Isabel Navarrete: «Para cumplir con mi objetivo en la Tesis Doctoral, siempre he considerado que no basta con hacer entrevistas y encuestas, es necesario «mancharse de barro» junto a ellos y ellas» (militares)

MIGUEL SANCHIZ. Con mucha frecuencia te encuentras con gente maravillosa que no puedes imaginar que sean tan diferentes a como su imagen aparenta. Fernando Navarrete (a quien entrevisté estos pasados días) me habló (al pairo de la guerra de Hamás e Israel), que su hija Isabel Navarrete (1995, Madrid), acababa de regresar del Líbano. «Quiero hablar con tu hija. Si vis pacem, para bellum«, le dije («Si quieres la paz, prepárate para la guerra»). Es por ello que, a continuación se expone la entrevista para «Gente Maja que se Moja» realizada a Isabel Navarrete esta semana del 20-24 de noviembre (2023), donde narra sus experiencias como investigadora en el Ejército.


Miguel Sanchiz, presidente del Colectivo de Prensa y Medios de Majadahonda (CPPM)

«Por ejemplo, hace unos años me encontraba haciendo un trabajo de campo durante unas maniobras JIC (Jornadas de Instrucción Continuada) en Uceda. Estas maniobras se caracterizan por ser relativamente cortas, entre 24 y 48 horas, pero muy intensas. Me advirtieron de que hiciera siempre exactamente lo que hacían los militares, pero no sabía hasta qué punto esto era importante. Era marzo y en el campo de maniobras, en pleno Guadalajara, no paró de llover en todo el día, desde las 10 de la mañana y con una máxima de 5º de temperatura. Cuando llegó la hora de la cena, seguía lloviendo, y sinceramente, yo estaba deseando poder tomar una cena lo más caliente posible, o al menos, guarecerse bajo un techo y sentarme en una silla para cenar. Pero, a diferencia de otras maniobras más largas, esta vez no había mesas ni sillas, ni techo».


La Brigada ‘Almogávares’ VI de paracaidistas, durante su adiestramiento en el campo de maniobras y tiro de Uceda (Guadalajara), para preparar el despliegue en el marco de la Operación “Apoyo a Irak”

Isabel Navarrete prosigue: «Aun así, repartieron la comida en bandejas típicas de comedor, metálicas. Había sopa para cenar, y los militares bebían rápida y directamente la sopa del plato. Yo me preguntaba por qué se la tomaban con tanta prisa, y al cabo de diez minutos lo comprendí: por cada cucharada que tomaba de sopa, la lluvia volvía a llenar ese volumen que faltaba en el plato, por lo que acabé cenando una sopa fría e insípida; y de segundo una chuleta de Sajonia mojada y fría. Una vez terminamos de cenar, nos pusimos de nuevo en marcha, y si bien yo había comido todo lo que había, psicológicamente noté que para sobrellevar lo que quedaba de noche, hubiera sido más fácil si la sopa la hubiese tomado caliente. Pensé mucho en eso en lo que quedaba de maniobras, sobre todo cuando empezó a nevar sobre la 1 de la mañana, porque me arrepentí muchísimo de no haber imitado esa conducta. Estas historias no parecen tan impactantes, pero sí lo son cuando lo vives en primera persona, y te das cuenta de que todo tiene una lógica de ser, y que ser militar implica tantos aspectos psico-biológicos que son desconocidos para los civiles de a pie como yo. Este tipo de experiencias me han hecho valorar en mayor medida aspectos como tener un techo, una cama, ropa seca y comida caliente; y también apreciar en gran medida el esfuerzo, el espíritu de sacrificio que implica ser militar, y la gran satisfacción que provoca superar situaciones complejas; prácticamente me han cambiado la vida».

