
Maestro y pupilo compartían la búsqueda de la verdad, pero no siempre estuvieron de acuerdo en su naturaleza y en el camino para alcanzarla. Ahora, en el Más Allá, ya sin tribunales atenienses ni manuscritos que perpetúen sus palabras, Sócrates y Platón se encuentran en un último diálogo desde la ciudad de Majadahonda (Madrid).
MIGUEL SANCHIZ. (6 de julio de 2025). Encuentro: Sócrates Vs. Platón. La historia del pensamiento occidental no puede contarse sin la sombra de Sócrates y Platón, maestro y discípulo, pilares de la filosofía, cuyas ideas siguen resonando a través de los siglos. Sócrates, el provocador incansable, el hombre que prefería las preguntas a las respuestas, que desafiaba a los poderosos con su método dialéctico y que eligió la cicuta antes que traicionar su conciencia. Platón, su más ilustre alumno, el arquitecto del mundo de las ideas, quien transformó las enseñanzas de su maestro en diálogos inmortales y sentó las bases de la metafísica, la ética y la política. Pero si bien Platón se encargó de inmortalizar a Sócrates, ¿lo hizo fielmente? ¿Habría estado Sócrates de acuerdo con las doctrinas que su discípulo desarrolló después de su muerte? ¿Era la teoría de las ideas una consecuencia natural de su enseñanza o una interpretación que lo alejaba de su esencia? Maestro y pupilo compartían la búsqueda de la verdad, pero no siempre estuvieron de acuerdo en su naturaleza y en el camino para alcanzarla. Ahora, en el Más Allá, ya sin tribunales atenienses ni manuscritos que perpetúen sus palabras, Sócrates y Platón se encuentran en un último diálogo desde la ciudad de Majadahonda (Madrid).
¿QUÉ ES LA VERDAD? ¿ES POSIBLE CONOCERLA? ¿ES EL MUNDO DE LAS IDEAS UNA REVELACIÓN O UNA ILUSIÓN? En este encuentro fuera del tiempo, la filosofía vuelve a su origen: la conversación sin miedo, la pregunta sin límites, la razón como única guía. Un ágora infinita, sin muros ni columnas, donde el suelo de mármol blanco se extiende hasta donde alcanza la vista. El cielo es de un azul inmutable, sin sol ni sombras. Dos figuras caminan en un diálogo eterno: Sócrates, con su porte humilde y su andar pausado, y Platón, con la mirada inquisitiva del que busca definir la verdad.
Sócrates: Platón, mi querido discípulo, veo que la muerte no nos ha librado de la búsqueda. Seguimos atrapados en la conversación.
Platón: No estamos atrapados, maestro, estamos donde siempre hemos estado: en la filosofía. Mientras haya diálogo, la verdad sigue viva.
Sócrates: ¡Ah, la verdad! Esa criatura esquiva… dime, ¿sigues creyendo que puede encerrarse en conceptos definitivos?
Platón: No encerrarla, sino comprenderla. Desde que bebiste la cicuta, he intentado dar forma a tus enseñanzas, construir un sistema que rescate la filosofía de la incertidumbre.

Sócrates, el provocador incansable, el hombre que prefería las preguntas a las respuestas. Platón, su más ilustre alumno, el arquitecto del mundo de las ideas
Sócrates: ¡Ah, la solidez! Siempre sospeché que intentarías domesticar la filosofía. Pero dime, ¿puede un río ser apresado en un puño sin perder su esencia?
Platón: No intento aprisionarla, sino darle una base firme. Sin estructura, el pensamiento se disuelve en opiniones sin fundamento. Comprendí que el mundo que percibimos no es más que una sombra de la verdadera realidad.
Sócrates: ¿Y cómo puedes estar seguro de que esa «realidad verdadera» existe?
Platón: Porque la razón nos lo indica. Todas las cosas bellas tienen algo en común, algo que las hace bellas. No es coincidencia. Debe existir una Belleza pura, una Idea inmutable que trascienda lo sensible.
Sócrates: Dime, Platón, ¿has visto alguna vez esa Belleza pura?
Platón: No con los ojos, pero sí con la mente.
Sócrates: ¡Ah! Entonces, ¿confías más en la mente que en los sentidos?
Platón: Desde luego. Los sentidos nos engañan. La vista nos muestra cosas que cambian, la memoria nos traiciona, el oído confunde lo que escucha. Solo la razón puede guiarnos a lo eterno.
Sócrates: ¿Y si la razón también fuera un engaño? ¿Si el hombre, en su necesidad de certeza, se construyera ilusiones solo para no admitir su ignorancia?
Platón: Si todo fuera ilusión, la filosofía se convertiría en un laberinto sin salida, donde cada argumento vale lo mismo que su contrario y el pensamiento pierde su propósito.
Sócrates: Pero si la filosofía se convierte en un conjunto de verdades definitivas, deja de ser filosofía. Se convierte en dogma.
Platón: No hablo de dogmas, maestro, sino de principios universales. Sin ellos, no podríamos distinguir lo justo de lo injusto, lo bello de lo vulgar, lo verdadero de lo falso.
Sócrates: ¿Y si la justicia, la belleza y la verdad no fueran absolutos, sino preguntas que debemos reformular en cada generación?
Platón: Eso nos llevaría al relativismo, donde todo es cuestionable y nada es cierto.
Sócrates: Y sin embargo, Platón, la historia nos muestra que muchas de las verdades de ayer fueron errores que el tiempo corrigió.
Platón: Entonces, ¿crees que nunca alcanzaremos la verdad?
Sócrates: Creo que la verdad no es un destino, sino un viaje.
Platón: ¿Y no es la meta de todo viaje llegar a algún lugar?
Sócrates: Tal vez. Pero dime, Platón, ¿qué es más importante: llegar o seguir caminando?
Platón: Si nunca llegamos, ¿cómo sabremos que hemos avanzado?
Sócrates: Porque cada pregunta nos hace más sabios, no por las respuestas que damos, sino por las que aún nos quedan por hacer.
Platón: Entonces admites que la filosofía necesita algo más que solo preguntas.
Sócrates: Y yo creo que sin preguntas, la filosofía deja de ser filosofía. Se convierte en dogma, en un eco vacío que repite respuestas sin cuestionarlas.
Platón: Tal vez ambas cosas sean ciertas.
Sócrates: Tal vez. Pero sigamos caminando, Platón. La verdad no nos espera en ningún sitio en particular, pero el camino sigue adelante. [El ágora infinita se extiende ante ellos. Las sombras de los dos filósofos se alargan sobre el mármol, como si la conversación no terminara aquí, sino que continuara en cada generación de pensadores que los lea, los discuta y los desafíe.]
A qué hora es?
Fuera de serie, diálogo en un tiempo inmortal, un lujo Miguel
mil gracias
¡Bravo Miguel! Te superas…
Muchas gracias 🙏