GABRIEL LUNA. “Cerro del Aire” es el nombre del nuevo parque de Majadahonda reinaugurado tras su remodelación pero también es el título de un poema que Juan Ramón Jiménez, Premio Nobel de Literatura, escribió entre 1915 y 1923. Durante ese periodo vivió 4 años en la todavía existente Residencia de Estudiantes de Madrid, en los Altos del Hipódromo, calle del Pinar, una zona conocida por los madrileños como “Cerro del Viento” o “Cerro del Aire” y de ahí su título. Diez años después, Juan Ramón Jiménez y su esposa Zenobia viajaban en tren de Madrid a Las Rozas conmocionados por un triste suceso: el suicidio de Marga Gil Roesset, “señorita de veinticuatro años de la buena sociedad de Madrid, pintora y escultora genial, autodidacta”. Esta es su historia:
Juan Ramón Jiménez le contó a su secretario Juan Guerrero en los días del suceso (Juan Ramón de viva voz) que la noche del suicidio, cuando a las nueve Marga no había regresado a su casa, los padres les avisaron. El padre de Marga y Juan Ramón habían compartido clínica en el llamado «Sanatorio del Retraído», una residencia para personas afectadas de transtornos nerviosos que dio origen a otro de sus Libros de Madrid. El poeta y Zenobia salieron en su busca y al enterarse de la tragedia por unas primas de Marga, fueron a Las Rozas, la encontraron en una clínica del lugar a donde la habían llevado sin conocimiento. Zenobia corrió a buscar otros médicos y Juan Ramón se quedó al lado de Marga hasta que murió. Ambos estuvieron allí hasta las dos de la madrugada y asistieron a su entierro al día siguiente en un pequeño cementerio de Las Rozas. Después, Juan Ramón y Zenobia visitaron a la familia y a Consuelo que estaba enferma, por lo que puede apreciarse que no hubo entre ellos ningún resentimiento; pero la muerte de Marga les afectó hondamente, Zenobia la quería y también el poeta, aunque no como Marga lo quería a él”, escribe Graciela Palau, una eminencia de la Universidad de Maryland y conocida juanrramoniana. El propio poeta Juan Ramón Jiménez escribió: “Habíamos llegado a las Rozas a las 9 y 1/2, después de buscarla en vano por Madrid. Estaba en la mesa de operaciones de la Clínica de Urjencia Omnia. Un tiro en la cabeza, con la belleza no destrozada, descompuesta. Su mano estaba caliente, latía su pulso. Sangre a borbotones por la boca, la frente vendada de gasa. Una mirada ancha dilatada, salida, pero ¿sin ver?”.
“En los últimos años del 1940, haciendo yo investigaciones para la biografía de Juan Ramón y viviendo en Maryland, les pregunté sobre la chica del retrato en la pared del comedor, encima del escritorio de Zenobia. Era Marga y me contaron su historia con gran sentimiento. Conocí copia a máquina del llamado «Diario» de Marga que le dejó a Juan Ramón antes de matarse y guardé la palabra, hasta hoy, de no referirme a ello a menos que no fuera necesario para enderezar entuertos. A los sesenta y cinco años delsuceso, en febrero de 1997, el ABC Cultural de Madrid, dedicó el No. 275 a la «Historia de Marga», con un gran retrato de Juan Ramón en la portada y en una esquina uno más pequeño de ella y otro grande en una página interior. Tiene un bien documentado reportaje de ocho páginas, por Blanca Berasátegui con fotos de Marga y su obra y del poeta y su mujer. Hay facsímiles de algunas páginas del llamado «Diario de Marga» y de la obra inédita del poeta sobre ella y copia de las cartas que dejó a sus padres, a su hermana Consuelo y a Zenobia, además de citas directas del «Diario». Este reportaje muestra, sin lugar a dudas, que Marga se mató por amor a Juan Ramón. Lo dice en el «Diario» que le dejó la mañana de su muerte. Juan Ramón se lamentaba por no haberlo leído enseguida y a manera de dedicatoria, le explica a Zenobia, en el libro que preparaba sobre Marga, que habría de incluir el manuscrito, que Marga le dejó esos papeles en un paquete la mañana de su muerte y él, abstraído en su trabajo, creyó que le dejaba algún poema para repasarlo y no lo miró ese día”, escribió Graciela Palau.