Isabel Navarrete: «Salvador Allende dijo que “ser joven y no ser revolucionario es una contradicción hasta biológica”, y yo, cuando tenía 20 años consideraba que la guerra era un fenómeno causado por el Ejército, y era muy crítica con el mundo de la Seguridad y la Defensa por incomprensión y desconocimiento»

PREGUNTA: ¿Puedes compartir alguna experiencia que te haya impactado profundamente durante tu trabajo de campo? Isabel Navarrete: Con la BRIPAC ha habido muchas experiencias que me han impactado. Cuando uno se quiere imaginar lo impactante del ejército y la guerra, piensa en grandes armas, sofisticación, maquinaria, tecnología… Pero lo que más me ha impactado son pequeños detalles de su vida diaria. ¿Qué te inspiró a investigar sobre el ejército y la paz? Isabel Navarrete: Cuando estaba en el segundo curso del Grado de Antropología, nos enseñaron que uno de los principios generales para lograr una investigación objetiva es lo que se denomina “ruptura epistemológica”. En palabras de Bourdieu, consiste en alejarse de la influencia de las prenociones, o prejuicios, que se tienen respecto al objeto que se investiga, pues sólo de este modo se puede ofrecer una visión imparcial del mismo. Salvador Allende dijo que “ser joven y no ser revolucionario es una contradicción hasta biológica”, y yo, cuando tenía 20 años consideraba que la guerra era un fenómeno causado por el Ejército, y era muy crítica con el mundo de la Seguridad y la Defensa por incomprensión y desconocimiento. Por ello, decidí que si quería solucionar el problema de la guerra de forma objetiva, debía enfrentarme a mis propias nociones, ver si eran ciertas, e investigar directamente en el Ejército: sus costumbres, conductas, tradiciones, interpretaciones y hábitos».

Bronislaw Malinowski, padre de la antropología moderna, revolucionó la disciplina con su enfoque de observación participante. Su trabajo en las Islas Trobriand (Oceanía) sentó las bases para la investigación etnográfica.

¿Y qué ocurrió?. I.N: Sin darme cuenta, esta había sido la decisión más revolucionaria que podía haber tomado, porque al poco tiempo de empezar a investigar, me di cuenta de lo equivocada que estaba: es cierto que la guerra es un fenómeno que debe ser abolido, y, para mi sorpresa, todos los militares con los que he tenido la oportunidad de conversar, piensan igual. Los militares españoles consideran que la guerra es un evento inaceptable. Y no sólo lo piensan, sino que su trabajo como militares es, principalmente, evitar la guerra de diversas formas, principalmente, mediante misiones de paz y mediante la disuasión. Así, mi principal inspiración para investigar sobre el ejército y la paz ha sido siempre mi seria intención de acabar con las guerras, una intención que es compartida por la gran parte de las personas en todo el mundo. Pero, además, una vez comencé mi investigación, pude darme cuenta de que existe una importante carestía de estudios empíricos y objetivos sobre este ámbito, a pesar de que Malinowski, uno de los padres de la antropología, animaba en uno de sus últimos estudios de 1943 y en medio de la Segunda Guerra Mundial, a establecer teorías antropológicas de la guerra, lo cual me dio un impulso incluso mayor, ya que aún sigo sin comprender cómo las guerras, y acabar con ellas, no es uno de los principales objetivos de las Ciencias Sociales y Jurídicas.

Isabel Navarrete: «Los ejércitos y las guerras son fenómenos tan antiguos como la propia humanidad, y como siempre han estado ahí, los hemos pasado por alto, o no les hemos dado la importancia que tienen para comprender la cultura humana»

P: ¿Cuál fue el enfoque principal de tu tesis doctoral? I. N: Aunque aún es provisional, el título de mi tesis es “Construcción cultural del militar español: cosmovisiones de la guerra”. Es decir, como objetivo principal busco definir qué significa ser militar, más allá de llevar un uniforme; así como conocer los modos en los que el militar español interpreta la guerra. Para cumplir con este objetivo, siempre he considerado que no basta con hacer entrevistas y encuestas, es necesario «mancharse de barro» junto a ellos y ellas. No obstante, tengo otros objetivos, ya que he podido darme cuenta con el paso de los años, y a medida que avanzo en mi investigación, de que sería muy complicado que personas ajenas al ejército y/o al mundo de la Seguridad y la Defensa puedan realizar este tipo de investigaciones, ya que no existen (o desconozco) los procedimientos institucionales para hacerlo. Y esto es un problema, ya que yo, hoy, puedo hacer una investigación científica, pero mañana nadie puede contrastarla. Es decir, la investigación no cumple con el requisito de falibilidad científica porque no puede ser contrastada por otros investigadores, y esto supone un inconveniente. Por último, mi tercer objetivo con la tesis es difundir la Cultura de Seguridad y Defensa, sobre la base de empatizar y comprender el trabajo militar.

