegar a exagerar y distorsionar la realidad de los hechos– cuenta que en septiembre de 1828, empieza a tener problemas por sus ideales liberales en un panorama político en el que Fernando VII reinaba el país y cuyos principios absolutistas estaban a la orden del día –Década Ominosa (1823-1833)–. Al parecer, por su participación en alguna revuelta en apoyo al liberalismo, fue perseguido y en su escapatoria, a finales de año, terminó exiliado en Francia, donde permanece durante casi 2 años sin dejar constancia de su paradero y sin haberse localizado aún qué pudo estar haciendo en ese tiempo en el país vecino. Después, en 1830 deja Francia y se traslada a Inglaterra, más concretamente se instala en la ciudad de Londres. F. Berthoud o A. L. Breguet habían creado escuelas para la formación de alumnos en el campo de la relojería pero también es probable que la razón se encontrara en que Londres era destino habitual de migración española liberal, o que conociera a alguien de confianza en esa capital como para trasladarse a ella.

Ana Fernandez Mallo: «Firmaba como J. R. Losada y triunfó también con sus «Sabonetas», relojes de bolsillo que tanto gustaban a la reina de España Isabel II».

UNA VEZ ALLÍ, CIERTOS INVESTIGADORES HAN DADO POR HECHO QUE PIDE AUXILIO AL COMITÉ DE AYUDA A LOS EMIGRANTES y a través de esta entidad logra un puesto de trabajo como mozo o sirviente en una relojería en Euston Road. Poco a poco va aprendiendo el oficio bajo las directrices del maestro relojero y logra perfeccionar su técnica hasta que consigue ascender a oficial de relojero. A partir de 1835, ya aparece Losada instalado como relojero independiente. Esta fecha, por lo tanto, es muy esclarecedora ya que en 5 años un español exiliado logra asentarse y dedicarse a un oficio tan complejo y con tanta competencia en el Londres del XIX como es la relojería. Es por esto por lo que la formación básica del relojero tuvo que darse en épocas anteriores porque sería poco probable que en tan corto tiempo instalado en la capital inglesa aprendiese el oficio de cero. Por otro lado, el relojero se casó con Hamilton Ana Sinclair el 18 de agosto de 1838. Esta mujer sería una británica de 14 años mayor que él, hija de un zapatero –John Sinclair– y quien posiblemente fue su casera.

Losada abrió relojería en Regent Street, la calle comercial de moda en el Londres de mediados de siglo XIX que perdura en el XXI. Se afinca en el nº 281 y se instala de forma definitiva hasta su muerte, en el nº 105 de la misma calle.

LA RELOJERÍA VA CAMBIANDO DE UBICACIÓN CONTINUAMENTE, LO QUE MUESTRA UNOS COMIENZOS ALGO DIFICULTOSOS. En 1838 se ubica en el número 10 de Wakefield Street en el barrio de St. Pancras y a los pocos meses está en el número 10 de Woburn Building Tavistock Square en la misma zona. Más tarde, en 1840-1841 aparece el establecimiento promocionándose en algunos periódicos, los cuales emplazan el local en el número 20 de la misma calle. Luego, en 1847 se mueve de distrito a un número no determinado de Regent Street, la calle comercial de moda en el Londres de mediados de siglo, hasta que en 1849 se afinca en el número 281, donde se mantiene algunos años. Será a partir de la nueva década –en concreto 1855– cuando se instale, de forma definitiva hasta su muerte, en el número 105 de la misma calle.

Iruela (Leon) inauguró el Museo Relojero Losada: «¡el Amancio Ortega de su época (otro leonés)!»

EN LA TRASTIENDA DE SU ESTABLECIMIENTO SE ORGANIZARON UNAS REUNIONES DENOMINADAS LA TERTULIA DEL HABLA ESPAÑOLA, donde los exiliados hispanos pudieron congregarse, conversar y debatir. Algunos de los personajes ilustres que acudían de forma habitual fueron el poeta José Zorrilla, el militar chileno Luis Altamirano, el cigarrero Carreras, el general Prim, el argentino Juan Manuel de Rosas, el duque de Montpensier o el carlista Ramón Cabrera, entre otros. En torno a mediados de siglo comienza la etapa profesional más ilustre de Losada, recibiendo encargos de la Marina británica, de la Casa Real española y de otras monarquías europeas, de la Armada española –concretamente a partir de 1856. También establece diferentes sucursales para la adquisición de sus relojes en diversas ciudades europeas y se convierte en el primer español con reconocimiento internacional en el campo de la relojería, en el cual hasta entonces solamente habían resaltado nombres franceses, alemanes e ingleses. Por estos méritos, en 1855 el Gobierno español le concede la Cruz de Carlos III y, más tarde, en 1859, la Encomienda de la Orden de Carlos III.

«Los poetas contemporáneos. Una lectura de Zorrilla en el estudio del pintor, 1846» (Museo del Prado). El cuadro más famoso de Esquivel y pieza capital del Romanticismo español. Considerado como máximo testimonio gráfico del ambiente intelectual bajo el reinado de Isabel II. Zorrilla fue amigo de JR Losada y participó en sus Tertulias londinenses

LOSADA VUELVE POR PRIMERA VEZ A ESPAÑA DESDE SU EXILIO por las numerosas citas comerciales derivadas de su fama y su papel como relojero en el territorio nacional. Es en esta época cuando sigue construyendo encargos para diversas personalidades españolas y cuando es nombrado relojero cronometrista honorario de la Marina militar. También será designado relojero oficial de la Cámara de la Reina y Real Familia. Losada, visitando Madrid, conoció de primera mano la situación en la que se encontraba el reloj que coronaba la Real Casa de Correos –por entonces Ministerio de la Gobernación– en la Puerta del Sol, cuya precisión era nefasta. Así, el autor estuvo trabajando en un nuevo reloj para dicho edificio, donándoselo a la Villa y Corte de Madrid en 1865 e inaugurándose el 19 de noviembre de 1866 en honor a la reina Isabel II. Además, todo parece indicar que fue Losada el artista que colaboró en la conservación e instalación del reloj de torre del Palacio de Westminster en Londres, conocido como «Big Ben«, tras la muerte del relojero británico encargado de ello, Edward John Dent, 6 años antes de su inauguración en 1859 junto al hijastro del segundo, Frederick William. José Rodríguez Losada muere en Londres el 6 de marzo de 1870 con 72 años y sin hijos, y fue enterrado en el cementerio católico de Santa María en Kensal Green (Londres), en un nicho interior de una capilla. El fallecimiento fue por “debilidad y dilatación del corazón, bronquitis crónica, edema pulmonar, cirrosis hepática e hipodresía”.