JOSÉ Mª BABOT VIZCAÍNO. Desde que arribó al poder la izquierda, y puede que desde antes, se está bramando o solicitando, que no pidiendo, siempre por la misma izquierda, que el Valle de los Caídos, en su totalidad, sea totalmente desmembrado y aniquilado, ya que no se puede decir que lo están desmantelando. Y si no se opone una resistencia brutal, todo llegará. Este más que formidable monumento no solo no debe ser desmantelado, sino que debiera ser ensalzado por la obra que es. Una verdadera obra de ingeniería, única en todo el mundo, ya que la cruz, ese magnífico y magnánimo monumento, mide la nada friolera cantidad de 150 metros de altura, y sus brazos miden 46 metros. Cruz que trajo de cabeza a sus emprendedores y constructores, por supuesto, porque levantar esa grandioso monumento, levantar los brazos de la cruz, a 125 metros de altura y sin andamiaje, era de una insolencia tremenda hacia las nubes. Y desde las alturas, sin que pareciera enana, podía ser juzgada como ridícula, pero no: lo cierto es que se levantó este imponente y maravilloso monumento que, ahora la izquierda, esa izquierda rancia, cavernícola y destructora, quiere que desaparezca de nuestra tierra.


Babot Vizcaino

Y eso que varios ilustres arquitectos, ante este gigantesco proyecto, retrocedieron ante tamaña obra. Es de cemento armado y empezó su construcción de cimentación en junio de 1950 terminando en 1954. Es única en el mundo y el personal que participó en su levantamiento eran personas ajenas al miedo a las alturas, carecían del sentido del riesgo. Jugaron, día a día, con la muerte, pero ellos… pese a toda clase de inclemencias de todo tipo, la levantaron. Su peso total es de 141 millones de kgs. Los cuatro evangelistas que hay al pie de la misma miden cada uno 18 metros de altura, junto con las esculturas, obra de Juan de Avalos, artista que era militante del PSOE.

Juan de Avalos, el artista y militante del PSOE que esculpió el Valle de los Caídos

En el interior hay una escalera y un ascensor, pudiendo ascender hasta los brazos de ella, que también son practicables. Y para subir hasta el final existe una escalera de caracol. Hay que recordar que las inclemencias del tiempo, en verano e invierno, sus ventarrones en aquéllas zonas y demás imprevistos, hacen que el levantamiento de esa obra monumental no se pueda ni deba derribar ni obviar. El odio se manifiesta totalmente, espeluznante, con toda su crudeza, en querer destruir este monumento. Es como si derribaran el Cerro de los Ángeles u otro monumento de esa calidad y magnanimidad. Me viene a la memoria, aquí en Majadahonda, una poesía, de «La Venganza de Don Mendo» de Pedro Muñoz Seca, que rememora a España lo que fue y es ahora, que dice, a buen entendedor…: Don Mendo se dirige a Azofaifa:
«Mora en otro tiempo atlética / y hoy enfermiza y escuálida / a quien la pasión frenética / trocó, de hermosa crisálida / en mariposa sintética».

Majadahonda Magazin