EMILIO PACHECO (24 de noviembre de 2024). *Escritor, dramaturgo. Su última entrega es Bilogía. Las Amantes del rey don Pedro/ “La Favorita” Leonor de Guzmán. Amazon editorial. Crónicas Majariegas (III). De Pueblo a Ciudad. Hurgar en la propia memoria es tarea complicada a veces, sobre todo cuando ésta flaquea por mor de la edad avanzada pero dicen que la reminiscencia –proceso que nos permite revivir y recordar experiencias pretéritas- nos ayuda a conectar con nuestro pasado a través de lugares, personas, fechas o de las historias a veces únicas e irrepetibles. Bien, pues este es mi objetivo: conversar con el pasado y con las personas que lo vivieron y que aún perviven. Así podremos conocer cómo era Majadahonda, un pueblo hoy convertido en moderna ciudad del bienestar. Y en ese empeño de conversar con el pasado me iré auxiliando, cómo no, de ciertas memorias guardadas en el baúl de las emociones: aquel joven arquitecto técnico que recaló en Majadahonda de forma azarosa por tiempo definido comenzó sus visitas diarias al pueblo para iniciar las obras del centro de educación aledaño al ya existente denominado Cristóbal Colón: “Poco a poco tuve la oportunidad de patear el casco urbano y hablar con los paisanos. Recuerdo que de vez en cuando me encontraba en plena calle con un señor –caballero en su imponente caballo– ataviado con sombrero de paño que al cruzarse con la gente, saludaba de forma educada, descubriéndose la cabeza: –Buenos días, siempre joven y con alegría”, a lo que tirios y troyanos contestaban de muy buen talante. Pregunté quién era la persona de tan sorprendente proceder y se trataba de don Julio Sanz, toda una leyenda, padre del entonces alcalde don Arturo Sanz Millán.
PUESTO A LA TAREA DE CONSTRUCCIÓN DEL COLEGIO SAN PÍO X, la anécdota curiosa surgió en la excavación de los cimientos de lo que es hoy la vivienda del conserje. No aparecían datos en el proyecto de edificación sobre los antecedentes de esa parte del solar y acertó a pasar por allí el funcionario don José Herreros, a la sazón fontanero municipal, quien me informó de que hubo allí un cementerio, por lo tanto, en previsión de que pudieran aparecer algunos restos del antiguo osario se avisó -con conocimiento del alcalde- a don Pablo Alobera del Río, el cura párroco y a Pedro García, el enterrador. Lo curioso es que para excavar a pico y pala las zapatas y zanjas para alojar los cimientos disponíamos de un par de peones (los primeros que se contrataron en Majadahonda para la obra) de origen marroquí. Al escuchar ellos la conversación con don Pablo pusieron cara de yuyu y se negaron a picar aduciendo que era irrespetuoso remover tierra en suelo sagrado. Nos quedamos atónitos y fue el propio encargado de la obra, el grandullón Lorenzo, el que realizó la excavación ese día. El enterrador no hubo de participar puesto que no aparecieron restos de ningún tipo. Pasado un año, el colegio, con el edificio de dirección y la vivienda del conserje estaban dispuestos para ser inaugurados. Ese lapso temporal me sirvió para conocer Majadahonda, su casco urbano con las alineadas casas de Regiones Devastadas…
CERREMOS EL BAÚL DEL TIEMPO, VAYAMOS A LO MOLLAR Y RECORDEMOS ALGO DE LA GÉNESIS URBANÍSTICA DE MAJADAHONDA. Tengo en mis manos para consulta una “Memoria sobre la situación general del municipio de Majadahonda, en febrero de 1983″. Autor: Emilio Pacheco). He de hacer notar que en 1960 Majadahonda posee 3.044 habitantes (823 viviendas); en 1970, 5.077 hab (1594 viv); en 1975, 9.981 hab (3138 viv); en 1981, 22.852 hab (8434 viv); en 1986, 28.994 hab (9920 viv); en 1991, 33.574 hab (11498 viv); en 1998, 42.000 (13745 viv) siendo en la década de los setenta cuando se inicia la construcción de viviendas en bloque de cierta calidad con espacios verdes comunitarios desligadas del casco aunque próximas a él edificándose algunas manzanas aledañas a las casas de Regiones Devastadas, todo ello con un techo de 4 plantas. En su pertenencia al Área Metropolitana de Madrid, Majadahonda, en su zona oeste, evoluciona con un modelo de crecimiento regido por el Plan del área del 63 (Coplaco. Comisión de planeamiento y coordinación del Área Metropolitana) y su desarrollo por el Plan General Municipal de 1974.