En los escritos inéditos de Zenobia sobre Marga dice la esposa del poeta que quiere contar su historia sin añadirle ni quitarle a la verdad, para que los que lean las falsedades puedan referirse a lo de ella y separar lo falso de lo cierto, de modo que Marga figure como era: apasionada y sana, insegura y heroica. Zenobia cuenta cómo se conocieron e hicieron amistad y de la visita de ella y Juan Ramón a casa de Marga para ver sus esculturas. Se enteraron que la mayor parte las había dirigido o sugerido su madre que también les ponía los nombres. «Las figuras eran redondas y chatas con aire de crustáceo», escribe Zenobia y añade que de ellos se desprendía el mismo sufrimiento de tristeza morbosa y sofocante que en los dibujos infantiles. Marga le confesó que detestaba todo lo que hacía y al terminarlo lo despedazaba a martillazos. A Juan Ramón le pareció que el talento de Marga estaba sumergido por la influencia de los padres y que tenían que ayudarla.
«Está enterrada en la Rozas -escribió Juan Ramón. Un corralillo cuadrado con algunos cipreses. Fue llevada en hombros en su caja blanca llena de rosas». Después de leer su diario y, encontrándolo muy bello, el poeta decidió editarlo. «Tu sufrimiento, muerta tú, se ha quedado espandido sobre mí, como el rojo del sol, después de puesto, por la tarde.» Hoy lo publica por primera vez la Fundación José Manuel Lara con el título de Marga, en la edición que dejó el Nobel. Debió de ser difícil: en sus páginas, Marga Gil Roesset refleja la tristeza, la desesperación que sentía por su amor no correspondido por el poeta, que entonces tenía 51 años. «Si pensaste al morir que ibas a ser bien recordada -escribió Juan Ramón como epitafio- no te equivocaste, Marga. Acaso te recordaremos pocos, pero nuestro recuerdo te será fiel y firme. No te olvidaremos, no te olvidaré nunca. Que hayas encontrado bajo la tierra el descanso y el sueño, el gusto que no encontraste sobre la tierra. Descansa en paz, en la paz que no supimos darte, Marga bien querida.»
La Noticia: La Libertad:
SUICIDIO DE UNA SEÑORITA: «Se encierra, se dispara un tiro en la cabeza y muere instantáneamente. Se ignoran las causas de su fatal resolución. Una señorita elegantemente vestida alquiló un taxi y ordenó al chófer que le condujese a Las Rozas. Al llegar a este pueblo dijo al chófer del vehículo que esperase y después de pedir la llave de un hotel propiedad de unos tíos suyos, entró en dicho hotelito. Pasaron unos instantes y se oyó una detonación Al ruido acudió la familia de la joven y los vecinos, que vieron el cuerpo de la joven en el suelo exánime. Se dio cuenta del hecho a la Guardia Civil y al juez de instrucción , y éste ordenó el traslado del cadáver al Depósito para que se le practique la autopsia. También se incautó el juez de una carta escrita por la señorita Margarita Gil Roësset y dirigida a su madre en la cual tal vez explique los motivos que la indujeron a quitarse la vida.El juez ha dispuesto que comparezca a su presencia la madre de la suicida para hacerla la entrega de la carta a ella dirigida y tratar de averiguar la causa de su fatal resolución».
Fuente:
Estudio de Graciela Palau sobre Juan Ramón en Las Rozas y el suicidio de Marga
Interesante y triste historia.