Poncio Pilatos se somete a la Entrevista Imposible de Miguel Sanchiz

MIGUEL SANCHIZ. Parece obligado, en estas fechas donde comienza la Semana Santa con este Domingo de Ramos (24 de marzo de 2024), buscar una Entrevista Imposible entre los personajes que la vivieron hace más de mil años o casi dos mil. Para respetar los sentimientos, entre ellos los míos, hay determinados personajes que no podemos utilizar en tema tan banal como una Entrevista Imposible. Por eso me he decidido por alguien que, siendo muy importante en la historia vivida, no hiera los sentimientos de los sufridos lectores y que, además, los dejará bastante sorprendidos. Porque, de esto es de lo que se trata: sorprender. Inmerso en esta galaxia especial a la que solo yo tengo acceso y en la que el pasado es presente y el futuro lo es todo y siempre, busqué y al fin, he dado con él: Poncio Pilatos. Se ha quedado sorprendido que alguien tuviera interés en entrevistarlo después de tantos años. Se mostraba renuente y hasta esquivo. Solo al saber el lugar donde iba a aparecer su entrevista, ha accedido, pues aunque ustedes no lo sepan, no solo llegamos lejos en el espacio geográfico a muchos lectores sino también a través del túnel de tiempo.


La Entrevista Imposible

Poncio, por favor, preséntese a nuestros lectores. –Soy Poncio Pilatos, un hombre que ha sido discutido, debatido y analizado a lo largo de los siglos. Nací en una familia noble en la Roma antigua y he tenido el privilegio de servir al Imperio en diversas capacidades. Sin embargo, mi nombre se ha vuelto famoso no tanto por mis logros, sino por una decisión mía que cambió la historia. Mi carrera política me llevó a ocupar el puesto de Prefecto de Judea, una región con su propia historia rica y compleja. Fue en este papel que me encontré en el centro de un tumultuoso episodio que resonaría a través de los siglos: el juicio y la crucifixión de un hombre llamado Jesús de Nazaret. Algunos me ven como un hombre que cedió a las presiones políticas y sociales de la época, mientras que otros argumentan que simplemente estaba haciendo cumplir la ley romana y manteniendo el orden público. Pero más allá de las opiniones y juicios de la historia, soy un ser humano con mis propias dudas, temores y luchas internas. Me encontré en una encrucijada moral y política, y tomé una decisión que, para bien o para mal, dejó una marca indeleble en la historia. En última instancia, me gustaría ser recordado como más que un nombre en los libros de historia, más que un símbolo de autoridad romana. Soy un ser humano imperfecto, como todos los demás, que se enfrentó a decisiones difíciles y cuyas acciones han tenido consecuencias que aún reverberan en el mundo moderno.

¿Cuál fue el proceso que te llevó a decidir condenar a Jesús a muerte?. –Mi decisión de condenar a Jesús a muerte fue el resultado de un proceso judicial muy acelerado por la insistencia de las autoridades religiosas judías, en las que, en principio, se presentaron acusaciones, meramente religiosas de blasfemia Si bien reconozco que hubo controversia en torno a la interpretación de sus acciones, al principio no encontré culpa contra aquel hombre. ¿Qué influencias crees que tuvieron un papel importante en tu decisión de condenarlo?. –Durante el juicio y el proceso de toma de decisiones, varias influencias tuvieron un impacto significativo en mi perspectiva. La presión política por mantener el orden público durante la festividad de la Pascua, era una preocupación constante, así como la necesidad de mantener la estabilidad del gobierno romano en Judea. Además, había tensiones sociales y religiosas en juego que no podían ignorarse. Por esta razón, después de que Caifás, el Sumo Sacerdote, me enviara a Jesús y al conocer que era de Judea, lo envié a Herodes Antipas, Rey de Judea. A Herodes lo que realmente le interesaba era que Jesús hiciera algún milagro en su presencia y al no lograrlo, sus soldados le pusieron una túnica y una corona de espinas y me lo devolvieron. Ellos lo que querían era que lo crucificara.

