FEDERICO UTRERA. Solo 4 personas se salieron de la sala en el minuto 90, cuando ya prácticamente concluía la representación. El resto de los casi 350 espectadores que poblaban la platea y laterales del Teatro Carmen Conde de la Casa de la Cultura de Majadahonda aplaudieron durante casi 2 minutos el final de la escenificación musical de la desconocida historia de amor entre la feminista Elisabeth Asquith Bibesco y el político y abogado José Antonio Primo de Rivera. Una historia de hora y media que adentra por una intriga que acaba con la vida de un personaje clave en la historia de España del siglo XX por la que aparecen también Azaña, Largo Caballero, Franco, Federico García Lorca y Queipo de Llano. Al musical asistió el embajador de Rusia, Yuri Korchagin, Manuel Gasset, de la Fundación Ortega-Marañón, acompañado de la consultora financiera Cristina Cabanas y hasta la costurera de los Primo de Rivera, la majariega María García, que concedió una entrevista a MJD Magazin. Por el Ayuntamiento acudieron el alcalde Narciso de Foxá, y los concejales María José Montón y Manuel Troitiño. También muchas cámaras y periodistas conocidos, entre ellos un equipo de La Sexta, que realizó numerosas entrevistas a los espectadores.
¿Por qué casi nadie se movió de su silla durante 90 minutos? El musical se sostiene con ritmo, el guión resulta entretenido, también formativo y en absoluto dogmático aunque ensalza la figura del protagonista no en el plano político sino sentimental y apunta a su clandestina pareja –siempre la mujer culpable– de sus desdichas por un infortunado acto de amor. La introducción del vídeo en la escena resulta novedosa, muy bien ejecutada técnicamente, al igual que la luz y el sonido –apenas un par de disfunciones con los micrófonos que solo duraron segundos–, aunque quizás demasiado realista. Esto satisface al público presente de mayor edad pero le aleja de las corrientes estéticas conceptuales más contemporáneas que, sin recurrir al abstracto, juegan algo más poéticamente con los decorados audiovisuales.
Hasta Picasso lo hacía así cuando ofrecía sus pinturas como telón de fondo y a veces también como telón de boca en los ballets “Parade” o “Icaro”. La dramatización también resultó una sorpresa: el vasco Juan Carlos Barona, vecino de Boadilla, en su papel estelar, sobresale con sus evidentes dotes de interpretación aunque los demás no le desmerecen: Sonia Reig (Elisabeth), Paco Prado (Azaña) y los demás actores y actrices de reparto, que en el caso de Fernando Alvarez de Lara llegan a interpretar hasta a 8 personajes distintos. Otros, desde el poeta Federico García Lorca al joven miliciano que hoy se asemejaría a algún militante de Podemos –quizás el más destacado y logrado– que interpretan, bailan y cantan a un ritmo endiablado pero que permite mantener la tensión escénica de principio a fin.
La música de Mario Gosálvez y Andrés Sáenz es también un gran hallazgo y hay canciones dignas de incluirse en una selección para comercializar una futura banda sonora. Es ahí donde emerge la magistral voz de Eduvigis Monagas, una joven soprano que comenzó sus estudios de técnica vocal e interpretación con Diana Somkhieva, profesora superior y doctorada en canto en Rusia y que estudió con la catedrática en Canto, Teresa Novoa, finalizando sus estudios superiores de licenciatura de Canto en el Conservatorio Superior de Vigo, Escuela Superior de Canto de Madrid y también en Alemania con la cantante Cheryl Studer, en la Hoschule fur Musik. Ya no es solo la belleza de Edu la que deslumbra sino su portentosa voz, que eclipsa a las demás rayando éstas a una altura bastante notable y en la que solo algunos abruptos finales desmerecen algo el compás de la representación. Coreografía, Ballet, Vestuario, Infografía, Fotografía, etc… también obtienen un notable alto. (Seguir leyendo en la siguiente crónica).