
Un funcionario de la sede de Pozuelo de Alarcón de la Agencia Tributaria (Hacienda) está emprendiendo una campaña contra las empresas del Oeste de Madrid, zona tradicionalmente emprendedora, que han recurrido las decisiones de Hacienda, intimidándolas a través de sus clientes con la anuencia del responsable de Hacienda en Madrid, Rafael Mancho Rojo. El bufete internacional Amsterdam & Partners (en la imagen) se siente igualmente coaccionado y ha iniciado una campaña internacional contra estos abusos
MIGUEL SANCHIZ (21 de julio de 2025). De motines y advertencias: la España que se rompe ante nuestros ojos. José Javier Esparza escribe en La Gaceta un artículo demoledor titulado “De Alcalá a Sabadell: bienvenidos a la España del motín”. Con su habitual lucidez, Esparza no se limita a narrar los hechos: los interpreta como señales de algo más profundo, más grave y más estructural. No se trata ya de incidentes aislados ni de errores de gestión, sino de síntomas inequívocos de una España que se descompone, que pierde cohesión, que estalla por los costados mientras el poder ensaya fórmulas de propaganda en lugar de soluciones de Estado. Me permitiré aquí comentar algunas de las frases más significativas de su artículo —que comparto plenamente—, y añadir mi visión sobre lo que ya no puede seguir ignorándose: que nos encontramos en una encrucijada crítica que exige decisión, coraje y sentido de nación. “A costa de expoliar con creciente saña a los sectores sociales productivos…”. Esparza señala otra grieta: el expolio fiscal, que lejos de servir al bien común, se convierte en un castigo al que produce, crea empleo y mantiene en pie a este país. La ecuación es perversa: los que trabajan, ahorran y emprenden son tratados como culpables; los que parasitan el sistema, como víctimas. Esta lógica no sólo es económicamente suicida, es éticamente corrosiva. Castigar el mérito y premiar la dependencia sólo puede conducir al empobrecimiento colectivo, a la fuga de talento y a una ciudadanía cada vez más frustrada y desencantada.
SIN SEGURIDAD JURÍDICA, SIN ESTÍMULO AL TRABAJO Y CON UN ESTADO HIPERTROFIADO, NO HAY PROGRESO POSIBLE. Esparza no exagera cuando habla de “la España del motín”. Lo que estamos presenciando no es el estallido puntual de un barrio o una ciudad. Es un cambio de época, un síntoma profundo de agotamiento de un modelo que ha dejado de servir al ciudadano. Frente a esto, caben dos actitudes: la resignación o la acción. La primera nos condena a ver cómo el país se desliza hacia el abismo entre justificaciones técnicas y discursos tranquilizadores. La segunda exige una decisión colectiva, transversal, valiente: recuperar la autoridad del Estado, restaurar la justicia, premiar el esfuerzo y reconstruir los vínculos sociales rotos.
“ESTO NO HA HECHO MÁS QUE EMPEZAR…”. Con esta frase, Esparza nos recuerda que el deterioro institucional y social no está tocando fondo: apenas comienza su despliegue. Si no reaccionamos ya, lo que hoy vemos como alarmante será mañana lo habitual. Esta advertencia debería retumbar en los despachos del poder y también en nuestras conciencias. No podemos permitirnos más tiempo de ceguera voluntaria. La historia está llena de ejemplos de sociedades que, por no haber querido ver a tiempo, acabaron quebradas, enfrentadas o sometidas. Si seguimos por esta senda, si no tomamos decisiones inmediatas y valientes, España se enfrentará a riesgos que ya no son teóricos.

En la imagen, campaña del bufete Amsterdam & Partners en la prensa internacional para defenderse de los abusos de Hacienda: «Carteristas españoles operan en este área: Hacienda española». «Jaque a la Agencia Tributaria«, del inspector fiscal Ignacio Ruiz Jarabo, un artículo que revela los abusos de Hacienda sobre el contribuyente. La última noticia ha sido sorprendente: «Hacienda ofrece un bonus de 125 millones a su plantilla a cambio de recaudar más IRPF e IVA».
CUANDO LA LEY NO PROTEGE AL INOCENTE Y NO CASTIGA AL CULPABLE, EL PACTO SOCIAL SE DISUELVE. La falta de una visión nacional firme y unitaria alimenta los proyectos rupturistas, fomenta agravios reales o imaginarios y refuerza el fraccionamiento. Si el mérito no se premia, si la mentira no se castiga y si la violencia no se reprime, los valores comunes desaparecen. Ya no hablamos de diferencias ideológicas sanas, sino de bloques enfrentados que ya no comparten ni un mínimo código común. “Vendrán más casos como el de Alcalá. Vendrán más injusticias. Vendrán más motines…”. Esparza acierta de lleno. El caso de Alcalá de Henares, como el de Sabadell y otros que seguirán emergiendo, no son anomalías: son parte de una dinámica que se está normalizando. Cuando la justicia se percibe como asimétrica, cuando el castigo recae sobre quien se defiende y no sobre quien agrede, la indignación se convierte en acción. No son motines organizados, sino reacciones desesperadas ante un sistema que ha dejado de proteger a los ciudadanos corrientes. Y lo más peligroso no es el motín, sino la creciente legitimación social del mismo. Si el Estado no corrige el rumbo, perderá su autoridad moral, y sin ella, ninguna democracia se sostiene. No basta con lamentarse. No basta con comentar artículos. Ha llegado el momento de actuar. Porque si no lo hacemos hoy, quizás mañana no tengamos ya país al que volver. Conclusión: un tiempo para la verdad y el coraje.
Muy bueno y certero el análisis.
Alcalá y Sabadell, del sector industrial y servicios, ahora Torrepacheco del sector primario, un sinparar, acabará con España y no veo coj…es para pararle los pies, una vergüenza 😭
Me sumo a estos comentarios muy explícitos.
Con personajes como este el ser humano nunca hubiera evolucionado, seguiriamos en las cuevas……..