SILVIA ANULA: Javier Alonso, director general de Antana, empresa constructora con sede en Madrid que está especializada en construcción de alta calidad, está ejecutando las obras del nuevo complejo parroquial de Santa Genoveva en el barrio de Roza Martín situado en la ciudad de Majadahonda (Madrid). Tras la controversia sobre la ralentización de las obras suscitada por unos comentarios que realizó desde el púlpito el sacerdote David Benítez Alonso, el arquitecto Javier Alonso replica en una entrevista concedida a MJD Magazín este 26 de febrero (2024): «En los últimos 4 meses hemos tratado por todos los medios de llegar a un acuerdo, pero, de momento, no ha sido posible porque implicaría que el párroco, la Junta Parroquial y la Dirección Facultativa reconociesen los errores que han venido cometiendo«. Y añade: «La discrepancia radica en las cuantiosas modificaciones que la dirección facultativa y la propiedad han introducido al proyecto original y que han requerido tanto la ejecución de unidades que no estaban previstas en el contrato original, como sucesivas ampliaciones de plazo. Esta situación ha generado importantes costes adicionales que, según nuestro criterio, arrojan un saldo a nuestro favor de más de 700.000 €».
PREGUNTA: En primer lugar, ¿quiénes componen Antana y cuál es su trayectoria? ¿Son ustedes los mismos arquitectos que encabezan el proyecto y que son Justo Orgaz e Ignacio Capapé? JAVIER ALONSO: Los socios mayoritarios somos Luis Chao y yo. Además, trabajan con nosotros 40 empleados por cuenta ajena. En marzo cumpliremos 15 años de actividad. Nosotros somos los constructores de la obra y no tenemos nada que ver con Justo Orgaz e Ignacio Capapé, que son los arquitectos que redactaron el proyecto del complejo parroquial y que dirigen la obra como Dirección Facultativa. P: ¿Cuáles son los proyectos más emblemáticos que ha realizado Antana y en cuales está ahora? ¿Cuánto factura para que se conozca su fortaleza económica? J. A: En el ejercicio 2022 facturamos cerca de 17 millones de euros y en el ejercicio 2023, pendiente de cierre de cuentas y aprobación por nuestra Junta, estaremos cerca de los 20 millones de euros de facturación.
P: ¿Dónde radica la discrepancia y a cuánto asciende aproximadamente la deuda de la Iglesia con ustedes? J. A: La discrepancia radica en las cuantiosas modificaciones que la Dirección Facultativa (Justo Orgaz e Ignacio Capapé) y la Propiedad (David Benítez Alonso) han introducido al proyecto original y que han requerido tanto la ejecución de unidades que no estaban previstas en el contrato original, como sucesivas ampliaciones de plazo. Esta situación ha generado importantes costes adicionales que, según nuestro criterio, arrojan un saldo a nuestro favor de más de 700.000 €. P: ¿En qué ha querido la Iglesia o el párroco modificar el proyecto para que haya subido tanto el coste? J. A: No sólo ha sido el párroco y su Junta Parroquial sino también la Dirección Facultativa. Las modificaciones responden tanto a la ejecución de unidades que no estaban en el proyecto original como a la corrección de errores e indefiniciones de dicho proyecto. Todo esto, junto con el retraso en la toma de decisiones por su parte, ha generado el mencionado sobrecoste.
P: ¿Es posible un acuerdo extrajudicial o está condenada a la resolución de un juez? J. A: Por nuestra parte, por supuesto que es posible un acuerdo extrajudicial. Llevamos desde principios del año 2023 alertando de esta situación. En los últimos 4 meses hemos tratado por todos los medios de llegar a un acuerdo, pero, de momento, no ha sido posible porque implicaría que el párroco, la Junta Parroquial y la Dirección Facultativa reconociesen los errores que han venido cometiendo. Por nuestra parte, hemos actuado lealmente, manteniendo el ritmo de obras sin suspenderlas en ningún momento, a pesar del extraordinario sobrecoste que estaba teniendo para nosotros.
Con tanto adorno como están poniendo, a cual más feo, a la la parroquia no me extraña que se hayan pasado de presupuesto, vivo en la misma calle y no doy crédito a lo que veo, que bonita hubiese sido una iglesia sobria