“Es natural que un saludo cubano dirigido a estas Jornadas, y cuyo borrador se ha escrito parcialmente en Majadahonda —cerca, pues, de donde el próximo 19 de diciembre hará ochenta años que Pablo de la Torriente Brau murió defendiendo la República asesinada— recuerde algunos hechos: mientras en España un colectivo de personas entusiastas logra que se rinda homenaje a la Segunda República por los ochenta y cinco años de su proclamación, en Cuba se celebran los cincuenta y cinco de sucesos que culminaron en Playa Girón con el aplastamiento de la invasión mercenaria”. Luis Toledo Sande, licenciado en Estudios Cubanos y doctor en Ciencias Filológicas por la Universidad de La Habana, ha escrito estas palabras en su ponencia sobre “La República en la gran pantalla: Para mucho más que dos”.
Fue la intervención del autor en las XIV Jornadas sobre Cultura de la República [Española], que tuvieron lugar en la Universidad Autónoma de Madrid en abril y que este año trataron sobre la II República española y el cine. Allí abordó el film “Una vida para dos” (1984), documental patrocinado por el Instituto Cubano del Arte e Industria Cinematográficos, que se fundó en 1959. La película es una de las primeras realizadas por Gerardo Chijona, quien se había entrenado como asistente de dirección. Y transcurre con el testimonio de dos ancianos que hablan de su vida: “Empieza y termina en el Malecón de La Habana, no como escenario atractivo para turistas, sino como un componente visual y afectivo de identificación. La atinada banda sonora sirve de fondo a lo dicho por los protagonistas: el español Miguel Amántegui, de Menorca, y la cubana Francisca Pérez, Panchita, de La Habana probablemente. Desde la lealtad a la Historia con mayúscula, se combinan la historia de amor entre ambos y la del contexto en que la han vivido”, dice Luis Toledo Sande. Y es entonces cuando menciona a un personaje poco conocido que murió en Majadahonda tras un periplo similar al de la pareja de la película: el periodista Pablo de la Torriente Brau.
Corresponsal de guerra, hoy da nombre al Centro Cultural Pablo de la Torriente Brau, una institución cultural independiente, sin fines lucrativos, creada con el auspicio de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC). Y es que María del Pilar Alcolea le recordaba a Luis Toledo Sande que el poeta Miguel Hernández le dedicó un poema a Torriente tras su muerte en Majadahonda. Lo hacía con esta carta: “Estimado Luis: Desde la Celtiberia, un revolucionario saludo. Agradezco tu invitación y me honra. Especialmente me ha conmovido la muerte de Ruth, hermana del héroe internacionalista Pablo de la Torriente, herido de muerte en la batalla de Majadahonda. Tiene de particular para mí, Ruth, al igual que mi mama, son hermanas de camaradas del Batallón “El Campesino”, junto con Miguel Hernández, en el famoso “Batallón del Talento”, todos caídos en combate, que no muertos, ellas setenta años más tarde. La amistad de Miguel y Pablo, quedó inmortalizada en la “Elegía segunda”, escrita por Miguel en recuerdo de Pablo durante el largo y penoso trayecto hasta Barcelona, acompañando su cadáver. Comienza con este serventesio:
“Me quedaré en España, compañero”
me dijiste con gesto enamorado.
Y al fin sin tu edificio tronante de guerrero
en la hierba de España te has quedado.”
Esta elegía fue ampliamente comentada en la edición facsímil de “Vientos del pueblo”, poemario de Miguel Hernández.