
«En este rincón del Más Allá, donde el tiempo ya no rige y las ambiciones se diluyen en la eternidad, dos sombras se encuentran una vez más. Napoleón Bonaparte frente a Arthur Wellesley, Duque de Wellington«.
MIGUEL SANCHIZ. (6 de abril de 2025). Grandes rivales en la Historia desde Majadahonda: Napoleón Bonaparte vs. Duque de Wellington. El fragor de Waterloo (Bélgica) se ha disipado. Los cañones han callado, las cargas de caballería se han convertido en polvo del pasado y el humo de la metralla se ha disuelto en el viento de la historia. Pero los nombres que resonaron en aquel campo belga permanecen inmortales. En este rincón del Más Allá, donde el tiempo ya no rige y las ambiciones se diluyen en la eternidad, dos sombras se encuentran una vez más. Napoleón Bonaparte se alza con la misma postura que lo acompañó en sus días de gloria, el mentón alto, la mirada ardiente, esa mezcla de orgullo y amargura que no lo ha abandonado ni siquiera tras la muerte. Frente a él, con la impavidez de quién ha aprendido a esperar, se encuentra Arthur Wellesley, Duque de Wellington, con la frialdad propia de un soldado que jamás ha permitido que la emoción nuble su juicio.

«Los cañones han callado, las cargas de caballería se han convertido en polvo del pasado y el humo de la metralla se ha disuelto en el viento de la historia. Pero los nombres que resonaron en aquel campo belga permanecen inmortales»
Napoleón: (esboza una sonrisa ladeada) Wellington… En vida apenas intercambiamos palabras. Curioso que el destino nos conceda ahora esta oportunidad.
Wellington: (con un leve asentimiento) No suelo dar demasiada importancia al destino, pero reconozco la ironía de este momento.
Napoleón: (cruza los brazos) Fuiste un adversario obstinado. No brillante, pero persistente. Me pregunto si entiendes realmente lo que hiciste aquel día en Waterloo.
Wellington: (con frialdad) Lo entiendo perfectamente. Derroté al mayor peligro que Europa había enfrentado en siglos. No solo combatí a un hombre, sino a una idea, una ambición que amenazaba con consumir todo a su paso.
Napoleón: (alza una ceja) ¡Ah! Así que asumes el papel de defensor del equilibrio, del viejo orden. Y sin embargo, el tiempo me ha dado la razón. La Europa que intentaste preservar con tu victoria no pudo contener las ideas que sembré. Los monarcas regresaron, pero no por mucho tiempo.
Wellington: (sereno) No luché por preservar el pasado, sino por evitar que un solo hombre decidiera el futuro. No dudo de tu genialidad, pero el mundo no pertenece a los emperadores autoproclamados.
Napoleón: (con una risa seca) ¿Y acaso pertenece a los reyes mediocres que protegiste? Te daré eso, Wellington: fuiste el único de mis enemigos que me venció en el campo. Pero no eras un César ni un Aníbal. Eres un hombre pragmático, eficiente, sin grandeza.
Wellington: (impasible) No me preocupan los epítetos grandilocuentes. Me interesa el resultado. Europa necesitaba estabilidad, no otro sueño imperial. Derrotarte fue una necesidad, no una gloria personal.
Napoleón: (mirando al horizonte) Y sin embargo, no puedes negar que, a pesar de mi derrota, mi sombra se alzó más grande que cualquier victoria tuya. En las mentes de los hombres, fui más que un emperador. Fui una revolución con espada.
Wellington: (con una leve sonrisa) Fuiste una tormenta. Y como toda tormenta, dejaste destrucción tras de ti. Pero las tormentas no duran para siempre.
Napoleón: (con intensidad) Y tú, Wellington, el hombre que me venció, ¿te preguntas alguna vez si el mundo es mejor sin mí?
Wellington: (pausado) El mundo no se mide en «mejor» o «peor». Solo sigue adelante. Y nosotros… nosotros ya somos parte del pasado.
El viento invisible del Más Allá se lleva sus palabras. Dos sombras permanecen en un duelo de miradas, sabiendo que su batalla ya no pertenece a la tierra de los vivos. El eco de sus gestas resuena en la historia, mientras la eternidad se despliega ante ellos. Pero, incluso en la muerte, algunos enfrentamientos jamás terminan.
Un texto para leer, pensar y comentar. Muy interesante el diálogo entre esos dos rivales que encuentro de plena actualidad y me hace pensar entre otras cosas en el equilibrio de la inestabilidad. Gracias Maestro.
Gran diálogo.
Qué quiere que le diga, querido maestro de periodistas, cuando leo temas relacionados con Waterloo, me confundo y mi imaginación se dispara… Ahí lo dejo. Salud.