La tribuna del Cerro del Espino registró de nuevo este sábado 14 de septiembre (2024) un hecho que cada jornada viene siendo más habitual: mujeres de todas las edades van poblando cada vez más los asientos para ver y animar al Rayo Majadahonda. La socióloga Mariana Inés Conde es la autora de un célebre artículo titulado precisamente así: «Las mujeres en el fútbol».

SILVIA ANULA. La tribuna del Cerro del Espino registró de nuevo este sábado 14 de septiembre (2024) un hecho que cada jornada viene siendo más habitual: mujeres de todas las edades van poblando cada vez más los asientos para ver y animar al Rayo Majadahonda. La socióloga Mariana Inés Conde es la autora de un célebre artículo titulado precisamente así: «Las mujeres en el fútbol». Y en el mismo cuenta que «la presencia de las mujeres en el fútbol, como espectadoras, comentaristas y hasta estudiosas, introduce una línea racional en uno de los pocos espacios en que los varones –dominados por la dicotomía moderna razón/pasión– se permiten otro tipo de manifestaciones». La autora añade: «las mujeres lo sabemos de modo diferente. Para entender la relación entre las mujeres y el fútbol –y el mundo social que esto implica– se realizó un estudio sobre el tema, sobre el que aquí se elaboran interpretaciones en clave de género. El fútbol guarda como relevancia para los varones la de ser un espacio de educación sentimental. El fútbol enseña, sin perjuicio aparente, la tristeza de haber perdido, la pasión de alentar al equipo y el amor por «la camiseta», la violencia de defender el cuadro o la bandera: en suma, las pasiones humanas –amor, odio y todo el espectro que las conecta–».

«Las mujeres sabemos de fútbol de modo diferente. Para entender la relación entre las mujeres y el fútbol –y el mundo social que esto implica– se realizó un estudio sobre el tema, sobre el que aquí se elaboran interpretaciones en clave de género»

Silvia Anula

«Si se consideran las cuestiones básicas relacionadas con el fútbol –saber de fútbol, vestirse para alentar al equipo, apasionarse por la camiseta, tener «aguante»–, las mujeres acceden a grados diversos de inserción, que pasan por la negación, la aceptación, la resistencia y la exclusión. El saber sobre fútbol, por ejemplo, les había sido negado a las mujeres, ya sea en sus versiones más formalizadas (periodistas) como en las conversaciones de la vida cotidiana», dice esta doctora en Ciencias Sociales. Y si cada vez más hay mujeres que retransmiten, informan, cubren y analizan el fútbol, en el artículo se alude a la práctica, muy común en los estadios, «por la cual las mujeres se visten con los colores de los equipos, se envuelven en banderas y se empoderan. La investigación mencionada reveló que las adolescentes suelen hacerlo, sobre todo si concurren en grupo a la cancha, convertida de este modo en espacio de tráfico sexual. Su presencia reafirma la lógica del campo, más que subvertirla. Y esa lógica se replica y multiplica gracias a la televisión y la transmisión de eventos internacionales, cuando las cámaras toman a las mujeres más bellas y más sexis. La lógica de la representación captura una dinámica social: las mujeres están, pero para ser miradas«.

«Las mujeres acceden a grados diversos de inserción, que pasan por la negación, la aceptación, la resistencia y la exclusión. El saber sobre fútbol, por ejemplo, les había sido negado a las mujeres, ya sea en sus versiones más formalizadas (periodistas) como en las conversaciones de la vida cotidiana»

«Cada vez más hay mujeres que retransmiten, informan, cubren y analizan el fútbol»

Sin embargo, admite que «las mujeres están en las canchas. Las frecuentan, las visitan, las exploran. Y las que nos dedicamos a las ciencias sociales las investigamos. Las razones son múltiples y complejas, pero hay algo que las atraviesa: la voluntad, o la necesidad, de entender. El fútbol es un tema por entender para las mujeres: cómo se juega, en sus reglas; cómo es vivido, en sus hinchas. Pero siempre con la absoluta conciencia de que lo más cerca que una mujer puede estar del fútbol es la distancia crítica, que caracteriza las más diversas posiciones: desde la mujer que conoce perfectamente las reglas del juego y frecuenta las canchas hasta la que apenas roza el fútbol durante los mundiales, contagiada por la multiplicación de noticias. Además, claro, de las mujeres que rechazan el universo del fútbol y se autoexcluyen de él». La autora reflexiona sobre la relación de las mujeres espectadoras y el espectáculo futbolístico «entre las hinchas más fanáticas, cuya apropiación del espacio y de la práctica del hinchismo es casi igual a la de los varones. Casi. Incluso entre estas mujeres, la absoluta conciencia de la imposibilidad de conseguir un derecho a la igualdad –vieja reivindicación del feminismo, que se remonta a fines del siglo XIX– forma parte de lo que ellas están dispuestas a conceder (al equipo, al deporte, a los hinchas) para formar parte de ese escenario de privilegio social, en que las emociones están a flor de piel».

