Los niños y las Fiestas de Majadahonda 2023 en la Iglesia de Santa Catalina: «¿Quién no recuerda los años de la infancia? En general, fueron años vividos en la alegría e inocencia. Es bueno adentrarnos en los Evangelios para ver cómo se comportaba Jesús con los niños».

ANTONIO RIVERO. El acto sobre la tradicional presentación de los niños de Majadahonda al Santísimo Cristo de los Remedios tuvo lugar este martes 12 de septiembre (2023) en la Iglesia de Santa Catalina. El párroco Francisco Ruano agradeció la presencia de las familias y los niños, así como de la alcaldesa y concejales que asistieron a la liturgia. «Presentación y bendición de los niños al Santísimo Cristo de los Remedios. Podrán pasar todo los niños desde recién nacidos hasta los 13 años», había anunciado la Archidiócesis de Madrid en un comunicado y es momento de recordar al evangelista Marcos, que era considerado “el taquígrafo” de san Pedro: “Jesús iba a Jerusalén, y por el camino había algunas personas que querían que bendijera a sus niños. Los discípulos le dijeron a la gente que no molestaran a Jesús. Pero Jesucristo ama a los niños. Les dijo a los discípulos que permitieran que los niños vinieran a Él. También les dijo a los discípulos que ellos debían ser como niños pequeños, y entonces podrían vivir con Dios en el cielo”. La Fiesta de la Presentación y bendición a los niños, ofreciendo sus pequeñas vidas ante Jesús para que sean guiados por la luz de Cristo hacia el camino de la verdad, para ponerlos bajo su amparo y protección, también es la representación de la memoria de aquel acontecimiento cuando María y José presentaron a Jesús en el templo: “Señor, Dios nuestro, mira con bondad a estos hijos tuyos que hoy son puestos bajo la protección del Cristo, derrama sobre ellos tu bendición para que puedan un día dar testimonio de tu Amor. Que sean fuente de alegría y de unión en sus familias y que nunca se aparten de ti. Y a sus padres y madres dales tu gracia para que sean manifestación de tu ternura. Por Jesucristo, Nuestro Señor”.


La alcaldesa Lola Moreno y el concejal Nacho Silván (PP) asistieron al acto

LA ALEGRIA E INOCENCIA DE LA INFANCIA COMO MODELO. ¿Quién no recuerda los años de la infancia? En general, fueron años vividos en la alegría e inocencia. Es bueno adentrarnos en los Evangelios para ver cómo se comportaba Jesús con los niños. Viviendo en una época que ponía la perfección en la ancianidad y despreciaba la infancia, Jesús era un apasionado de los niños, se atrevió a poner a los pequeños como modelos. Él que no quiso tener hijos de la carne, disponía de infinitos ríos de ternura interior y repartió su amor simultáneamente entre los pecadores y los niños. Jesús siente una gran predilección por los niños, y los pone como ejemplo de inocencia, sencillez y pureza de alma. Es más, Él mismo se identifica con ellos al decir que quien reciba a uno de este pequeños a Él recibe. Para entrar en el cielo hay que hacerse como niño. Los niños eran en ese tiempo “tolerados” por la simple esperanza de que llegarían a mayores. No eran contados como personas. Su presencia nada significaba en las sinagogas, ni en parte alguna. Parecía que el llegar a viejo era la cima de los méritos. Conversar con un niño era tirar y desperdiciar las palabras. Cuando veamos a los apóstoles apartando de su Maestro a los críos entenderemos que no hacían sino lo que hubiera hecho cualquier otro judío de la época.


El concejal Federico Martínez (Vecinos por Majadahonda) asistió al acto para que su nieto recibiera la bendición del Cristo

ENTRONIZAR LA SENCILLEZ, ENSALZAR LA DEBILIDAD. Pero Jesús, una vez más, rompería con su época. Donde prevalecía la astucia, entronizaría la sencillez; donde mandaba la fuerza, ensalzaría la debilidad; en un mundo de viejos, pediría a los suyos que volvieran a ser niños. Jesús conoce a los niños: Sabe cuáles son sus juegos y sus gracias. Y habla de ellos con alegría. En el Evangelio de Mateo nos cuenta la parábola de los chiquillos que tocan la flauta a sus amigos y que juegan a imaginarios llantos. En cada pupila de los niños vería su propio rostro y su propia alma. Jesús conoce la ilusión de los niños de correr, hacer sanas travesuras, gritar. Jesús valora a los niños: Dice que de la boca de los niños sale la alabanza que agrada a Dios. Los pone como modelos de pureza e inocencia. Son ellos, los niños, los que saben, los inteligentes, porque es a ellos a quienes Dios ha entregado su palabra y lo profundo de sus misterios. ¡Cuántos niños nos sorprenden con sus preguntas y respuestas! Un niño vale no porque sea lindo o feo, rico o pobre, listo o menos dotado. Vale por el tesoro de gracia e inocencia que porta dentro de su alma.