ENTRE 1960 Y 1968 LAS ACTUACIONES URBANÍSTICAS SE LOCALIZAN EN EL CASCO Y EN EL SUELO RÚSTICO, donde se realizan parcelaciones de unifamiliares e instalaciones de industrias y servicios. Aparecen las primeras urbanizaciones de viviendas unifamiliares: Cepol, Ros Mary, Charaima, Mavi Deli, alejadas del casco antiguo dejando los primeros intersticios. Y también comienza a desarrollarse el Ensanche al este de la colonia de Regiones Devastadas y marginales: El Sacrificio, La Alegría, Las Erillas y El Tejar. Es en la década de los 70 cuando aparece un crecimiento masivo de la periferia y renovación del casco, es cuando Majadahonda sufre la gran transformación de poblado rural en ciudad de primera y segunda residencia. Los Planes Parciales promovidos en esta etapa: Monteclaro, Entreálamos, Interland y Virgen de Iciar se aprueban todos al final de la misma por lo que el Avance de 1968 se dirigía a regularizar esa situación. El ayuntamiento redactó un Plan General en 1972 que fue denegado por Coplaco. Dicho plan sin embargo fue aprobado finalmente en 1974. Urbanizaciones de bloque ejecutadas entre 1968-1974 se desarrollaron con las normas de ese plan sin estar aprobados definitivamente sus planes parciales: Las Huertas, Puerta de Sierra, R. Horizonte, Pyr, Azata. Hubo de tramitarse de nuevo con el plan General de 74 la regularización de esas actuaciones. Volvió a suspenderse el plan del 74 por sentencia del tribunal supremo por no haberse dado audiencia al Canal de Isabel II entrando en vigor de nuevo el plan del Área 63 hasta la aprobación del Plan General de Ordenación Urbana del 82.
EN CUANTO A LA ACTIVIDAD ECONÓMICA ESTRICTAMENTE BANCARIA, apuntaremos que en 18 de mayo de 1968 abrió sucursal en Majadahonda el Banco Español de Crédito, provisionalmente en la calle Madrid, 6, domicilio de don Hipólito Bustillo Montero quien era corresponsal de Banesto y posteriormente, dos años después, en 1970 en Reyes Católicos, 1, a cuyo frente como director estaba don Antonio Vera Medina, manchego ilustre que también fue concejal del ayuntamiento majariego entre 1995 y 2011, cuatro legislaturas. Tan solo existían en la localidad la Caja Ibérica de Ahorro en esquina calle Mieses, cuyo primer director fue don Juan Carrasco, hijo del secretario del ayuntamiento, don Daniel Carrasco. También existía un corresponsal del Banco Popular Español cuyo director era don Esteban Rodríguez, dueño de la Ferretería La Maja. Posteriormente, en 1971-72 se instaló la Caja de Ahorros y Monte de Piedad de Madrid cuyo director durante muchos años fue don Luis Carretero Martín. Fueron los Bancos y Cajas de Ahorro importantes motores del proceso urbanístico de Majadahonda en el que iremos profundizando en otras ocasiones.
Artículo sabroso, lleno de anécdotas categóricas. Al jinete lo conocí ya en infantería, siempre jovial, con la misma proclama.
Gracias, Vicente, viniendo de un maestro anima a perseverar en el empeño. Efectivamente don Luis Sanz era un personaje muy interesante.
Buenas tardes, el señor del caballo, padre de Arturo Sanz Millán se llamaba Luis Sanz Hernández, no Julio, por lo demás el artículo me parece muy correcto e interesante. Un abrazo.
Hola, Tomás, tienes razón, no está bien cambiar los nombres propios a las personas. Es un desliz de falta de atención, mea culpa. De sobra sé yo que es Luis.
Muchas gracias.
Buenas tardes amigo Emilio, sí, se llamaba Luis Sanz.
El caballo chicuelo
Hola, José Francisco, el nombre del caballo, Chicuelo, me lo han dicho después de tener el artículo publicado. Tomo nota. Gracias.
Interesante historia, muy bien trabada. Como residente en Las Rozas desde 1975, y director de la Caja de Ahorros en esa localidad durante varios años (en coincidencia con Luis Carretero en Majadahonda), vi crecer ambas poblaciones gracias al trabajo y la ilusión de muchos de sus habitantes, antiguos y nuevos, y a la financiación hipotecaria, en particular de la Caja, ya que en aquellos tiempos a los Bancos no les interesaba ese tipo de operaciones por su escasa rentabilidad. Como curiosidad apuntaré que en 1975 el censo de Las Rozas era aproximadamente de 6.000 personas, y la mitad de ellas eran inmigrantes extremeños, sobre todo de la zona de La Vera, que habían llegado para la construcción de la autovía y allí se quedaron. En igual número y con la misma finalidad llegaron marroquíes, pero ellos volvieron a su tierra una vez acabadas las obras. Probablemente en Majadahonda no sucedió lo mismo, lo ignoro. Gracias por su aportación, la seguiré con interés.
Hola, Miguel Ángel. Muy interesante tu aportación. Los datos sobre las entidades bancarias de esa época me los ha facilitado Antonio Vera (Banesto), amigo de siempre.
Muchas gracias, un saludo.
Esta crónica está revelando que Emilio Pacheco es, sobre todo, un gran escritor. Enhorabuena.
Muchas gracias, Clara, intentaré no defraudar.