Emmanuel Rodríguez: «Madrid aparece partida, separada en dos, según una gran diagonal que separa el Norte-Oeste del Sur-Este, al tiempo que existe un patrón secundario centro-periferia»

EMMANUEL RODRÍGUEZ. *Historiador, sociólogo y ensayista. La cuestión no es por qué ha ganado Ayuso, sino por qué su formación lleva victoria tras victoria durante 32 años, esto es: ¿cómo explicar el largo gobierno popular?. ¿Cómo analizar tal persistencia política? Y sobre todo, cómo hacerlo en una región donde, en 2021, después de que el 57% de los electores votara a opciones de derecha, casi el 35% de la población se declaraba en primera opción como “progresista”, “socialista” o “socialdemócrata” y el 12,5% como “comunista”, “ecologista” o “feminista”, frente a solo el 32% que se declaraba como “conservador”, “demócrata cristiano” o “liberal”. O si se prefiere en una escala de izquierda-derecha 0-10, el 31% era de izquierdas (1-3), el 28% de centro-izquierda (4-5) y el centro-derecha y la derecha (6-10) solo era preferido por el 32% de los electores?. ¿Qué hace a los madrileños de “izquierdas” votar tan masivamente a las “derechas” o sencillamente no votar?. Un vistazo al mapa electoral madrileño muestra una multitud de nichos electorales singulares, un caleidoscopio de muchas ciudades en las que se pueden observar zonas de voto masivo a distintos partidos [los grandes periódicos suelen ofrecer este tipo de mapas una vez cerrados los recuentos]. Así, existe el Madrid que vota a Podemos-Más Madrid en las zonas dominadas por las “clases creativas” más o menos jóvenes (de los distritos Centro y Arganzuela), el Madrid que vota masivamente a Vox en las secciones censales de casas militares y de la Guardia Civil, así como en los municipios de la cuarta corona sur de la región (pueblos de alta inmigración y clase media baja), etc. No obstante, más allá del detalle, la región sigue mostrando un patrón muy similar al que se forjó en los años del desarrollismo franquista, y que encontró sus primeras expresiones en las primeras elecciones democráticas de finales de los años setenta.


Emmanuel Rodríguez

«HAY 6 TIPOS DE MADRID DENTRO DE LA COMUNIDAD». Madrid aparece partida, separada en dos, según una gran diagonal que separa el norte-oeste del sur-este, al tiempo que existe un patrón secundario centro-periferia. Estas líneas se corresponden también con la gran divisoria histórica de renta y clase. El Madrid industrial comenzaba en las inmediaciones del Manzanares y del Jarama y se extendía hacia el sur y hacia el este, primero en los distritos de la ciudad (Usera, Villaverde, Vallecas, San Blas, etc.) y luego en las grandes ciudades obreras o semiobreras del sur (Leganes, Getafe, Parla, Fuenlabrada, Móstoles, etc.) y el este (San Fernando, Torrejón, Alcalá, etc.). Este arco sur-este, al que en ocasiones se podían añadir algunas bolsas del norte de Madrid (distritos de Tetuán, Fuencarral, Alcobendas, San Sebastián de los Reyes), constituía el “cinturón rojo” de Madrid, el bastión de las mayorías de izquierdas en la región de 1979 hasta 1995. Aún hoy en día, tras la debacle de la industria en la década de 1980 y 1990, la desarticulación de los “barrios obreros” en las sucesivas crisis de los años setenta, noventa y 2008, y también la terciarización de la economía regional, la aparición de una nueva clase media por elevación de las generaciones “obreras”, la creación de nuevos barrios de inmigración en las zonas con peor parque inmobiliario, etc., estas ciudades suelen disponer de mayorías de izquierda y de alcaldes socialistas, o incluso de IU y Podemos.


Emmanuel Rodríguez es editor y escritor de «Traficantes de Sueños«

«LAS CLASES MEDIAS TRADICIONALES DEL OESTE Y NORTE DE MADRID SON UNANIMES». De hecho, hoy, la pluralidad política está toda contenida en esta inmensa subregión metropolitana, el lugar donde realmente se disputa si el gobierno será de izquierda o de derecha. Así, cuando uno pasa el cursor por las secciones censales de los distritos y poblaciones del Norte y Oeste, observará no sólo que el voto a los populares suele sobrepasar el 60%, sino que el voto a las derechas sobrepasa por lo general el 80%. Las clases medias madrileñas, especialmente las viejas clases medias tradicionales, son unánimes. Lo extraño en estos barrios no es que alguien vote a Podemos, sino al PSOE más moderado. Para el acomodado votante de Pozuelo, Aravaca, Majadahonda o de los barrios de Salamanca o Chamberí, el voto no es apenas objeto de duda, pasado el efecto Ciudadanos: o PP o Vox. La certeza apenas se acompañará con algunos chascarrillos sobre el desastroso gobierno de Sánchez, declaraciones solemnes sobre la ruptura de la unidad de España o “bromillas” sobre las ocurrencias de Ayuso.

Emmanuel Rodríguez con uno de sus libros

TRES ARQUETIPOS DE VOTANTES. Pongamos ahora estos tres bloques de candidatos en el mismo belén. En el lado del PSOE, el espejo realizado del sueño obrero, la historia cumplida de una clase trabajadora disciplinada y abnegada que deja un futuro mejor a sus hijos. En el de los populares, una aristócrata antisistema capaz de hablar la “lengua del pueblo” y de estimular sus más recónditos deseos de propiedad, progreso y destrucción de cualquier cosa que suene a común. Y por último, las brillantes chicas y los magníficos chicos de la nueva izquierda, que hablan de “no dejar a nadie atrás”, de ser la “voz del pueblo” y los adalides del Estado del bienestar, pero que en estilo, formas de expresión y ambiciones apenas ocultas, siguen siendo el espejo de las clases medias profesionales.

Libro de Emmanuel Rodríguez

YA SOLO EXISTE LA «IZQUIERDA DE REPRESENTACION». Desde entonces, la izquierda madrileña, como la izquierda en general, ha carecido de imaginación e inteligencia, pero sobre todo de base social. Si se atiende al mensaje último que desprenden los candidatos, el mismo que reconocen sus electores potenciales (en cualquier conversación, comida, etc.), lo que vemos es: de una banda, a los chicos buenos del PSOE, que nos ofrecen una imagen de pasividad y progreso que ya pocos creen; y de otra, la retórica atropellada del compromiso y la radicalidad, en la boca de “personalidades” sociales que en sus formas de estar y de mirar dicen casi lo contrario. La conclusión de la primera parte de esta serie es, por eso, sencillísima: la izquierda ha perdido y lo seguirá haciendo porque no existe. O mejor dicho, porque existe solo como izquierda, esto es, como representación y cuerpo de representantes, sin fuerza material alguna para imponerse. De hecho, mientras la política de izquierda siga siendo una política de retórica e indignación moral, de grandes declaraciones y tuits rutilantes, de figurines y figurones, su posición electoral seguirá condenada. Al fin y al cabo, la política es un juego de poderes, y el único poder que tienen aquellos que no lo tienen está en su “asociación”. Para la izquierda que quiera serlo solo hay un programa: centros sociales, ateneos, sindicatos, cooperativas y conflicto, mucho conflicto. Pero no nos apresuremos, todavía hay mucho más que explicar sobre por qué Madrid no es ya de izquierdas. Lea el artículo completo pinchando aquí.

 

 

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