MARIBEL HÉRCULES. El momento y la posterior etapa de la jubilación están sujetos a controversias respecto a los estados emocionales que provocan. Desde la sensación de añorada libertad al sentimiento de inutilidad y/o soledad. En cualquiera de los casos, alternativas como renovar la ilusión por algo novedoso e incluso retomar aquellas asignaturas pendientes que se dieron de lado por trabajo, familia u otros, son aconsejables. Y yo añado: contribuir a mitigar la situación de quienes no han superado las circunstancias, actuales o anteriores, que hayan dejado una huella profunda en sus vidas deriva en mutuo beneficio. He aquí mi propia experiencia: me incliné por aprovechar la libertad para apoyar a quienes no sabían o no encontraban como utilizarla. Así conocí los mandalas. Y así, también, asumí el reto de impartir Talleres de Mandalas, como voluntaria, en el Centro de Mayores Reina Sofía de Majadahonda, donde encontré todo el apoyo necesario para desarrollar el proyecto. Debo decir que la experiencia es altamente positiva en varios sentidos que no voy a enumerar por importancia, porque todos la tienen por igual. La acogida de los talleres de mandalas ha sido extraordinaria a lo largo de los años, bastantes, que llevo compartiendo mis conocimientos. La valoración de los resultados ha sido, asimismo, increíblemente motivadora para seguir con la tarea y, aunque no puedo decir que todos los participantes han continuado año tras año asistiendo, el porcentaje ha sido muy satisfactorio. Lo que es más, las relaciones sociales nacidas dentro de los grupos perduran fuera del ámbito del Centro y los talleres. 


Maribel Hércules Ibáñez

LOS ALUMNOS DE MAJADAHONDA. No menos importante, para mí, es haber conocido a personas maravillosas y absorbido su propio saber. Mas aún, cuando la pandemia ha impedido la participación presencial, los talleres han continuado a través de plataformas digitales, a pesar de las dificultades que ello ha supuesto. En algunos casos, la incorporación a las nuevas tecnologías, tanto en aprendizaje como en inversión económica. Y ahora, para quienes a pesar de la popularidad que ha alcanzado el uso de los mandalas como fuente de beneficios emocionales, no los conocen, los describo someramente. Los mandalas son imágenes, generalmente circulares, que ya estuvieron presentes en las antiguas culturas y de ello hay innumerables vestigios (paleocristianos, hinduistas, budistas, griegos, celtas, aztecas, aborígenes, africanos…..). La palabra mandala procede del sanscrito (मण्डल), siendo su transcripción círculo sagrado, rueda, totalidad. El origen se sitúa en la India, en las religiones hinduista y budista, que hoy siguen utilizando estos símbolos como instrumento de relajación y meditación. Su introducción en occidente se debe al psiquiatra suizo Karl Gustav Jung, (1875-1961), creador de la escuela analítica, que no dudó en incorporarlos a sus terapias. Podemos encontrar en sus escritos múltiples descripciones relacionadas con el mandala (Jung, Karl Gustav, 1955). Obra completa. Volumen 9/I. “Los Arquetipos y el Inconsciente Colectivo. Sobre el Simbolismo del Mandala”, Madrid: Ed. Trotta). Las características básicas de un mandala tradicional son: su forma circular, como ya hemos mencionado, o cuadrada en la que, incluso en este caso, se inscribe un círculo. Frecuentemente contiene referencias a los cuatro puntos cardinales y a los cuatro elementos principales aire, tierra, fuego y agua. Características y significado específico difieren según su procedencia.

El mandala actual ha evolucionado hacia una más amplia representación y contenido figurativo, relacionado con el arte, la naturaleza, la cultura, etc. Como ejemplo, mencionaremos el zendala, aunque su concepto difiere ligeramente. Mientras el mandala es colorido y requiere concentración, el zendala se limita al blanco y negro y precisa imaginación y libertad de expresión. El trabajo que se realiza con un mandala consiste en colorear el interior intuitivamente, lo que da lugar a que una misma imagen puede resultar muy diferente coloreada por distintas personas. Queda a juicio de los profesionales en psicología interpretar el significado de la obra personal, dado que cada color y forma tienen su propia representatividad emocional. Los beneficios del trabajo con mandalas son muy amplios y aquí solo mencionaremos algunos: reduce el estrés y la ansiedad, ayuda al autoconocimiento y la autoaceptación, fomenta la creatividad, estimula la concentración, refuerza la autoestima, conduce al equilibrio interior… y muchos más. En resumen, se trata de una técnica de crecimiento personal sin olvidar el divertimento. Por último, hay dos formas de trabajar un mandala, coloreando una imagen predeterminada o creando primero la imagen para, posteriormente, agregar colores. De aquí se deduce que la práctica con mandalas no es exclusiva para una edad o circunstancia concreta, sino que es asequible e indicada para cualquier edad. De hecho, algunos colegios ya han adoptado este hábito antes de iniciar las clases y reportan datos positivos sobre los resultados. Os dejo mi slogan “disfruta relajándote en colores”. Si quieres saber más o unirte a nuestra gran familia, estaré encantada de ayudarte. E-mail: 4202mhi@gmail.com

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