

–Siempre se nos ha criticado que los filósofos hablamos para nosotros mismos, que somos unos charlatanes y grandilocuentes, de forma que estamos intentando que la filosofía salga a la calle y se dé a conocer. En el congreso abordamos temas actuales que interesan como la globalización, el cambio climático o las consecuencias del sistema capitalista. Intentamos aclarar cuestiones y crear intereses.
Sin embargo, la Lomce no prevé un escenario académico favorable a esta disciplina. ¿Nuestra sociedad está cada vez más centrada en lo práctico?
–La Lomce dice que pretende conseguir ciudadanos autónomos, críticos, capaces de razonar y argumentar. Eso y filosofía tienen que ir de la mano. Queda muy bien en el papel, pero a lo mejor no les interesa tanto.

–Se está imponiendo una visión mercantilista de la enseñanza, guiada por criterios económicos. Hay una gran obstinación por parte del Ministerio por impulsar algunas materias por encima de otras, donde juega un papel importante el informe PISA. Hay muchas formas de leer el informe: una es que los alumnos no tienen buenos resultados en ciertas materias porque no tienen herramientas o habilidades. Se han quedado en lo simple: matemáticas y lengua.

–Sí, pero apenas tuvimos tiempo. Parte del problema es que la reforma se ha hecho con mucha prisa. El borrador de los currículos salió a finales de diciembre y el 3 de enero se acababa el plazo para presentar propuestas. La mayor parte del profesorado estábamos desesperados haciendo las evaluaciones, así que no teníamos tiempo para leer el BOE o abrir el correo para ver si había información nueva.
¿Os habéis reunido con el Ministerio de Educación?
–Sí. Las primeras reuniones que tuvimos fueron positivas: nos dijeron que no desaparecería del Bachillerato porque consideraban que era una materia instrumental muy importante. Pero la Lomce fue evolucionando y cambiaron de parecer. También nos hemos reunido con los diferentes grupos parlamentarios. A muchos del PP les parecía muy mal que se quitara la filosofía del Bachillerato y nos dijeron abiertamente que peleáramos. Si ves la trayectoria del PP respecto a la Educación, la eliminación de Filosofía no es coherente.

–Sospechamos que la incomodidad de la filosofía para los políticos es clara y por eso estamos en la cuerda floja. Creemos que hay un componente ideológico, que la eliminación de Filosofía en segundo de Bachillerato viene de un intento desesperado del Ministerio por imponer la Historia de España. Los alumnos la tendrán obligatoriamente en selectividad, sin poder optar a filosofía, como antes.
También es importante conocer la Historia de España.
–Indudablemente. Pero se deberían hacer programas racionales de Historia de España e Historia de la Filosofía. Los profesores de Historia coinciden en que es desastroso que los alumnos tengan que estudiar desde Atapuerca hasta anteayer en un año. Esa no es la forma de crear gusto ni interés por la Historia.
¿Habéis tenido apoyos a la hora de reivindicar vuestro papel en la educación?
–Sí. Por ejemplo, la Asociación Española de Historia de la Medicina, sin que nosotros se lo pidiéramos, nos mandó un manifiesto de apoyo dando razones de por qué su conjunto de médicos creen que en su formación había sido importante la filosofía.

–La autonomía de los centros educativos la pongo muy entre comillas. Si en mi centro quiero ofertar Historia de la Filosofía pero eso implica que aumenta el horario del centro de mi departamento y mi comunidad ya ha hecho su ajuste y no me deja tener más horas… El centro puede querer y tener alumnos que lo demanden, pero si no dispone de recursos da igual.
Su práctica desaparición, ¿desembocará en menos alumnos de Filosofía en la universidad?
–Si va desapareciendo en la Secundaria y en el Bachillerato, evidentemente habrá menos alumnos que la conocerán y menos posibilidades de que se interesen por ello.

–Los recortes ya han sido tan fuertes que difícilmente serán peores: ha habido aumento de horas lectivas, de número de alumnos por clase… La reducción de profesores ya ha sido extraordinaria. Los centros que más notarían el recorte serían aquellos que tengan números importantes de grupos de bachillerato.
Parece que la ley apuesta por “primero vivir y después filosofar”. ¿Qué perderán los alumnos sin filosofía en las aulas?
–Argumentación, lectura comprensiva, niveles de abstracción… Todo esto lo da la filosofía. Además de la actitud y reflexión crítica.

–Educación para la Ciudadanía creó una predisposición en contra de la Ética por parte del PP. La idea de introducir Ciudadanía y derechos humanos se empezó a fraguar con Aznar a través de diversos pactos con la UE, que decía que todos los países deberían de incluir una materia relativa a ello. Zapatero la hizo su bandera con unos contenidos que no agradaron, sobre todo al sector religioso. Sin embargo, la ética es fundamental. Una de nuestras grandes reclamaciones es que nuestros políticos sean éticos.

–Uno de los argumentos que esgrime el PP es que no importa la supresión porque después cursarán Filosofía en el Bachillerato. Pero hablamos de la enseñanza obligatoria: el Estado tiene que asegurarse de que nuestros ciudadanos se hayan podido plantear cuestiones necesarias para la vida individual y colectiva en la fase obligatoria. No es una cuestión de opinión: la reflexión es necesaria con independencia de las creencias religiosas o no de cada uno.

–Sí, para nosotros es un reto. Un alumno nunca pregunta para qué sirven las matemáticas. Aunque quizás esto ya ha cambiado: “¿Para qué quiero aprender a sumar si ya lo hace la maquinita?”. Ahí contestaría la filosofía: es importante que aprendamos a sumar y saber lo importante que es una operación matemática, porque nos ayudará a salir adelante y nuestra cabeza aprenderá a pensar.

–Para hacer personas. [sonríe] La utilidad inmediata puede parecer ajena a la vida, pero es importante que se trabaje porque necesitamos diálogo, argumentar y en especial seguir pensando, que es un quehacer absolutamente humano que nos define. Cuando impartimos clase en los institutos no estamos preparando a filósofos. Solamente pretendemos ayudar a organizar mejor las ideas y hacer preguntas. Un estudiante de ADE, por ejemplo, sin saberlo ha visto mucha filosofía: el fundamento del derecho o los tratados que estudia nos remiten a la filosofía. Existen porque alguien pensó: ¿Es imprescindible que vivamos en una sociedad? ¿Sirve cualquier regla para vivir en una sociedad? ¿Cualquier regla es válida para todos? ¿Es algo natural en el ser humano? ¿El fin justifica los medios? La filosofía ayuda a pensar y a vivir. Por eso la filosofía ayuda tanto al profesional de derecho, como al que se dedica a las matemáticas o al periodismo.
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