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Felicidad Blanc y Carmen Iglesias, viudas de los Panero

PAULA BERBELL. El escritor Francisco Umbral, tan arraigado en Majadahonda, escribió un retrato de época a propósito de Felicidad Blanc, madre y esposa de los poetas Panero, autora del desgarrador libro de memorias “Espejo de sombras”. Su recuerdo sirve de homenaje a la ciudad de Astorga, que celebra este 27 de julio las primeras Jornadas de Homenaje al poeta Juan Luis Panero con la presencia de su viuda, la médico Carmina Iglesias, que cerrará las jornadas en su clausura el jueves 28 de julio. Los cines Zoco de Majadahonda emiten también este 25 de agosto a las 20:45 horas, la mítica película “El Desencanto”(1976) sobre esta saga de poetas, film que tuvo su continuación conDespués de Tantos Años” de Ricardo Franco y el productor canario Andrés Santana. Y el pasaje umbraliano comienza así: “Me dicen que Alfonso Grosso va a ser director de La Estafeta Literaria. Que Pepe Caballero Bonald va a ser director de la Editora Nacional. Me dicen que el ministro Cabanillas va a asomarse al otro lado del espejo, ese espejo de sombras donde Felicidad Blanc ha escrito con voz temblorosa la verdad y la locura que toda mujer lleva dentro. Si es cierto que toda la cultura española va a ser ya de toda España, comprendo, entiendo y admiro la oportunidad, la intuición de Paco Nieva que, teniendo y trayendo tanta cultura del mundo, todavía sabe descubrir en Madrid -villa de Madrid, la llama el borrador de la Constitución, con minúscula entrañable-, la conciencia callejera, popular y femenina de una ciudad monstruizada por la dictadura”, escribía Umbral.


34284_2“Como una Juana Duval rubia y vieja, la Juana Duval de un Baudelaire que Madrid no tiene (a no ser que lo sea ese Leopoldo María Panero de madrugada, hijo pródigo de Felicia (Felicidad Blanc), como aquella Juana, mala musa maldita y profunda, «que diera de beber agua de sueño a los grandes desvencijados», y que algún biógrafo ve, ya en su decadencia, cual saco negro de carbón arrinconado por París, con la misma grandeza pequeña y canalla (lo canalla es la miseria que se cree sublime), doña Cocolito ilustra con un ramo de locura culta el horterismo, el multihorterismo de un Madrid neoyorquizante, apresurado, sobrealimentado y con hambre”, añadió.

bscap0126_zpsa08aad48Felicidad Blanc concedió numerosas entrevistas, pero existe una bastante significativa en la que alumbra antiguas sombras de su relación con Leopoldo Panero: «Yo sí creo en la literatura, y caigo conscientemente en la tentación literaria», dijo a “El País” Felicidad Blanc en la entrevista concedida con ocasión de la presentación de sus memorias en Madrid. «En mi vida, la literatura es tan importante: gran parte de esas sombras a que se refiere el título de mis memorias, son personajes literarios, que han cobrado tanta realidad en mí como muchas personas que he conocido y que he amado».

Felicidad Blanc con su libro "Espejo de sombras"

Felicidad Blanc con su libro «Espejo de sombras»

«Cuando se oye hablar a Felicidad Blanc se tiene la impresión de que ella misma es un personaje de ficción con la fragilidad de una porcelana y esa extraña, algunas veces rotunda fuerza que se esconde tras los velos de sus abanicos, de sus palabras. “Espejo de sombras”, el título de su libro, habla precisamente de esa vocación literaria, de esa voluntad de autoconvertirse, desde la vida misma, en un personaje proustiano: «Soy una mujer del siglo pasado. En mi infancia se percibían todavía los resplandores del siglo XIX, y algo he conservado. Quizá la capacidad de soñar, de volver siempre al recuerdo, y de seguir siendo esa niña que llora sin llorar, que aparece en una de las fotos de mi libro. Por todo esto no me ha sido difícil escribir el libro, recuperar en tres meses mi pasado. Me he sentado ante el magnetofón y me consta que muchas páginas han sido transcritas directamente… El pasado viene a mí porque, en realidad, siempre viví con los ojos puestos en él: incluso siento que vivo el presente para recordarlo o como si ya fuera pasado… todo esto, y mis amores, y mi soledad terrible, y el no haber encontrado el gran amor que buscaba”, declaraba.


Leopoldo Panero, y Luis Cernuda en las Misiones Pedagógicas de la República

Leopoldo Panero, María Zambrano y Luis Cernuda en las Misiones Pedagógicas de la República

El amor, como salvación, y por él, la literatura, también salvación: «El amor pasó varias veces por mi vida… Me enamoré de Luis Cernuda, y salté su timidez. El amor fue entonces una despedida con el aire de parque londinense… él se iba a América, yo volvía a España, y lo que pudo ser, o quizá fue, el gran amor que él y yo buscábamos, se hizo sólo un recuerdo. Cuando leí “El Regreso”, de Calvert Casey, o su dedicatoria nostálgica, supe que aquel podía haber sido, era ya, un amor importante. Pero él se había dado muerte en Roma, y mi amor fue, otra vez, un terrible recuerdo, una hermosa despedida… Ya ves. De estas cosas hablo yo en mi libro. De mi vida no demasiado feliz, y también de los momentos duros de mi matrimonio. De los veranos felices en Astorga, y de la reciente despedida de ese pueblo que tanto amé... No he querido contestar a las cosas terribles que han dicho y escrito en Astorga de mí y de mis hijos. He preferido el silencio: ellos quieren defender la imagen de mi marido, de Leopoldo Panero insultando de manera terrible a sus hijos. No pueden acertar: para Leopoldo, para todos los padres, sus hijos, con las equivocaciones que puedan tener, son siempre lo más importante. A mí eso es lo que más me duele, porque en Astorga pasamos los tiempos más felices de nuestro matrimonio».

Carmina Iglesias, viuda de Juan Luis Panero

Carmina Iglesias, viuda de Juan Luis Panero

Felicidad Blanc era nostalgia, sobre todo, de lo que no fue: «He buscado escribiendo mis memorias, la identidad perdida. Volver a ser Felicidad Blanc, más allá de ese nombre de viuda de Panero que llevo conmigo. Y más allá también de la incompleta figura que muestro en «El desencanto». El libro me enseñó cómo soy. Y a los que me rodean, cómo los veo. No trato, ni he tratado nunca, de atacar a nadie. A veces, cuando leo lo que se supone que he dicho en algunas entrevistas, me quedo aterrada: yo no hablo así”. El libro de su madre está asociado en la memoria de Juan Luis Panero a la lectura de sus primeros poemas: “Su recuerdo [Luis Rosales] de aquellos años se mezcla con el de otro desaparecido, el poeta colombiano Eduardo Carranza. Eran largas veladas de vino y rosas o, si se prefiere, de whisky y salchichón. Surgen rostros perdidos en el recuerdo: José María Souvirón, Dionisio Ridruejo, algunos otros que, con Vicente Aleixandre o Dámaso Alonso, Carranza o Rosales, se reflejan en lo que otra memorable desaparecida, Felicidad Blanc, llamó “espejo de sombras”. Un espejo en el que cada vez me gusta menos mirarme, porque cualquier día el último rostro que veré será el mío”.

Programa de las Jornadas de Homenaje a Juan Luis Panero (Astorga, 27 y 28 de julio 2016): descargar

Majadahonda Magazin