MARTA CORTINA. La Pastelería Hernández es uno de los negocios con más tradición de Collado Villalba. Fue fundada allá por 1954, y ahora, ha decidido llegar hasta Majadahonda abriendo un nuevo establecimiento en la ciudad. Como resultado de toda esta historia y tradición, MJD Magazin entrevista a Luis Hernández, gerente de la cadena, del que sobresale su pasión por la pastelería artesana y de calidad que a nadie deja indiferente, usando siempre los mejores ingredientes. Hernández cuenta la amplia gama de productos que elaboran como la bollería y hojaldre, bollería salada, postres, repostería y pastas, ponches y tartas personalizadas, «para elegir tú mismo cómo la quieres, o dejar espacio a la creatividad, eso sí, sin fallar nunca al paladar». También describe su «experimentado catering para cualquier situación, además de una atención personalizada para acercarse más a las preferencias del cliente y satisfacer las necesidades de la ocasión: una reunión de amigos, un bautizo, una reunión de trabajo…» Las especialidades de la Pastelería Hernández son, sobre todo, los cruasanes y el roscón de reyes, aunque se puede encontrar una amplia variedad de productos, tanto dulces como salados, siempre artesanales y elaborados al día. Su elección de llegar hasta Majadahonda se debe a que ven «un buen futuro para su repostería y la confianza en el buen paladar de los majariegos». Uno de los productos que más éxito está tiendo entre sus clientes son las tartas especializadas y las pastas de té, «así que no dudes en acercarte a la Urbanización Puerta de Sierra III, en la Carretera de Boadilla del Monte, 35, camino del recinto ferial, y dejar que tu paladar te traslade a la dulzura de la gastronomía artesana», concluye Hernández. Esta fue la conversación:
¿Por qué abrir una pastelería como esta en Majadahonda?
– Nos gusta mucho Majadahonda, porque es un municipio que entendemos económicamente pujante, que tiene bastante población, y dentro de las alternativas que teníamos, era la que más nos agradaba.
La cadena se titula Hernández y su apellido es Hernández; ¿es usted el fundador?
– No, el fundador fue mi padre. Es una pastelería tradicional que se fundó en Villalba en 1954 y hace unos años la empezamos a llevar mis hermanas y yo y aquí estamos.
La expansión es sinónimo de crecimiento y de viabilidad. ¿En qué basan ustedes la receta del éxito?
– Pues sobre todo ser una pastelería artesana y de calidad. Buscando siempre los mejores ingredientes, las mejores materias primas y una elaboración tradicional, de pastelería de toda la vida. Sin olvidar, por supuesto, las tendencias y la pastelería moderna, pero sobre todo la base es la calidad del producto.
¿Ve usted, concretamente, todos estos programas gastronómicos de televisión y «reality shows» que tanto han exhibido la gastronomía y la pastelería? ¿qué opina sobre ellos?
– Bueno, son muy interesantes porque ayudan a la gente a conocer lo que hay detrás de estas empresas que están vendiendo este tipo de productos y servicios. Ayudan a comprender y a conocer.
¿Cree que la repostería sale bien parada? ¿Se le da una imagen fiel de lo que es luego la realidad diaria?
– Yo creo que sí. Tampoco puedo juzgar mucho porque no he visto demasiado estos programas, pero algunos que he visto que son reportajes sobre pastelerías tradicionales y demás, pues sí se ajustan bastante al tipo de cosas que hacemos nosotros.
En Majadahonda ¿cómo es la logística de su pastelería, cómo la han planteado? ¿cuántas personas tienen trabajando y cómo es la producción diaria, semanal o mensual?
– En cuanto a lo que es la logística nosotros en nuestra pastelería de Villalba ya estamos administrando, aparte de a nuestros puntos de venta, a otras pastelerías, tanto Torrelodones, Las Rozas, Galapagar… Por lo tanto una de las líneas de reparto que iba a Las Rozas, pues nos acercamos también hasta Majadahonda, con lo cual tenemos un reparto diario. Luego hay productos que se hornean en la propia pastelería de allí de Majadahonda y otros que llevamos diariamente para tener siempre el producto fresco y de calidad. En cuanto al personal, tenemos dos y tres personas en función de los turnos y las libranzas y alternándose para que siempre esté bien atendida la tienda.