¿Consideraste todas las pruebas presentadas durante el juicio antes de dictar la sentencia?. –Sí, pero durante el juicio no hubo pruebas presentadas. Se escucharon testimonios de testigos y se consideraron los argumentos legales antes de dictar la sentencia. Sin embargo, debo reconocer que el contexto emocional y político del juicio podría haber influido en mi percepción de las pruebas presentadas. La verdad es que no hubo mucho tiempo de analizar las pruebas. Ellos querían Crucificarlo y el único que podía condenarlo a esa pena, era yo. Por eso las presiones. ¿Crees que tu decisión estuvo influenciada por presiones políticas o sociales?. –Es innegable que las presiones políticas y sociales ejercieron una influencia significativa en mi decisión. Como gobernante romano, era mi responsabilidad mantener el orden y la estabilidad en la región, y esto a menudo implicaba tomar decisiones difíciles que equilibraran los intereses del gobierno con las demandas del pueblo. Mi preocupación fundamental era mantener el orden. Estábamos en la Pascua y Jerusalem era un hervidero de gentes llegadas de todas partes.

¿Qué opinión tenías sobre las acusaciones específicas que se presentaron contra Jesús?. –Las acusaciones de blasfemia y sedición eran extremadamente graves y debían ser tratadas con seriedad. Se presentaron pruebas y testimonios que respaldaban estas acusaciones. Sin embargo, reconozco que hubo divergencias en la interpretación de sus acciones y enseñanzas. La blasfemia era un delito religioso y no era de mi incumbencia. La sedición sí era un delito contra Roma. Insisto: ellos querían crucificarlo. Les había sugerido que lo juzgara el Sanedrín y lo condenaran ellos, pero la lapidación, con ser terrible, era una condena muy localista, yo diría, poco vistosa. La crucifixión era más espectacular, ademas, era una condena romana del Imperio. Tenía más categoría, si es que hubiera categorías en las sentencias de muerte. Quiero decir: era más visible

¿Te sentiste personalmente convencido de la culpabilidad de Jesús, o actuaste más por conveniencia?. –Nunca estuve convencido de la culpabilidad de aquel hombre, al que solo conocía de oídas y muy poco. Era la primera vez que había aparecido por Jerusalem. Y es cierto que montó un gran escándalo al echar a los mercaderes del Templo. Para el Sanedrín y los mandatarios judíos, el mercado del templo era un espléndido negocio. No es que fuera un lucro personal, sino para las arcas del Templo. Nunca estuve convencido de su culpabilidad. Ademas, el consejo de mi esposa pesaba mucho en mi pensamiento. Las mujeres tienen un especial sentido de los semejantes. Ellos querían que lo crucificara. ¿Hubo algún momento durante el juicio en el que dudaste de tu decisión de condenarlo?. –Sí, como ser humano, experimenté momentos de duda y reflexión durante el juicio. Mi esposa Claudia Prócura, me envío un mensaje a través de un criado. Lo tengo grabado en mi memoria: «No te mezcles en el asunto de este justo porque hoy, por su causa, tuve un sueño que me hizo sufrir mucho». Las consecuencias de mis acciones pesaban en mi conciencia, pero al final creí que estaba actuando en interés del bien común y la estabilidad política. A fuer de sincero, lo del bien común no me importaba mucho cuando se trataba de judíos. También me amenazaron con denunciarme ante Tiberio por perdonar a quien se había nombrado Rey de los Judíos. Esto ya era más importante para mi seguridad personal y mi futuro político. Ésta y no otra fue la razón de mi sentencia, mi propia seguridad.


¿Qué peso tuvieron las protestas y las súplicas del pueblo en tu decisión?. –Las protestas y súplicas del pueblo ciertamente no influyeron en mi pensamiento, la amenaza de denunciarme ente Tiberio, como le he dicho, fue la razón fundamental, pero como gobernante tenía que tomar decisiones basadas en la denuncia de desafiar al César como Rey de los Judíos, eso pesaba mucho para mí. Por esta razón, hice colocar un texto en latín, arameo y judío que decía INRI, Jesús Nazareno Rey de los Judíos. Con esto me cubría ante Tiberio. Ese texto fui yo personalmente quién lo dictó.
¿Has reflexionado sobre las consecuencias de tu decisión en la historia y en tu propia conciencia? –Sí. Reconozco que mi papel en la condena de Jesús ha sido objeto de debate y controversia a lo largo de los siglos y continúo reflexionando sobre el impacto de mis acciones en el curso de la historia y en mi propio sentido de la moralidad y la responsabilidad. Aunque, donde estoy, las reflexiones sirven de poco, aquí no se reflexiona. Sí puedo decirle, para que sus lectores y Vd. lo vayan aprendiendo, que la vida es una sucesión de sorpresas y que sus lectores podrán quedar un tanto sorprendidos si se molestan en descubrir que el 25 de junio en la Iglesia Ortodoxa Etíope se celebra San Poncio Pilato. Sí, yo, para que vean lo que son las cosas. No es fácil entender a la gente.

 

 

Majadahonda Magazin