El arquitecto Fernando Higueras: un Gaudí contemporáneo

JULIA SÁEZ-ANGULO. En este capítulo, la emprendedora y empresaria Mayte Spínola (Madrid, 1943), residente entre El Plantío y Mallorca, describe «La casa de Madrid»: «Después de hacernos un proyecto Fernando Higueras, fue imposible de realizar por gigantismo, pues le pedimos mil metros y al elevarla salían dos mil. Recurrimos entonces a Matilde Ucelay, la primera mujer arquitecto de España, quien nos hizo un proyecto que llegó a ser primer premio de Arquitectura y así figura en el Colegio Oficial de Arquitectos de Madrid, C.O.A.M. Esa casa marcó un momento de vanguardia total. Era de piedra blanca de Colmenar, con un atrio romano y una pequeña piscina que entraba dentro de la casa. Toda la biblioteca era de la citada piedra blanca; las puertas también iban chapadas de piedra, desde la entrada hasta el salón, y se abrían de suelo a techo. Era una casa realmente espectacular. Cuando llegó la suspensión de pagos de los Barreiros, como la casa estaba a nombre de Graciliano, un director de los la firma, Paco Chaves, me avisó que tenía que dejarla, porque los Bancos se la llevaban. Esto y la muerte acontecida, días antes, de mi padre Máximo Spínola, me supuso una gran depresión, el brake down que ya he contado alguna vez.


Julia Sáenz-Angulo

Cap Nostra Dona y el emir de Kuwait: «Pasamos a la segunda casa de Mallorca llamada Cap Nostra Dona. A la inauguración invité al maestro de obras, Gabriel Servera, jefe de todos los albañiles que habían trabajado en aquella, y a todos mis amigos, por supuesto. Los Reyes don Juan Carlos y doña Sofía se presentaron por sorpresa. Este maestro de obras, Gabriel Servera, recién casado, nunca olvidaría el detalle de mi invitación; fuimos grandes amigos toda la vida; hoy en día es uno de los hoteleros más importantes de la isla. Siento que se acaba de jubilar, ya que es más joven que yo. En las paredes de mi segunda casa me colgaron los cuadros Pepe Piña, el mejor galerista de la isla y uno de los mejores de España, Robert Graves, el gran escritor británico residente en Mallorca y Manolo Mompó, pintor. Los tres hombres me ayudaron a colgar y hacer una galería de arte de la casa en torno a un patio, con obras de Tapies, Gabarrón, Mompó, Viola, Abel Cuerda, López Soldado y, por supuesto, mis propios cuadros informalistas y gestuales. Fue un éxito la inauguración y fuimos muy felices en esa casa. Con grupos de amigos de su edad, mis hijas disfrutaron mucho y nosotros, con amigos de las nuestras, hicimos lo mismo».

«La urbanización «Sol de Mallorca» iba creciendo, que era también nuestro propósito, el de Graciliano y mío. En 1979, al tercer año de tener la casa Cap Nostra Dona, una hermana del emir de Kuwait, princesa Al Sabah, compró una casa detrás de la nuestra a una cantante inglesa. Ella estaba muy sola, porque no conocía a nadie y, como siempre me ha gustado conectar a las personas para que lo pasen bien, la invité a mi casa con su marido; la primera vez a un desayuno; la segunda, la paseamos en el barco de Valeriano Barreiros y su esposa Marta, y, la tercera, a una merienda cena más amplia en nuestra casa. Esa vez la princesa me pidió conocer Cap Nostra Dona en su distribución y con toda naturalidad se la enseñé como hacía con tantos amigos. Terminó el verano, fin de agosto, y, a primeros de septiembre, me llama otra vez el director comercial de «Sol de Mallorca» diciéndome, sin darme nombre de comprador alguno, que pusiera precio a mi casa, porque alguien estaba muy interesado en comprarla. No tenia ningún interés en venderla, ni necesidad de hacerlo, pero mi instinto comercial funcionó de nuevo, pedí una cantidad desorbitada sin consultarlo a mi marido ni a nadie y, ante mi sorpresa, al día siguiente me dicen que se acepta la oferta y que viajara a Mallorca para firmar la operación de inmediato. Seguían sin decirme quien compraba la casa».

«Otra vez voy personalmente a comunicárselo a mi marido Graciliano y a consultar a mi abogado Bernardo Cremades, ninguno de los dos creía que fuera aquello posible. Graciliano quiso acompañarme a Mallorca y así lo hizo. Ante el notario expuse la documentación que me había preparado Bernardo, y mi sorpresa fue que la casa me la compraba el emir de Kuwait y sus cuatro hermanas, una de ellas mi amiga y vecina, la princesa Al Sabah, invitada tres veces. En esta casa tuve la idea de hacer un almuerzo homenaje a Joan Miró, tras haber propuesto poner el nombre del pintor a esa calle en «Sol de Mallorca». Era la primera calle que llevó su nombre en España. Invite a las autoridades locales y vinieron también su familia y el director de la galería Maeght, marchante del artista. Fue la única calle con su nombre que Joan Miró vio en vida». Próximo capítulo: «Las 60 casas en las que he intervenido y los bancos de los que he prescindido» 

Majadahonda Magazin