ELENA MARTICORENA. En esta segunda parte de la entrevista realizada a Manuel Barranco Roda, poeta y hostelero, el escritor madrileño confiesa a Majadahonda Magazin que sus primeros textos datan del año 87: «Escribo desde niño, tengo algunos relatos guardados del año 87, muy inocentes, que de vez en cuando me gusta leer. Con 7 años, por un accidente, me quemé la cara y estuve bastante tiempo sin ir a la escuela. Cuando regresé a ella, Don Gilberto, mi maestro, me sentó a su lado para practicar la lectura y eligió para mí a Federico García Lorca. Salieron tantos versos como estrellas en el cielo. Siempre he tenido mucha imaginación», explica el autor. Y cuando se le pregunta si el salto a la literatura fue buscado o inesperado, responde: «Creo que fue buscado, con un poco de escepticismo, deseando ampliar mi círculo de lectores y salir de mi zona de confort, que estaba limitada a amigos y familiares. Mandé mi manuscrito «La rutina convertida en poesía» a la editorial ECU en Alicante, y les gustó lo suficiente como para publicarlo. Más adelante, con ellos, publiqué «Telaraña del Tiempo«. Luego me ofrecieron publicar con Esstudio Ediciones, una editorial de Madrid. A partir de ahí, fue un no parar de libros: «La Luna te mira desde el otro lado», «Lolotónico», «Aforismo: Una frase para todo», «Los Versos Escondidos», «90 Dalias pintadas en Verso» y actualmente, estamos trabajando en un cuento para niños titulado «El Mundo de los Gatulónicos: Mil y Un Gatos» y en un poemario de haikus llamado «180°». También estamos participando en antologías benéficas. Estoy muy contento con mi trayectoria profesional y emocionado por lo que está por venir».
¿Cómo surge la idea de escribir tu primer libro de poemas “La rutina convertida en poesía”? –Fue por la necesidad de comunicarme con mi entorno. Después de un cambio traumático en mi adolescencia, el tiempo, como en muchas ocasiones, lo convirtió en algo positivo. Escribir se me daba mejor que hablar y expresar los sentimientos era, y lo sigue siendo, una de mis necesidades. Este poemario fue mi paso de niño a adulto. ¿En que te inspiraste? –Me inspiré en mi vida, en la rutina del día a día y en todas las personas que me han acompañado en ese viaje. En la esencia de mi existencia hallé mi musa, tejida entre los hilos de lo cotidiano. La rutina es un lienzo donde cada pincelada del día a día cobra vida, inspirando el vuelo de las palabras. Cada amanecer es un poema por escribir; cada anochecer, un verso que susurrar al mundo. Y en este viaje efímero, cada encuentro y despedida son versos entrelazados en la épica de mi alma poética.
¿Cuánto tiempo tardaste en escribir el poemario? –Tardé mucho tiempo, no te lo puedo medir con exactitud. Al escribir sobre mi vida, la vida seguía su curso, extendiendo los versos de mi destino. ¿Qué balance haces de la acogida que tuvo? –Fue muy buena. Me dio la fuerza necesaria para seguir escribiendo y la oportunidad de conocer a personas únicas y maravillosas. También tengo anécdotas divertidas, como una en particular: Una lectora me envió un enorme ramo de rosas amarillas al restaurante familiar donde trabajo. La peculiaridad fue que su entrega coincidió con la hora de la comida, y el comedor estaba lleno. El repartidor buscaba que le firmara el recibo y ¡resulta que llevaba mi propio libro para que se lo dedicara a mi admiradora!. Tuve que interrumpir mi trabajo para que el mensajero llevara de regreso el libro a Tarragona. Todo el mundo me miraba, ya que siempre he sido muy tímido, y muchos ni siquiera sabían que era poeta, y mucho menos escritor. Fue una experiencia muy divertida.
La Feria del Libro en Majadahonda.
UN ÉXITO ¡¡¡¡