SARA HURTADO. Mi historia no es de amor hacia una persona, es a un lugar, un espacio que me lo dio todo y recientemente, algo en relación a él, me ha roto el corazón en mil pedazos. Soy patinadora sobre hielo, mi disciplina concretamente es la danza. La primera vez que me calcé unas cuchillas tenía 8 años y fue mi madre la que me acercó a La Nevera. Es así como se llama la pista de hielo de Majadahonda, la más cercana a mi casa, para que probase un deporte nuevo. Mi madre siempre me proponía todo tipo de actividades con total libertad de que las abandonase en el momento que no disfrutara de ellas. Con el hielo no ocurrió. Esa pista se convirtió en mi hogar, en mi escuela, es mi parque de atracciones preferido y en definitiva en mi templo. Me vio nacer como patinadora, como deportista profesional, vio como crecía y como volvía a nacer en una disciplina deportiva inédita en este país ya que, junto con mi pareja, fuimos los que emprendimos el camino en la danza aquí, hasta que nosotros no cogimos ese reto que lanzaba nuestra federación, en España no se hacía.


Esa pista me enseñó que, a base de caer, se aprende, que para conseguir cambiar las cosas tienes que salir de tu zona de confort, ya sea probar esa figura que se te atraganta o irte a otro país a entrenar y dejarla atrás a ella. La Nevera sembró sueños que acabó viendo florecer, se iluminó miles de veces con mi sonrisa a las 6:00 de la mañana (Recuerdo con muchísimo cariño los esfuerzos de mi padre llevándome a entrenar en pijama a unas horas que solo el amor da licencia para transitarlas…) y se derritió otras tantas con mis lágrimas de frustración. Es parte de mí. A día de hoy, estoy desarrollando mi carrera en Moscú, allí residen mis entrenadores y Kirill, mi actual pareja de baile. En marzo del año 2020 nos confinaron, al igual que a casi todos los países… Para mí la situación se tornó muy desagradable, ya que estaba entre cuatro paredes en un país que no es el mío, sin poder entrenar algo que no fuese meramente físico, con decirte que, si no me forzaba a enviar un audio, había días que no salía ningún sonido de mi cuerpo. Pero lo peor aún estaba por llegar.

La información que llegaba desde España de la situación en relación al covid-19 eran cada vez más inquietantes, nadie sabía muy bien cómo actuar ante el virus, las cifras decían que era el segundo país más afectado de Europa… Y de repente empiezan a caer enfermos, todos y cada uno de los miembros de mi familia. Me empecé a desesperar, a sentirme impotente y hasta egoísta por estar en Rusia en vez de estar en mi casa ayudando. Tenía mucho miedo por perder a algún ser querido y no poder hacer nada, fue muy duro vivir esos momentos de incertidumbre. Gracias a dios, nadie de mi familia perdió la vida, pero me quedaba un golpe por recibir, que a día de hoy no he conseguido asimilar. Las morgues de Madrid se empezaron a saturar por la situación, no podían albergar la cantidad de muertos que el virus estaba ocasionando y tuvieron que tomar decisiones desesperadas. Las pistas de hielo de Madrid y alrededores tenían que modificar su finalidad y pasar a convertirse en el lugar en el que miles de personas dirían su último adiós.

Estar a 4120 kilómetros de mi hogar, mi templo, mi mejor confidente y verla llena de ataúdes, entender que cualquiera de las personas que estaban allí se iban a ir solas, sin que nadie que las amasen a lo largo de sus vidas, pudieran despedirse de ellas y por último entender que podría ser cualquiera de las personas que yo amo las que estaban sobre el medio que me ha construido a mí como persona… Me destrozó hasta el punto de que contártelo ahora a ti, me hace sentir que no lo he asimilado. Qué curioso, ese lugar aún en los peores momentos, me enseña a cuidar, ya que ella fue la que dio el último abrazo que le robaron a todas esas personas. A día de hoy, sigue acariciándome, empujándome y me ha ayudado a volver a sentirme patinadora después de la peor lesión de mi vida. Nunca podré devolverle todo lo que me ha dado. Gracias por escuchar mi historia.

PABLO PIÑEIRO. Para las personas que no la conozcan, les aconsejo que la busquen en redes o que escriban su nombre en cualquier buscador de Internet. Se trata de la mejor patinadora sobre hielo de este país. Verla deslizarse sobre el hielo te hace cuestionar si eres merecedor de presenciar algo tan especial. Me apetecía escribir sobre este tipo de amor del que no se habla mucho, el que se tiene hacia ese lugar que te ha visto crecer en todos los ámbitos de tu vida. Tengo que darle las gracias a Sara por descubrirnos desde su lado, lo que todas las personas de este país miramos horrorizados en las pantallas de nuestros televisores. Un día se pasó por mi rincón de escuchas y me lo contó. Artículo publicado en Murcia Economía.

Majadahonda Magazin