
Vargas Llosa en Majadahonda: «El periodismo fue un compañero que además alimentó muchísimo el conocimiento de mi propio país, de mi propia ciudad. Yo vivía en Lima en esa época y el periodismo hizo que recorriera la ciudad porque fui reportero. Fue una experiencia muy enriquecedora y creo que al periodismo le debo muchos de los temas sobre los que he escrito. Por lo menos la mitad y lo mejor de las novelas no las hubiera podido escribir sin las experiencias que me concedió el periodismo, las personas y los barrios que conocí, los problemas sociales, económicos, políticos que se vivían en mi país y que conocí a través del periodismo. Por eso digo siempre que el periodismo ha sido una fuente riquísima de temas y personajes para mis novelas»
MARIO VARGAS LLOSA (1936-2025*). (Majadahonda, 27 de enero de 2021). Comencé a escribir muy jovencito, cuando estaba todavía en el colegio, sin dar mucha importancia a lo que hacía, pero la lectura, escribir pequeños poemas, pequeñas historias, era algo que me fue ganando cada vez más. Entonces yo tenía el gran problema que teníamos los jóvenes, en el Perú y en muchos países latinoamericanos, que descubrían una vocación literaria: ¿que voy a hacer con mi vida?, ¿voy a dedicarme a esto?. La literatura no tenía un espacio social ni muchísimo menos, casi no había editoriales en el Perú, había librerías que de cuando en cuando publicaban un libro pero generalmente lo tenía que pagar el propio autor. Era una vocación que no tenía un asiento social, era muy difícil para un joven que descubría que tenía esta vocación poder decir: «voy a dedicarme a escribir«. Eso era imposible, a no ser que fueras un rentista no había manera de ganarte la vida. O a no ser que tuvieras una profesión más bien liberal. Y entonces yo pensaba: «voy a ser marino o abogado«. Hasta que descubrí de pronto el periodismo y fue un complemento que encajó muy bien con la vocación literaria, porque a mí me hizo descubrir sectores del Perú que yo desconocía por completo. El periodismo fue un compañero que además alimentó muchísimo el conocimiento de mi propio país, de mi propia ciudad. Yo vivía en Lima en esa época y el periodismo hizo que recorriera la ciudad porque fui reportero. Fue una experiencia muy enriquecedora y creo que al periodismo le debo muchos de los temas sobre los que he escrito. Por lo menos la mitad y lo mejor de las novelas no las hubiera podido escribir sin las experiencias que me concedió el periodismo, las personas y los barrios que conocí, los problemas sociales, económicos, políticos que se vivían en mi país y que conocí a través del periodismo. Por eso digo siempre que el periodismo ha sido una fuente riquísima de temas y personajes para mis novelas.
HAY UN PELIGRO EN EL PERIODISMO Y ES EL DE LA FACILIDAD. La relación que tiene con el lenguaje un escritor es difícil, hay que encontrar tu propia voz dentro del lenguaje y en el periodismo generalmente no es así. No hablo del periodismo que hace el comentarista político o el que escribe artículos o ensayos sino del periodista reportero que está allí al pie del cañón buscando las noticias. Allí es muy importante escribir de una manera más bien llana sin una presencia que sea dominante ni muchísimo menos porque eso desnaturaliza las noticias. El lenguaje del reportero en un reportaje es más bien genérico, en el que desaparece la personalidad y más bien el escritor lo que busca es tener una voz propia en la literatura y eso lo alcanza solamente a través del lenguaje. Existe un peligro para el escritor que se dedica al periodismo de reportajes y de calle que mantiene viva la noticia y que tiene que buscar una cierta impersonalidad en lo que escribe, algo muy distinto a lo que es la voz de un escritor en la que es fundamental tener una personalidad propia.
ESCRIBIR EN ESTADO DE DESLUMBRAMIENTO, CON GRAN PASIÓN, no significa que no haya problemas a los que tengas que enfrentarte y que tengas que resolver. Hay períodos que son muy difíciles a la hora de escribir, eso lo sabe cualquier escritor. Ahora bien, a los escritores que lloran excesivamente por las dificultades que tienen para escribir no hay que creerles porque en el fondo gozan enormemente con ese sufrimiento y con esas dificultades. Vencerlas es algo extraordinariamente estimulante para un escritor, aunque escribir no es fácil. Hasta encontrar realmente una voz, vencer las dificultades que se plantean día a día con un proyecto literario es difícil y a veces hay un sentimiento de frustración. Tienes la impresión de que aquello no va a salir, va a frustrarse, la novela no es lo que tú creías que va a ir seduciendo y conquistando poco a poco a los lectores… Son momentos de mucha desmoralización pero creo que en el fondo escribir es un goce extraordinario y la compensación está en ese goce. Un día que realmente uno tiene la impresión de que ha encontrado las palabras adecuadas y además, –lo que supongo que les ocurre a todos los escritores–, descubrir de que a pesar de que llevas un plan muy bien hecho, hay una posibilidad en la historia que estás contando, de desarrollarla, enriquecerla… Son esas sorpresas que te puede dar la escritura misma, esa cosa enormemente exaltante que lo mantiene a uno entusiasmado por la literatura y le vuelve a embarcar en una historia otra vez, a pesar de saber que esa historia va a durar años y va a atravesar momentos muy difíciles. Pero hechas las sumas y las restas, sin ninguna duda escribir es un placer tan extraordinario y quizá más extraordinario que leer un gran libro, que es una exaltación maravillosa. Escribir también es una exaltación aunque en el periodo de creación uno pase muy malos ratos también.
LLEGUÉ A TENER 7 TRABAJOS AL MISMO TIEMPO, NO SÉ CÓMO LO HACÍA PORQUE 7 TRABAJOS NO CABEN EN UN DÍA. Lo que era terrible para mí es que yo me casé muy joven y entonces tuve que empezar a trabajar para mantener a mi familia y a mi mujer. Y efectivamente lo más angustioso para mí era no tener tiempo de leer, leía en los colectivos (autobuses) de Miraflores al centro de Lima, donde trabajaba en una radio. Y el trabajo más divertido que tenía era en el viejo cementerio colonial de Lima, que se llama Presbítero Maestro y que está en el centro de la vieja ciudad. Se habían borrado los nombres de las tumbas en muchos de los viejos cuarteles coloniales, los más antiguos. Y entonces la municipalidad (ayuntamiento) me hizo un encargo, y eso lo hacía los domingos con un amigo que me acompañaba: tenía que subirme en una escalerita y tratar de reconstruir los nombres con lo que quedaba de ellos y con documentos coloniales que había de la municipalidad. Y era muy divertido porque yo llevaba una vez por semana a la municipalidad de Lima las listas de las tumbas que había descifrado y me pagaban por muerto. Después obtuve una beca, porque ya había preparado mi tesis de bachillerato y en la Universidad y la presenté. La daban el Banco Popular y la Universidad de San Marcos para hacer un doctorado en España. Y cuando gané esa beca ya fue la felicidad porque después de tener ya esos 7 u 8 trabajos que no me permitían no digo escribir sino incluso leer, por fin pude venir a Madrid para hacer un doctorado y dedicarme enteramente a leer y a escribir, lo cual fue la verdadera felicidad. Eso fue en el año 1958. (Continuará). *Intervención realizada en la Casa de la Cultura de Majadahonda. Segunda Parte.