José Javier Esparza es el protagonista semanal de este pequeño rincón de «Gente Maja que se Moja«,

MIGUEL SANCHIZ. En este pequeño rincón de «Gente Maja que se Moja«, nos refugiamos los que hemos escogido pensar en vez de creer, sin renunciar, por supuesto, a nuestras creencias. Como escribió Umberto Eco: ”Los libros son esa clase de objetos que, una vez inventados, no pudieron ser mejorados: simplemente, porque son buenos. Como el martillo, el cuchillo, la cuchara o la tijera». Por esas dos razones, esta primera semana de diciembre (2023) difundimos en MJD Magazín la conversación con el periodista e historiador José Javier Esparza, que piensa, escribe y es bueno. Nació en Valencia en 1963 y ha colaborado en un sinfín de publicaciones, pero ha sido desde la Cadena Cope desde donde ha dedicado sus esfuerzos y conocimientos a la loa de las gestas españolas en una cronología que se inicia en la Hispania Romana. Además, ha escrito novelas históricas, ensayos y 16 libros de historia, el último de los cuales se titula «La gran epopeya de España«, una extraordinaria narración histórica de muy cómoda lectura, escrita en formato periodístico y muy didáctica para todos los públicos. José Javier Esparza ejerce labores docentes en el Instituto de Ciencias Sociales, Económicas y Políticas. Su trabajo relativo a la «Segunda República y la Guerra Civil, el terror rojo en España. Epílogo: el terror blanco«, prologado por Stanley Payne, ha sido calificado por Pio Moa como «el más completo y ordenado publicado hasta hoy». De lunes a viernes, en El Toro TV, presenta «El Gato al Agua«. Y ha sacado un poco de su escaso tiempo libre para responder a nuestras preguntas que se exponen a continuación.


Miguel Sanchiz, presidente del Colectivo de Prensa y Medios de Majadahonda (CPPM)

PREGUNTA: ¿Cómo empezó tu interés por la historia y qué te motivó a escribir libros sobre el tema? José Javier Esparza: Desde que tengo memoria, la verdad. Siempre he leído Historia, desde muy niño. Pero si hubo algo que me convirtió en un apasionado de la materia, fue la huella de un profesor, Jaime Garnica, en primero del viejo BUP. Aún así, no escribí específicamente de Historia hasta mucho después, y ante la evidencia de que lo que les estaban enseñando a los niños en el colegio era o bien incompleto, o bien falso. Fue entonces cuando decidí dedicarme a la divulgación histórica.


«Llevo un parche porque me quitaron un ojo. Nada extraordinario: un tumor. Peleé cinco años y al final ganó él (o yo, según se mire)».

P: Cuéntanos sobre tu proceso de investigación al escribir libros de historia ¿Cuáles son tus fuentes y métodos favoritos? J.J.E: Depende mucho del tipo de texto (novela histórica, ensayo, etc) y de la temática. Yo he tenido la fortuna de recibir clases -seminarios cortos, pero muy intensos- de dos monstruos de la historiografía que son, cada cual en su género, Georges Dumezil, el gran padre de los estudios indoeuropeos, y Georges Duby, el pionero de la historia de la vida cotidiana y de las mentalidades. Por resumir el asunto, digamos que la gran lección es que tan importante es explicar los hechos como describir su contexto; que los grandes sucesos y los grandes nombres son sólo la punta del iceberg y que, en la medida de lo posible, hay que ser capaz de entender y explicar la imagen del iceberg completa. Además de eso, es fundamental un trabajo crítico previo sobre las fuentes y una reflexión pausada sobre la estructura de lo que quieres contar. Y a partir de ahí, solo cabe desear que el discípulo no sea demasiado indigno de las enseñanzas del maestro. P: ¿Qué consideras que diferencia tus obras de historia de otras en el mismo campo? J.J.E: Ante todo, yo soy un periodista y un divulgador. Mi objetivo fundamental no es hacer carrera académica, sino que el lector entienda de la forma más directa y completa posible lo que le quiero contar. Así que, del mismo modo que el objetivo en el periodismo es informar al lector, mi propósito en la divulgación histórica es que el lector concluya mis libros sabiendo por qué han pasado las cosas, que comprenda los hechos y su contexto.

José Javier Esparza

P: ¿Cuál consideras que ha sido tu contribución más significativa al mundo de la historia y la política? J.J.E: Eso seguramente no me corresponde juzgarlo a mí. Mi propósito desde hace muchos años es reconstruir la identidad española a partir de su Historia. Si algo he aportado en ese terreno, por poco que sea, ya me doy por satisfecho. P: ¿Cómo crees que los eventos históricos pueden influir en la política actual? J.J.E: El hombre es esencialmente un ser histórico; ese es nuestro rasgo específico. Todo lo que somos y hacemos trae causa de procesos históricos, incluso si no somos conscientes de ello. Desentrañar esos procesos, ponerlos en perspectiva y entenderlos es un ejercicio imprescindible para comprender el mundo que tenemos alrededor y las consecuencias posibles de nuestros actos. Conocer la Historia no sirve sólo para no repetir errores, sino también para repetir aciertos, adaptándolos a la circunstancia presente.

Esparza ha contado sin complejos como se puso un parche en el ojo

P: ¿Cuál es tu opinión sobre la neutralidad periodística y cómo la aplicas en tu trabajo? J.J.E: No sé si es realmente posible ser neutral; la mera elección de unos u otros temas, el mero hecho de poner el acento en unos u otros aspectos de la realidad, ya implica una cierta toma de partido previa. En ese sentido, con frecuencia me parece que las poses de neutralidad no dejan de tener algo de impostura. Algo más factible me parece eso que se llama objetividad, es decir, atenerse a los hechos objetivos, aunque luego la mirada venga condicionada por las opiniones subjetivas. No veo nada malo en ello siempre que el lector, el espectador, el oyente sepa con claridad desde dónde habla uno. Los hechos son una cosa, las opiniones son otra, y todo consiste, creo yo, en no ocultarle nunca al público cuándo nos movemos en un terreno y cuándo en otro. Lo que me parece sencillamente atroz es esa práctica actual de vestir como “verificación neutral” lo que en realidad es corrección ideológica. P: Has mencionado que eres de derechas. Bueno, la vida le pone a uno donde le pone. Soy de derecha, sí, en el bien entendido de que lo que yo entiendo por “derecha” no es tanto una adscripción política como una cierta serie de convicciones, digamos, filosóficas: la defensa de la libertad personal, el gusto por la tradición heredada, el sentido de la comunidad natural, la visión transcendente (religiosa) de la existencia, el amor por la identidad cultural propia, la idea (muy griega y romana) de que el amor a la patria es una virtud, la convicción de que la nación soberana permite una vida pública más libre y democrática que otros sistemas… Próximo capítulo: «El mundo digital ha multiplicado exponencialmente tanto las posibilidades como los peligros» (Continuará).

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