JOSÉ Mª ROJAS CABAÑEROS. Este jueves 18 de junio (2020) mi conversación es con Mercedes Fuertes, catedrática de Derecho Administrativo en la Universidad de León, vocal permanente de la Comisión General de Codificación y Patrona de la Fundación “Hay Derecho”, quien formula críticas a la actual situación desde el punto de vista jurídico: ¿No hubiera sido más eficaz confiar en el modelo autonómico para gestionar la crisis, como hizo Alemania con los diferentes lander? –Para mí Alemania es referente de muchos aspectos: un Gobierno de coalición con un programa político claro y difundido, una participación consciente de los diputados en lo que sería nuestro Congreso de los Diputados sin seguir acríticamente los dictados del jefe de grupo… y la lealtad federal, la lealtad y cooperación entre el Gobierno federal y los Gobiernos regionales. Lamentablemente no veo estos signos en nuestros representantes políticos pendientes de su estrategia personal». Y añade: «En el artículo que publiqué en el periódico El Mundo quise resaltar este aspecto porque me pareció gravísimo, dentro del proceso de degradación del sistema democrático que vivimos, que la presidenta del Congreso de los Diputados pretendiera cerrar la Cámara. Un político demócrata, ante una situación de tantísimo riesgo para los ciudadanos, llama a los representantes de otros grupos políticos, habla con ellos, les da información y explica sus propuestas, delibera las medidas posibles, trata de conseguir aunar perspectivas… Lamentablemente en España carecemos de políticos que defiendan el interés común. Nadie… es muy triste».


Jose Mª Rojas

En primer lugar, muchas gracias por aceptar esta entrevista ¿qué tal se encuentra y cómo está pasando esta pandemia? –Gracias por esta oportunidad de mantener una conversación agradable. Tenemos la suerte de encontrarnos bien de salud. Estas semanas de pandemia han sido de vivencias intensas. Estar confinados supone, en principio, estar más tiempo sólo pero, a la vez, se sienten más las ausencias. No sólo de los amigos que han fallecido, también de tantas amistades con las que no se pueden compartir los momentos. Hemos aprovechado en casa, además de trabajar mucho, para seguir haciendo ejercicio físico y disfrutar de la ampliación de las retransmisiones culturales (teatro, a través del Instituto de Artes Escénicas; óperas desde muchos teatros europeos; y también alguna película clásica).

Como catedrática de Universidad ¿qué opina de la enseñanza universitaria telemática que se ha aplicado en esta crisis sanitaria (las Universidades de California avisan que seguirán de forma no presencial durante el próximo curso), es algo coyuntural o una realidad que llegó para quedarse? –Defiendo la enseñanza y la comunicación físicamente cercana. En los estudios jurídicos la deliberación en clase es importante y a través de las sesiones virtuales se pierden muchas posibilidades. Es cierto que durante estas semanas he tenido que acomodarme a la enseñanza telemática y desde el primer momento reté a mis alumnos a aprovechar esta circunstancia. Con algunos lo tenía más fácil, pues les conocía de otros cursos y confiaba ya en sus conocimientos, de ahí que los juicios simulados que hicimos fueron provechosos. Pero en otros cursos he echado mucho en falta el contacto personal. No es lo mismo estar explicando una posición jurídica para generar cierto debate donde los gestos juegan un papel importante y unos alumnos aprenden de las opiniones de otros, sobre todo cuando tienen que contraargumentar. Me preocupa que la enseñanza telemática se confunda con estar todo el día conectado. La enseñanza de muchas disciplinas jurídicas requiere de muchas lecturas diarias. Hay una creciente complejidad ante la avalancha de documentos: disposiciones que se aprueban por múltiples instituciones, no sólo la Unión Europea, el Gobierno, las Administraciones regionales, los Entes locales, directrices o instrucciones de organismos reguladores; sentencias de Tribunales de Justicia. Se requiere mucho tiempo para advertir las precisiones y matices… lo que resulta difícil con esa confusión de mantenerse en una conexión permanente. Yo estoy muy satisfecha con el trabajo de mis alumnos durante estas semanas pues han aprovechado las lecturas, mis explicaciones, los casos que hemos hecho… pero todos coincidimos en que debemos mantener el contacto con clases presenciales.

