JORGE RUBIO. Conocer la historia de una ciudad como Majadahonda puede llegar a ser una tarea historiográficamente compleja. Las grandes crónicas contemporáneas suelen obviar los lugares que antaño fueron pequeños y humildes pueblos salvo que en algún momento protagonizasen algún episodio de importancia. En ese sentido, Majadahonda sí tiene cierta relevancia, ya que fue escenario de batallas en la Guerra de Independencia del siglo XIX y de la Guerra Civil del siglo XX, lo que le ha valido a la localidad tener su pequeño hueco en los libros, como ocurrió con la Topografía Médica de Majadahonda. Sin embargo, el día a día de sus habitantes es más desconocido y queda plasmado en la tradición oral de esas historias que pasan de padres a hijos y que con el tiempo se van perdiendo. Por eso tienen tanto valor testimonios como el de Crescencio Bustillo que recogen la cotidianidad de la vida en Majadahonda durante el primer tercio del S. XX. Unas memorias escritas por este majariego nacido en 1907  y que desde MJD Magazin iremos publicando por capítulos para poder dar a conocer un relato que permite conocer el pasado y la forma en que vivían los ancestros más directos. Su hijo Darío le precisaba a su pariente A. Bustillo que «empezó a escribirlas en el año 1972, a partir de su jubilación, lo cual tiene más mérito por el tiempo transcurrido y por la memoria que tenía, acordándose de personajes, fechas y lugares con tanta precisión». Y añade que «a mi tío Gumersindo le cayeron 12 años, no por rebelión militar como a mi padre, sino por ser miembro de un partido de izquierdas, se supone que del PCE. Mi tío nunca fue militar, solamente cuando estuvo haciendo la «mili» que es muy diferente». A continuación reproducimos el prólogo de esta obra inédita con el que este Bustillo, apellido de tanta relación con Majadahonda, quiso dejar a los demás el legado de su memoria sobre «personajes de carne y hueso en el Gran Teatro de la vida».


«Al ponerme a escribir estas Memorias lo hago cuando he doblado más que bien la curva de mi vida; en una edad senil y reflexiva que me hace estar a la vuelta de muchas cosas. No lo hago pensando en el lucimiento literario, ni en ninguna clase de lucimiento, sino en hacer un pequeño repaso de mi vida en lo bueno y en lo malo que ha sucedido a través de ella; donde puede haber de todo, desde la anécdota hasta las crueles realidades. Todo dentro de esa cruda verdad que resultará a través de toda la narración; pues no propongo enmascarar ni nombres, ni situaciones que hayan ido surgiendo en mi dilatada vida, sino grabar las cosas en la realidad misma que han sucedido. Cierto que por mi parte enfocaré objetivamente mi opinión de las personas (personajes de carne y hueso en el Gran Teatro de la vida), así como de los casos o situaciones que las circunstancias han movido a producirse. Pero siempre con el firme propósito de reflejar la verdad, en el verdadero sentido de lo que representa esta palabra».

Su hermano Gumersindo fue candidato a concejal en 1931

«No quisiera que alguno de mis allegados (familiares) que leyesen este relato se sintieran afectados y ofendidos por el boceto que pueda hacerse de ellos, pues en primer lugar lo he escrito pensando en mí: para recordar hechos y situaciones que al mismo tiempo me refresquen la memoria. También me sirven para explayar mi alma o espíritu dejando entrever en ello mis pensamientos nobles y puros. Por tanto, espero que, si alguno los leyere, sepa dar la justa interpretación, me sepa comprender e identificarse con mi pensamiento. Solo así podrá enjuiciarme y perdonarme si cree que he sido demasiado severo en mis apreciaciones hacia su persona. Pero entiendo que no hay nada más que la verdad y que para que tenga valor histórico es preciso decir las verdades por amargas que nos parezcan, con todas las consecuencias. Además, el hacer crítica y autocrítica siempre sirve para rectificar nuestros defectos, que por desgracia no son pocos».

«Estamos acostumbrados a leer hechos históricos todos ellos adornados y preparados de antemano para agradar al que los lee. También es cierto que son versiones sofisticadas y que no guardan ninguna relación con la realidad más que en aquello que le conviene al autor para su lucimiento o cuando sirve a los intereses de la sociedad a la que se debe, pero nunca al Pueblo llano y sencillo, que es bajo mi punto de vista, el verdadero Señor al que hay que servir, porque en él está la verdadera democracia, cuna de todas las libertades. Por eso, este manuscrito tendrá muchas faltas e irregularidades gramaticales y literarias. La escritura será tosca y vulgar pero tiene el valor incalculable de ser todo verídico. Un tesoro que no se encuentra fatalmente ya que las relaciones humanas están hoy regidas por la hipocresía y la falsedad que no solamente se advierte en el trato oral, sino en toda clase de documentos públicos y privados. Por ello, encontrar un escrito real es como encontrar una amistad en quien confiar: que sea leal, que no te miente ni te oculta la realidad en ningún momento. Eso para mí es un tesoro inconmensurable y de un valor sin precedentes».

«En cuanto a mis antepasados y las personas que he conocido, tratado o convivido pero que han pasado a mejor vida, de los primeros reflejaré fielmente, según los datos y versiones llegados a mi conocimiento o poder, todo cuando sepa que pueda tener algún interés para esta narración. Y de los segundos, respetaré su memoria sin que por esto omita nada de la verdad en las distintas situaciones que fueron actores de las mismas. Una vez hechas estas aclaraciones, pongo manos a la obra de escribir estas Memorias esperando recoger en ellas todos los datos que acudan a mi mente y que tengan interés. Saben de antemano que algunos quedarán en el olvido, pero desde luego, los más importantes quiero insertarlos aquí, a mi manera o a mi aire, que es el tópico que está de moda».

Majadahonda Magazin