El párroco Francisco Ruano agradeció la presencia de las familias y los niños, así como de la alcaldesa y concejales que asistieron a la liturgia

LA MISTERIOSA RAZÓN DE LA PREOCUPACIÓN POR LOS NIÑOS. Jesús les quiere: Sólo dos veces encontraremos en los Evangelios la palabra “caricias” aplicada a Jesús. Y las dos veces serán caricias dirigidas a los niños. Les abrazaba, dice uno de los evangelistas, describiendo una efusión que nunca vimos en Jesús ni referida a su madre siquiera. Será una caricia limpia, sin dobles intenciones. Será un abrazo lleno de ternura divina. Al abrazar a un niño, Jesús abrazaba lo mejor de la humanidad. Jesús se preocupa por ellos: Reprende a quienes les mirasen con desprecio; señala, sobre todo, los más duros castigos para quien escandalice a un niño. Y hasta nos ofrece una misteriosa razón de esta especial preocupación de Dios por ellos: “Porque sus ángeles ven de continuo en el cielo la faz de mi Padre que está en los cielos”. Como que los ángeles custodios de los niños están en primera fila en el cielo, recreándole y contándole a Dios las travesuras de esos niños, a ellos encomendados. Jesús los cura: Cura a esa niña de 12 años, a quien llama con dulzura Talitha, es decir, “niña mía”, y la aprieta contra su corazón. Detrás de esta niña se encuentra toda niña de ayer, de hoy y de siempre. Y pide a sus padres que le den de comer. Sí, comida abundante, no sólo para su cuerpo, sino también para su alma. Cura a la hija endemoniada de una mujer pagana porque no creía en el Dios verdadero, creía en Baal, el dios engañador, el dios cruel, el dios fornicario, el dios vengativo. Baal es el símbolo del demonio, y los baales equivale a decir, demonios. Pues uno de esos demonios poseía el cuerpecito de esta niña pagana. La fe y la humildad de la madre arrancaron el milagro de Jesús.

El templo majariego recibió la visita de numerosos feligreses con sus niños

LOS NIÑOS TIENEN UN SEXTO SENTIDO. Cura al hijo único de una viuda, que no le pide nada a Jesús, ni por su hijo adolescente ni por ella. Era tan grande su pena y tantas sus lágrimas que no se entera de nada de lo que le rodea. Fue Jesús quien se fijó en el tamaño de la cruz que llevaba aquella mujer. “Joven, a ti te lo digo: levántate”. Levántate y crece, por dentro y por fuera. Cura al hijo de un oficial real. El padre creyó en la palabra de Jesús. Y con la curación creyó también toda su familia. ¿Qué tienen los niños que arrancan de Jesús el milagro?. ¿Cómo respondían los niños a Jesús?. Los niños, por su parte, quieren a Jesús, también. Corrían hacia Él. Y es misterioso que este Jesús, un tanto frío y adusto ante los lazos familiares, al que encontramos un tanto tenso ante sus apóstoles, sea tan querido por los niños. Los niños tienen un sexto sentido, y jamás correrían hacia alguien en quien no percibieran esa misteriosa electricidad que es el amor. Jesús no sólo ama a los niños, sino que les presenta como parte suya. Hay en Jesús como una eterna infancia, porque vive en permanente pureza, limpieza de alma, ausencia de ambición y egoísmo. Estas son las cosas que van manchando mi infancia espiritual. Por eso, Jesús se atreverá a pedir a todos el supremo disparate de permanecer fieles a su infancia, de seguir siendo niños, de volver a ser como niños.

Antonio Rivero realiza en este artículo un interesante recorrido por el «libro de los libros» (Evangelios) y los niños

CONCLUSIÓN: HACERNOS COMO NIÑOS. Gran tarea: hacernos como niños. Requiere mucha dosis de humildad, de sencillez. Dios nos dice que debemos pasar por la puerta estrecha, si queremos entrar en el cielo. En el Reino de Dios sólo habrá niños, de cuerpo y de alma, pero únicamente niños. Dios, cuando se hizo hombre, empezó por hacerse lo mejor de los hombres: un niño como todos. Podía, naturalmente, haberse encarnado siendo ya un adulto, no haber “perdido el tiempo” siendo sólo un chiquillo… Pero quiso empezar siendo un bebé. Lo mejor de este mundo, ¡vaya que lo sabía Dios!, son los niños. Ellos son nuestro tesoro, la perla que aún puede salvarnos, la sal que hace que el universo resulte soportable. Por eso dice Martín Descalzo que si Dios hubiera hecho la humanidad solamente de adultos, hace siglos que estaría podrida. Por eso la va renovando con oleadas de niños, generaciones de infantes que hacen que aún parezca fresca y recién hecha. Los niños huelen todavía a manos de Dios creador. Por eso huelen a pureza, a limpieza, a esperanza, a alegría. ¡No maniatemos a ese niño que llevamos dentro con nuestras importancias, no lo envenenemos con nuestras ambiciones! Por la pequeña puerta de la infancia se llega hasta el mismo corazón del gran Dios.

Majadahonda Magazin