La ballena de la peña "La Albarda"

La popular ballena de la peña «La Albarda» tiene su origen en esta curiosa historia

PAULA BERBELL. Isidoro Bustillo Bustillo ha contado en las redes sociales otra alucinante historia de Majadahonda: la de aquel día en que los majariegos tenían un lago –concretamente una laguna– y creyeron que lo habitaba una ballena. La misteriosa leyenda dice así en boca del autor que la recopiló: «La famosa ballena de la laguna, que luego resultó ser una albarda, a la que los majariegos acudían a observar y cazar con palos y escopetas, es relativamente conocida. Incluso hay una peña, que con su nombre y logotipo, hace alusión a ella».


La albarda parecía una ballena

La albarda en el agua parecía ballena

«También en mi juventud era el nombre de la primera discoteca que hubo en Majadahonda, ubicada en la calle San Joaquin 11. La veracidad de este hecho ofrece muchas dudas: la laguna existió y era grande, no se secaba nunca y provocaba accidentes entre la juventud del pueblo cuando se helaba en invierno. Yo conocí su desecación y saneamiento para que nunca más se acumulara agua. Estaba situada en lo que hoy es el colegio San Pío, la carretera hacía de muro de contención y había algunos árboles en la cuneta». La albarda no es sino la pieza almohadillada del aparejo de las caballerías que se pone sobre el lomo para que no les lastime la carga», cuenta Isidoro Bustillo.


Ultima Asamblea de la Peña La Majada

Ultima Asamblea de la Peña La Majada, la otra popular asociación de Majadahonda

«La leyenda, más que otra cosa, genera una fama sobre los majariegos de brutos y cutres, toda vez que en aquella época era esto muy común, entre los pueblos limítrofes. Cada uno tenía una historia que los definía de forma similar. Y hay otra historia menos conocida, pero de mucha importancia y totalmente real, que llegó a marcar unos años en que se hablaba a menudo de ella. La historia, de «los marranos vitorinos». Aludía a un carro que los iba vendiendo por la Gran Vía, toda vez que lo único que sucedía es que las mujeres del lugar los observaban y rompían a chillar escandalizadas, tapándose la cara y la visión, gritando con estupor. Ya haré unos comentarios sobre este tema en otra ocasión, porque ya me he extendido demasiado. Perdonad si mis comentarios sobre la historia de Majadahonda os han resultado pesados… y hasta la próxima», se despide su autor.

Majadahonda Magazin