J. ROMERCAN (@Jromercan). Vivir cerca de la “oficina” del Atlético de Madrid en Majadahonda hizo que tuviésemos de vecinos a casi toda la plantilla. En aquella época coincidían Agüero, De Gea, Asenjo, Domínguez, etc… La interacción con ellos era mínima, saludos al entrar y salir, alguna vez felicitaciones por los títulos y poco más. Al fin y al cabo estaban en sus hogares, y como todos, se merecían algo de desconexión. Personalmente, pues el fútbol no me interesa mucho, más que coincidir con estos jugadores a mí me impactó primero ver a Bernardo Schuster, un mito de la infancia, con su mujer en hijo haciendo vida normal. Luego se fue a vivir a Andalucía y no le volví a ver. Lo de Maradona no se me pasaba por la cabeza, y eso que también coincidíamos con Agüero, Giannina y su pequeño, bien en la piscina o en el jardín. La relación con ellos era de vecinos y poco más. Recuerdo que a veces volvía de los partidos cojeando y con cara de sufrimiento.

Sinceramente me extrañaba que no viviesen en La Finca o similar, fundamentalmente por la intimidad, pero bueno, ahí estaban. Un día recuerdo asomarme al balcón y ver a Maradona fumándose un puro, no daba crédito, un ídolo de la niñez a unos metros, con su familia, de visita, haciendo las cosas normales de un padre o de un abuelo. Una de las primeras veces que bajó al jardín, la gente comenzó (comenzamos) a asomarse a los balcones, se le acercaron a saludarle, pedirle autógrafos, incluso los porteros de la finca dejaron sus puestos para no perderse el evento… Después de eso se le vio muy poco. Me quedo con la imagen de él, Agüero y el pequeño jugando a la pelota en el jardín, como cualquiera de nosotros hemos hecho con nuestros padres o nuestros hijos. ¡Pero menuda constelación de estrellas! Hace poco escuché que el niño quiere ser cantante, y me hizo gracia: con semejantes entrenadores y cantante. He de decir que mis amigos futboleros venían a casa más de la cuenta y me increpaban por fijarme más en sus vehículos que en los jugadores, pero es que a mí fútbol…