SONIA BLUE. La preocupación por la denominada como «España Vacía» crece entre los habitantes de estas regiones y las iniciativas destinadas a revertirla crecen día a día. Una de las peculiares heroínas es Charo Bueno y su esposo Tomás, que residen en Majadahonda y han rehabilitado una casa rural en un pequeño pueblo de Zaragoza llamado La Vilueña. Y es que entre aquellos a los que dedica sus esfuerzos y desvelos a crear riqueza en la España profunda se encuentra esta majariega. Charo Bueno, nacida en el pueblo y dueña de la casa rural «Entrefrutales» junto a su esposo Tomás cuenta a los periodistas Laura Uranga y Pablo Ferrer que «los avatares de la vida la llevaron a residir en Majadahonda, a las afueras de Madrid, pero viene al pueblo a menudo y dispone de la ayuda de Raquel, una vecina, para preparar la casa cuando hay visitantes. Se trata de una de las viviendas rurales de uso turístico más conocidas de la comarca», detalla en el diario El Heraldo de Aragón.


«Charo y su hermana estudiaron desde muy pequeña en las Anas de Zaragoza. “Mi hermana –recuerda Charo– se metió monja y tras pasar por varios destinos, que incluyeron India, Filipinas y Australia, regresó a Zaragoza y está nuevamente en el colegio de las Anas. Yo hice Filología Inglesa, conocí a mi marido en Zaragoza, es de Cubel, de aquí cerca. Tras casarnos vivimos un año en Sant Cugat y 14 en Logroño; él fue de coordinador al Colegio Universitario de La Rioja, y creó allá la UNED, amén de dirigirla. Yo estaba de profesora de inglés en la Escuela de Ingenieros Técnicos de Logroño».

«En 1986 ganó oposiciones para la sede central y tras un año en el que Tomás estuvo yendo y viniendo, marchamos todos a Madrid, ya habían nacido nuestros tres hijos. Ahí seguimos, aunque volvemos a La Vilueña todo lo que podemos. Estuvimos trabajando hasta 2011, él en la UNED y yo en la facultad de Económicas de la Complutense, donde enseñaba inglés con fines específicos. Nos jubilamos antes de estar gagás –ríe– y además habíamos decidido abrir la casa rural en 2008. Un año antes habíamos empezado a restaurar esta casa, y los hijos nos convencieron de darle este uso a las dos plantas superiores, quedándonos nosotros en la baja. Solamente trabajamos con alquiler completo: son seis habitaciones, todas con baño, una de ellas con jacuzzi”, continua el reportaje.

Y concluye: «Charo está satisfecha con la iniciativa. “Hasta ahora hemos tenido mucha suerte con los clientes, siempre respetuosos con el entorno; tenemos una altísima valoración en «Top rural» después de una década, 9,8, y no es fácil mantener esa cifra. Gracias a los años de docencia enseguida conoces a la gente, y tratamos de adelantarnos siempre a sus peticiones, además de solventar con y detalles cualquier situación. Tenemos buenas instalaciones, pero el trato es fundamental”. La alucinante bodega, a la que se accede por una trampilla, es un lugar privilegiado que Tomás ha mimado. En las habitaciones y el patio, los murales y detalles pictóricos del uruguayo Daluz son un regalo para la vista», finaliza la periodista Laura Uranga y Pablo Ferrer.

Majadahonda Magazin