Se le atribuye al Conde de Romanones la frase “quédense las leyes y déjenme los reglamentos”. En esa línea, existe una creciente preocupación por el exceso de burocracia en la administración española que retrasa la aplicación efectiva de las decisiones ejecutivas. ¿Se ha quedado obsoleto nuestra normativa en relación con la revolución digital que vivimos y, si es así, qué reformas legales serían las más urgentes? Conviene distinguir. Por un lado, está la ingente producción normativa ante tantas especificaciones y precisiones. Son necesarios los reglamentos. El problema es la hipertrofia normativa, la dificultad de conocimiento y la alteración por los gobiernos de los criterios y principios tradicionales que nos servían como brújula para orientarnos. Un ejemplo: ha saltado por los aires el parlamentarismo ante la multiplicación de Decretos-Leyes por los gobiernos, o el principio de jerarquía normativa… Por otro lado está la burocracia. La padecerá usted en su actividad investigadora: cuántos formularios, herramientas, aplicaciones han de rellenarse una y otra vez. Antes tardábamos un minuto en escribir una instancia con el bolígrafo… ahora con tantas aplicaciones “accesibles” tienes que encomendarte a todos los santos tecnológicos para ajustarte a las casillas adecuadas. Me pregunta de manera acertada por la revolución digital que exige repensar muchas relaciones jurídicas porque nuestras relaciones en el ciberespacio han de seguir estando amparadas jurídicamente. Muchos son los frentes que han de atenderse para asegurar los derechos y las libertades públicas, la seguridad ante tantas amenazas… Nos llevaría en este momento algo lejos y necesitaríamos más tiempo para charlar. En todo caso, antes siempre de multiplicar las páginas en el Boletín Oficial, hay que reflexionar con sentido común.

Existe mucha polémica con el Estado de Alarma. Usted ha defendido que lo procedente era declarar el Estado de Excepción ¿nos puede explicar las razones de su criterio?. –He defendido que hubiera sido procedente la declaración inicial del Estado de Excepción y no de Alarma por varias razones. La fundamental, porque nuestra Constitución no permite la suspensión de derechos fundamentales mediante un Estado de Alarma y hemos sufrido una ablación de nuestras libertades públicas. A mi juicio, lo adecuado hubiera sido una respuesta en la que se advirtiera la participación de los grupos políticos constitucionales.  La declaración de Alarma se aprueba por el Gobierno, mientras que la declaración del Estado de Excepción sólo puede ser aprobada si existe autorización del Congreso de los Diputados tras un debate sobre su extensión y efectos. Y también hay diferencias en los presupuestos de una u otra situación. La Ley orgánica que regula estos estados singulares menciona la pandemia como ejemplo de un Estado de Alarma. Pero lo que estaba en juego era el orden público, la mínima prestación de servicios esenciales. Recordemos que el desmoronamiento del sistema sanitario fue la causa que se invocó. En fin, muchas razones avalan que lo procedente hubiera sido la declaración del Estado de Excepción.

¿Esta pandemia cambiará la forma de entender la vida en sociedad? –Confío que esta experiencia nos lleve a modificar algunos hábitos: reconocimiento de la dedicación de tantos profesionales (sanitarios y de otros ámbitos), el cuidado de lo público, un mejor diseño de los núcleos de población y de las viviendas… He visto fotografías en los periódicos sobre cómo han tenido que pasar estas semanas algunas familias en casas pequeñas, con poca luz… y contamos con un número elevado de leyes del suelo, de la vivienda, de planes urbanísticos, de normas de calidad de la edificación… ¿para qué sirven?

¿Hay alguna lección que se pueda sacar de todo lo sucedido? –Más que lecciones, propuestas para quien quiera gobernar mirando el interés común: que se atienda a los mayores, que se cuiden las residencias, que se amplíen los parques y zonas verdes para garantizar una vida más saludable, que se reconozca la dedicación de tantos profesionales que han mantenido servicios esenciales. Para terminar, ¿nos puede sugerir lecturas para estos tiempos difíciles? –Enrique Jardiel Poncela y Miguel Mihura son una magnífica compañía en estos tiempos de pandemia. BIOGRAFIA. La doctora en Derecho Mercedes Fuertes ha participado con estudios específicos en libros jurídicos sobre Derecho urbanístico, Derecho ambiental, expropiación forzosa, contratos administrativos, responsabilidad patrimonial de las Administraciones públicas y ha publicado numerosas monografías en revistas jurídicas especializadas. También colabora en diversos medios de comunicación como El Mundo, Expansión, La Nueva España; así como en los blog “Espublico” y “Hay Derecho”. Ha intervenido en muchos Congresos, Jornadas y distintos foros de especialistas, como en el Congreso DIGITEC2016 impulsado por el Parlamento Europeo y la Comisión Europea defendiendo la neutralidad de la red. Realizo esta entrevista por email, conectando con su domicilio en León.

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