JULIA BACHILLER. Fieles a su cita de todos los martes y sábados de 9:00 a 15:00 horas, los propietarios de los puestos del Mercadillo de Majadahonda afrontan las inclemencias del tiempo para exponer su mercancía. Este martes aún quedaban restos en los alrededores de la gran nevada caída el día anterior. A pesar de la mañana algo soleada, aunque muy fría, algunos puestos estaban sin instalar debido a las dificultades que existían para llegar a Majadahonda. Una jornada marcada también por la escasa afluencia de clientela, que dio la ocasión a que MJD Magazín aprovechase para descubrir y conocer algo más este famoso Mercadillo. Una visita que contó con la compañía de aquellos que mejor lo conocen: los pioneros que llevan más de treinta años acudiendo a él y los directivos de la Asociación de Comerciantes Ambulantes en Mercadillos de Majadahonda (MAJACAM), a la cual pertenecen todos propietarios de los puestos que integran el mercadillo.
La primera ubicación histórica del Mercadillo se encontraba situada frente a la Parroquia de Santa Catalina. Se trataba de un lugar de gran extensión que antes estaba cubierto de tierra y los puestos se situaban ante la desaparecida Tahona y a veces en la Plaza del Cura, donde acudían tres días a la semana: martes, viernes y sábado. Allí el alguacil pasaba a cobrarles cada día que instalaban el puesto. “Valiente” era su nombre, como así cuenta el propietario de la frutería Casa Juanita, procedente de Pinto y que lleva más de 30 años acudiendo al Mercadillo de Majadahonda. Un intrépido comerciante que a pesar de que en el año 82 adquirió su propio local en la calle Mieses 12, sigue compaginando su actividad con los días de mercadillo. Transcurridos unos años, el mercadillo aumenta sus puestos y se traslada en esta ocasión a la parte baja situada detrás de la iglesia. Una plaza rodeada por las calles: travesía de la Mina, Santa Catalina, Morrones y Granadilla. Por estas calles se expande progresivamente y termina siendo reagrupado en su ubicación actual junto a la calle Santa Catalina.
Otro de los pioneros de este Mercadillo es Heliodoro Bustillo, del cual cabe destacar que es el único majariego del lugar. Su aventura en este peculiar comercio comenzó junto a su hermano mayor ya fallecido, los cuales vendían las frutas y verduras que ellos mismos cultivaban en su huerta de Majadahonda. Tradición que no ha perdido, y sus más de 70 años de edad no son impedimento para que acuda diariamente a atender su huerta, proporcionando a su clientela lo que él define en su puesto como “Cosecha Ecológica Propia de Majadahonda”. Un producto de una calidad insuperable al igual que el trato que dispensa a su clientela: su simpatía y amabilidad siempre están presentes en su puesto.
En nuestro recorrido por el Mercadillo tuvimos la ocasión de conocer al presidente de la asociación, quien atendió muy amablemente a MJD Magazin y remitió a Juan, antiguo directivo de la asociación, pionero del mercadillo y gran conocedor del mismo. Aprovechó la ocasión para relatar cómo ha visto cambiar el sitio, como muchos de los puestos han pasado de padres a hijos y como se ha perdido una cualidad que lo caracterizaba: los productos artesanos. En relación con la asociación a la cual él ha representado durante varios años, cuenta que a dos años de jubilarse ha decido dejar que otros más jóvenes se vayan haciendo cargo de ella. «Esta agrupación nace con el fin de representar ante cualquier organismo o asociación a todos los integrantes del mercadillo y velar por sus intereses«, señala. También puso de manifiesto que el Mercadillo de Majadahonda también beneficia a la Asociación de Comerciantes, ya que este atrae «muchos visitantes a Majadahonda y eso también beneficia al resto de comercios”.
En cuanto a los problemas más comunes con los que se encuentran durante su actividad en este mercado callejero, Juan resalta que lo más destacable son los «manteros”, para lo cual han mantenido reuniones con Ayuntamiento y policía. La dificultad de actuación de los agentes ha llegado a provocar en varias ocasiones caídas de personas que visitan el mercadillo, dado el tumulto que se ocasiona. También señala que otra mala práctica que provocan estos «manteros» son los productos que ofrecen y que en muchos casos son «falsificaciones o procedentes de robos«, lo que «daña la imagen del mercadillo». No obstante y para concluir reconoce que uno de los motivos por los que éstos acuden al mercadillo de Majadahonda se debe «en gran parte» a las personas «que adquieren este tipo de productos».
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Ya sería hora de pavimentarlo. Está con unos agujeros y mucha gente se cae. Ellos pagan sus impuestos y merecen ser cuidados.
Teresa Gómez