Isabel Navarrete: «sigo sin comprender cómo las guerras, y acabar con ellas, no es uno de los principales objetivos de las Ciencias Sociales y Jurídicas»

P: ¿Cuáles fueron las principales conclusiones de tu investigación? I. N: Aunque he estado varios años investigando en la BRIPAC y sí he podido extraer determinadas conclusiones sobre esta unidad, lo cierto es que aún me queda mucho ejército por abarcar, y por ello no puedo dar conclusiones definitivas sobre la investigación. Los ejércitos y las guerras son fenómenos tan antiguos como la propia humanidad, y como siempre han estado ahí, los hemos pasado por alto, o no les hemos dado la importancia que tienen para comprender la cultura humana. No se puede comprender la cultura y sociedad de un país sin conocer su ejército. Esta es una de las conclusiones más importantes que puedo extraer sobre la base de mi experiencia. Sí puedo decir que la formación de ejércitos, a lo largo de la historia humana, ha supuesto fenómenos muy dispares entre sí. Para comprenderlo en su totalidad y en la actualidad, realmente necesitaríamos que hubiese grupos de investigadores sociales que investigasen simultáneamente en los distintos ejércitos del mundo, y luego pusieran todos esos conocimientos en común, para comprender de forma global el fenómeno. Es bastante obvio, pero a veces las cosas más simples son las que se pasan por alto: los resultados de una investigación sobre el ejército no van a ser los mismos en España, que en China, en El Salvador, en EE.UU o en Corea del Norte, por poner algunos ejemplos. En general, y como principio básico en toda ciencia, lo cierto es que no se puede trabajar con algo que se desconoce, es decir, no se puede trabajar por la paz si se desconoce la guerra y a sus principales actores: los militares.

Miguel Sanchiz

CONCLUSIONES. Para Sigmund Freud, el primer humano que insultó a su enemigo en vez de tirarle una piedra, fue el fundador de la civilización. Sin embargo, la antropóloga feminista Margaret Mead, consideró que el primer signo de civilización de la humanidad fue un fémur fracturado y sanado. Para la antropóloga, la fractura de una pata de un animal implica su muerte ante la imposibilidad de poder protegerse y alimentarse. Es presa fácil para otros animales, al igual que ocurre con las personas si no son cuidadas. Por ello, la Dra. Mead señala la aparición de un fémur fracturado y soldado como el primer signo de civilización, porque significa que alguna persona se encargó de proteger a la persona cuya pierna se fracturó, la llevó a un lugar seguro, le proporcionó alimentos y todos los cuidados que requiere para su recuperación. Con estos antecedentes, Isabel Navarrete se confiesa: “Decidí estudiar el grado en Antropologia Social y Cultural de la Complutense (UCM) porque mi objetivo era investigar las conductas, pensamientos y costumbres del ser humano como especie. Fue mi Trabajo Final de Grado, calificado con un 10”, recuerda esta alumna en el Curso de Defensa Nacional del CESEDEN, máster en Perfiles Forenses de Peligrosidad Criminal en las guerras, vicesecretaria general de ADALEDE, y consultora de Ciberseguridad en Cipherbit-Grupo Oesia: «Me dedico a formar y concienciar a las personas sobre los riesgos ciberneticos, principalmente emitiendo simulaciones de ataque a mis clientes. También soy directora de Seguridad Integral habilitada por el Ministerio del Interior. ¿Mi objetivo final?: configurar un Instituto de Guerra con el fin de realizar investigaciones científicas e imparciales sobre los conflictos, logrando mediar entre las partes». Segundo capítulo: «los jóvenes hemos crecido con elementos de bienestar y tecnológicos que las generaciones más mayores no han experimentado en su juventud». (Continuará)

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