«Las mujeres están en las canchas. Las frecuentan, las visitan, las exploran. Y las que nos dedicamos a las ciencias sociales las investigamos»

«Las mujeres concurren en grupo a la cancha. Su presencia reafirma la lógica del campo, más que subvertirla»

«La mujer participa en ese espacio de manera lateral (y racional), lo cual reafirma nuevamente la economía de las razones. Y su alteración se produce en un espacio cerrado. En este marco hay que entender la historia del juego convertido en deporte. Al principio, el fútbol formó parte de la agenda de los juegos populares medievales, en los que intervenían mujeres, niños y hombres, con reglas orales y locales, sin un número limitado de jugadores, sin tiempo de duración estipulado y con desenlaces generalmente violentos. Sus formas premodernas, al igual que las del rugby, fueron los juegos llamados football, campball, hurling y knappan en Inglaterra, con variaciones continentales en Francia (la soule) y en Italia (el gioco della pugna). Su institucionalización se produjo durante el siglo XIX, primero a partir de las «public schools» inglesas y luego como forma de recreación, como mecanismo de control del tiempo libre de los obreros en las fábricas».

«Gracias a la televisión y la transmisión de eventos, las cámaras toman a las mujeres más bellas y más sexis. La lógica de la representación captura una dinámica social: las mujeres están, pero para ser miradas».

«Las mujeres se visten con los colores de los equipos, se envuelven en banderas y se empoderan»

«Esto permitió su expansión transfronteras y, finalmente, su profesionalización, que adquirió particularidades nacionales. En este proceso de conversión de juego a deporte, dice Eduardo Archetti: «El fútbol no solo forma parte de las dimensiones más generales de una sociedad y su cultura sino que, paralelamente, se relaciona con la construcción de un orden y un mundo masculino, de una arena, en principio, reservada a los hombres. El fútbol es un mundo de hombres, es un discurso masculino con sus reglas, estrategias y su «moral». Pero la historización del fútbol también puede realizarse a partir de iluminar las representaciones de las mujeres en la cultura. El inicio de la representación de la mujer como temática autónoma en la cultura podría situarse en la transfiguración literaria y pictórica sobre las cautivas, que data del siglo XVI y la literatura de la colonización».

«El fútbol es un tema por entender para las mujeres: cómo se juega, en sus reglas; cómo es vivido, en sus hinchas»

«El fútbol forma parte de lo que ellas están dispuestas a conceder (al equipo, al deporte, a los hinchas) para formar parte de ese escenario de privilegio social, en que las emociones están a flor de piel».

«Desde los 90, asistimos a un significativo incremento de las mujeres en el espacio de la cancha. Como ya señalamos, las mujeres se paran en las tribunas y son capturadas por las cámaras, que ejercen una retórica visual en el sentido de codificarlas según una lógica normalizada. Esas cámaras muestran, en un rapto de pasión desde un ojo (obligadamente) masculino, imágenes consideradas bellas, de mujeres vistosas, en una combinación que refuerza la lógica patriarcal. Vale la pena repetirlo: en el espacio en que las lógicas de las prácticas y los símbolos están signadas por las pasiones masculinas, la cultura masiva, en su aspecto mediático, erige un dispositivo visual que, al alterar las normas del espacio deportivo, las reafirma», señala esta analista. «¿Y qué pasa con la cultura popular? Es sabido que el fútbol fue una práctica de las clases populares, que desde principios del siglo XX comenzaron a expandirse y constituir los barrios y las diversas formas de asociacionismo que las caracterizan.

«Lo más cerca que una mujer puede estar del fútbol es la distancia crítica, que caracteriza las más diversas posiciones: desde la mujer que conoce perfectamente las reglas del juego y frecuenta las canchas hasta la que apenas roza el fútbol durante los mundiales, contagiada por la multiplicación de noticias»

«Desde los 90, asistimos a un significativo incremento de las mujeres en el espacio de la cancha»

«Entre esas formas se destacaron, sin dudas, los clubes sociales y deportivos, que quedaron ligados para siempre a los barrios que los alumbraron. Pero la relación entre el fútbol y la cultura popular no es solamente un asunto histórico. Es también una práctica cotidiana de miles de personas de las clases populares, antes y ahora, que asisten a las canchas, escuchan o ven los partidos y leen las revistas especializadas. El fútbol forma parte del repertorio de elementos culturales valorados como propios por esas personas. Y es el modo en que imaginaron (a través del ascenso social deportivo) e imaginan (el «sálvese quien pueda» de los jugadores vendidos al mejor postor) las formas de la felicidad y las formas de la fortuna, pecuniarias y de las otras», finaliza el artículo.

«Las mujeres se paran en las tribunas y son capturadas por las cámaras, que ejercen una retórica visual en el sentido de codificarlas según una lógica normalizada»

«Esas cámaras muestran, en un rapto de pasión desde un ojo (obligadamente) masculino, imágenes consideradas bellas, de mujeres vistosas»

«El fútbol formó parte de la agenda de los juegos populares medievales, en los que intervenían mujeres, niños y hombres, con reglas orales y locales, sin un número limitado de jugadores, sin tiempo de duración estipulado»

«La historización del fútbol también puede realizarse a partir de iluminar las representaciones de las mujeres en la cultura»

«Miles de personas de las clases populares, antes y ahora, que asisten a las canchas, escuchan o ven los partidos y leen las revistas especializadas»

Las niñas, jóvenes, mujeres, adolescentes y mayores también se divierten en el fútbol con el Rayo Majadahonda»

 

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