ALBERTO DIAZ. «Si se sabe por donde se va, sí que importa el camino» sería mi titular para una gesta épica: Las Rozas es por primera vez en su Historia equipo de Segunda B y con ello la ciudad sube también de categoría y se iguala a Majadahonda, Boadilla y San Sebastián de los Reyes. A los filiales de Real Madrid (Castilla) y At. Madrid (B) su suma el Getafe (B), supliendo así el descenso del Adarve del madrileño Barrio del Pilar y del Navalcarnero. Lo consiguió además ante un rival no menos histórico: el Mallorca B. Y a domicilio, haciendo bueno el partido de la ida (2-1) y tras fallar estrepitosamente un penalty que pudo sentenciar la eliminatoria. Viendo el partido (sobre todo la primera parte) y el global de los dos encuentros, Las Rozas es justo miembro de la división de bronce del fútbol español. Mencionar expresamente la aportación de dos ex jugadores del Rayo Majadahonda: el baluarte Iñaki, que cuajó un partido de los que hacen época, y el «pichichi» Rubén Blanco, que jugó el último cuarto para dar serenidad y equilibrio al equipo.


Alberto Díaz en Navalcarbón

Partido con un vértigo extraordinario donde el ganador se lo llevaba todo y el perdedor entraba con depresión y desinflado en la siguiente temporada 2019-20. Minutos iniciales muy tácticos y controlados por el equipo azulón, en donde se notaba que se encontraban muy cómodos. Tratando el balón con mucha claridad y atacando muy bien los intentos de fuera de juego del filial mallorquín, el equipo de la Zona Oeste madrileña demostró que en todo momento tenía el encuentro bastante controlado. A medida que transcurría el tiempo se adueñaba de todas las situaciones tácticas gracias al buen hacer del entrenador Lolo Escobar y algo que pienso que el equipo isleño no se esperaba: no encerrarse atrás y salir a por un gol que ejecutase la eliminatoria.

Las Rozas se puso definitivamente el mono de trabajo y sus jugadores lo realizaron a la perfección. Gran labor de los dos centrales roceños que hacían que los pases del Mallorca siempre fuesen muy largos, quedando estériles con la buena posición táctica y de presión desde arriba de Las Rozas. Con el valioso 0-0 había que esperar al segundo periodo para notar la mella que hacía en los jugadores el calor soporífero existente. Solo un tiro de Ibra al final del primer tiempo inquietó las mallas del experimentado y eficaz Yelko.

El Mallorca introdujo entonces a Robert, jugador de banda y mucho más directo. Quedaba por ver si este revulsivo activaba al equipo bermellón. Comenzó la segunda mitad con enorme presión roceña y controlando el esférico, sin especular en ningún instante. Sin embargo vino primero un latigazo del Mallorca que dejó sin respiración a la afición madrileña: centro envenenado y buff… ¡salvados!. En esas estábamos cuando llegó el penalti clamoroso sobre Goal que fue arrollado en un remate con la testa. Pendientes de ese lanzamiento a vida o muerte, lanzó Cruz y… fallo infantiloide producto de los nervios, con parada apenas sin esfuerzo del meta mallorquín. Tocaba seguir sufriendo.

La continuación se produjo con una invariable sucesión de momentos un poco apagados pero los «rozeños» rehaciéndose de este varapalo no definitivo. Superado el bache, continuaba bien situado el equipo azulón consolidando sus posiciones y con un tratamiento del balón magnífico. No obstante, el cansancio comenzaba a hacer acto de presencia y el equipo madrileño no debía de perder su buena situación en el campo. Las fuerzas menguaban, los incondicionales que se desplazaron a apoyar al equipo no languidecían, pero ya empezaba a haber poco juego y menos fútbol.

Los nervios afloraron a última hora y comenzaba a romperse el ritmo. El final fue no apto para cardiacos: se embroncó el juego, se produjeron tanganas, expulsiones… En el minuto 79 el Mallorca saca una falta de la nada y… fuera. ¡Faltaban diez minutos de infarto! La afición de Las Rozas, concentrada en la Plaza de España, en el Parque de París, en Navalcarbón y en las decenas de bares de toda la Zona Oeste donde se contagia la pasión por el fútbol, contenía la respiración y seguía en la lucha. La Comunidad de Madrid al completo era todo una y estaba con Las Rozas. Hasta mensajes de Estados Unidos y Europa llegaban a los comentaristas televisivos de La Otra, que a partir de hoy ya serán familiares para los «rozeños», cuya singular gesta merece escribirse con z de Las Rozas.

Así continuaron jugando sin que pasase nada de nada. Solo cinco minutos y el descuento quedaban para colgarse la medalla de bronce, tensión al máximo, arañando tiempo el equipo madrileño… Seguía sin jugarse nada desde hacía ya tiempo y en el terreno de juego había de todo menos fútbol. Se entró en el añadido y a sufrir. Bronca, nervios, más tensión, las dos expulsiones, una por de cada equipo. No se sabía el descuento pues no se percibió la cartela, lo que incrementó la alteración del sistema neuronal de todos los espectadores. Y con el cronómetro casi ralentizado parecía que nunca llegaba el fin. En ese momento, una contra azulona estuvo a punto de generar la apoteosis aunque al final se obtuvo un providencial saque de esquina que supo a gloria. Eran ya 6:30 minutos sobre el añadido cuando se oyó el pitido final y… fiiiiinnnnn… Las Rozas en Segunda «B». ¡Enhorabuena! Y también felicitaciones al Mallorca B, que hizo un intachable play off tanto en la ida como en la vuelta y fue un digno e histórico rival que agranda aún más la leyenda de esta plantilla.

Majadahonda Magazin