
Playa de Cabanas (A Coruña): «de gran calidad, tanto por sus características de agua, arena y amplitud como por sus instalaciones y servicios disponibles. Conocida igualmente como Playa de la Magdalena, se encuentra situada frente al pueblo de Pontedeume. Entorno semiurbano, arena blanca y fina, poco ventosa y con aguas tranquilas le confieren la propiedad ideal para disfrutar del sol, el baño y los deportes náuticos: windsurf, esquí náutico, vela y motonáutica. Pinar próximo con cierto equipamiento, área picnic. Zona de fondeo de embarcaciones. Situada en las inmediaciones del dique que canaliza la salida del río Eume. Propicia para recalar en una excursión por la ría de Ares» (GuíasMasMar.es).
VICENTE ARAGUAS. (16 de julio de 2025). El Camino: ¿qué necesidad?. De vez en cuando hay quien me pregunta, vista mi edad provecta, más próximo al Valle de Josafat que a la juventud dorada, qué se me pierde vestido de zangolotino, año tras año, acompañando (tirando, no, más bien son ellos los tiradores/ gastadores de cada una de las expediciones) a una alegre caterva estudiantil. Esto último tiene “un no sé qué que queda balbuciendo” y es que creo que me pasaré lo que me quede de tiempo activo recitando a San Juan de la Cruz. Porque la muchachada es aliterativa cuando no decididamente pleonásmica. Jóvenes alegres o alegre juventud, todo lo mismo. Entonces debo decir que voy con ellos, hacia ellos, entre ellos, porque son bullicio, algarabía, ánimo, esfuerzo, jaleo y no sé cuántas cosas más podría utilizar como definitivas de su actitud, Claro que ellos y yo emprendemos el Camino, el Inglés, que es el nuestro, porque como dijo Sir Edmund Hillary cuando le preguntaron la razón de su deseo de coronar el Everest: “Porque está ahí.” Ni más ni menos. Y el Camino lo emprendamos desde cualquier lado o arista, está donde debe, llamando nuestra atención, atrayéndonos (a mí al menos) como esa “Romanza” del “Concertino”, de Salvador Bacarisse, que escucho en bucle estos días febriles de verano y deseo de ponerme en marcha de nuevo.

«Ellos y yo emprendemos el Camino, el Inglés, que es el nuestro, porque como dijo Sir Edmund Hillary cuando le preguntaron la razón de su deseo de coronar el Everest: “Porque está ahí.” Ni más ni menos».
LO QUE HAGO, ESTOY DE NUEVO ENTRE FERROL Y NEDA, YA DE VUELTA DE SANTIAGO, ES SUBIR A LA ERMITA DE CHAMORRO, advocación ferrolana por excelencia que nadie que visite la ciudad ilustrada debería perderse. Por su esencia, pero también por las vistas; abajo el Valle de Serantes y al fondo esa ría tan hermosa, tan estratégica, tan honda en el sentimiento de quienes la frecuentamos. Bien que, tantas veces desde la distancia, que puede y debe agudizar el sentimiento. Pero los alumnos que conmigo van, y yo con ellos, no suben a Chamorro sino que abordan otras alturas, entre Ferrol y Compostela (con los ángeles aquellos, que cantara Gerardo Diego), como Breamo, al salir de Pontedeume hacia Betanzos, al amanecer, con las piernas todavía frías en el preámbulo, como Vilacoba y Vizoño, en la etapa reina, como tantos repechos y repechones que alumbran nuestro “Camino de Perfección”. Y esta es otra de las razones de nuestro peregrinaje en busca de nosotros mismos. Otra razón de peso para emprender la ruta que une Ferrol y Compostela.

«Jóvenes alegres o alegre juventud, todo lo mismo. Entonces debo decir que voy con ellos, hacia ellos, entre ellos, porque son bullicio, algarabía, ánimo, esfuerzo, jaleo y no sé cuántas cosas más podría utilizar como definitivas de su actitud»
POR SENDEROS, CAMPOS, MONTAÑAS Y UNA PLAYA DE LAS MÁS SEÑORIALES DE GALICIA, Cabanas, con el Pinar de la Magdalena, elegante, asombroso y asombrado (y aquí entra Rosalía de Castro, nuestra poeta por excelencia con ese poema, musicado por Montes, que bien pudiera ser himno de Galicia: ”Negra sombra que me asombras”.) Que asombrar puede valer también para dar sombra, necesaria igualmente en un Camino Inglés donde la lluvia, tantas veces objeto de deseo, es algo muy extraño. Es más, a veces el sol golpea con cierta crueldad, y entonces se hace más duro el esfuerzo, lo que no deja de tener y ser premio. No por sacrificio sino, ya se dijo, por simple perfeccionamiento. Razón importante esta última, pero siempre subsidiaria del impulso juvenil, dígase de nuevo, que empuja al grupo. Alumnos míos, muchos, de viajes por Italia y, sobre todo, por ese planeta rotundo de la Poesía, que he venido explicando los últimos años en el Colegio Logos, y que me trajo a “Majadahonda Magazin” a raíz de la publicación de mi libro “Enseñando Poesía en la Escuela” (Sial/ Pigmalión). Y nunca estaré lo suficientemente agradecido. Porque habiendo escrito, haciéndolo todavía en tantos sitios, pocos como este medio, independiente, combativo, honesto, libre, que habita donde yo lo he venido haciendo durante casi ya medio siglo: Majadahonda. Sí.