LADY MARY. Lo mejor es que en esas situaciones tú tienes que dar la cara, porque si llamas a una jefa ella te termina por decir que «no la llames para ese tipo de tonterías», y si actúas por tu cuenta y aceptas la devolución porque «el cliente tiene razón» se te cae el pelo. Y si no la aceptas, la bronca del cliente es, cuanto menos, explosiva. Hagas lo que hagas, estás vendido. Las devoluciones de los muebles llevados a domicilio se hacen por atención al cliente, y muchas veces los clientes traían un pedazo de aparador o espejo y se lo tenían que llevar de vuelta porque no podíamos aceptar esa clase de devoluciones. Eso estaba mal montado por todas partes. Y hablando de Atención al Cliente, no sirve para nada. Muchas veces no respondían ni a los requerimientos de los clientes ni a los de la propia tienda. Una vez incluso presencié a una señora quejarse a ellos por teléfono respecto a una mesa que le había llegado sin haberla pedido, reclamando la devolución del correspondiente importe. Atención al Cliente dijo que no podía hacer nada y que tirara la mesa a la basura. A continuación, colgaron.


¿A quién creéis que echó la bronca la señora? Exacto, a mí, porque mi jefa se escurrió como una bellaca y tuve que ser yo, una vez más, quien diera la cara. Y ese era el pan de cada día: bronca de los clientes por cosas que, por mucho que quieras solucionar, no puedes arreglar porque tienes las manos atadas. Broncas también de las jefas porque cuando intentas ayudar a los clientes de alguna forma, te dicen que no es posible y que no tengo autoridad para ello. Broncas telefónicas de clientes a los que los pedidos les han llegado mal y que te acusan con el dedo. Ese ambiente termina por minar la moral de cualquiera, y el trabajo, que al principio me pareció un chollo, se convirtió en un infierno. Había malos rollos entre las jefas, entre los compañeros, la gestión del personal era un desastre y ya no digamos los procedimientos. Cualquier cosa que intentaras hacer en caja era un suplicio, porque la conexión a Internet era lentísima y la caja se colgaba cada dos por tres, con las consiguiente lentitud de la cola y el malestar de los clientes. Y una vez más, te tocaba bronca. Pasé un año metida en un ambiente tenso, lleno de malestar, en el que las responsables hacían todo lo posible por meter cizaña. Se criticaban las unas a espaldas de las otras, para luego hacer lo mismo con cajeros y vendedores en cuanto nos volvíamos, salvo que formaras parte de su círculo íntimo, que entonces te sobreprotegían. A mí llegaban a echarme la culpa por los errores cometidos por compañeras, aunque yo ni siquiera hubiera estado trabajando en ese momento, y si me quejaba, la mala era yo. Próximo capítulo: «Es una vergüenza que existan empresas así».

La bloguera Lady Mary (@ladymaryblog1) se define como «jovenzuela de veintitantos inviernos, lectora compulsiva, intento de blogger y fanática del café (toda una ave nocturna) en https://leyendasdeladymary.blogspot.com/ y como «adicta (muy adicta) al café y aprendiz de escritora, seriéfila, cinéfila e intento de blogger, estudiante y admiradora de la gran e inigualable Agatha Christie. Muy enamorada de la vida, de mi chico y de mi perrita Thelma, lo más adorable de este mundo».

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