
«Un Encuentro no con la fama ni la historia, sino con el Misterio que tantas veces invocó. La escena de este encuentro entre Dios y el Papa es simple, sin cúpulas ni vitrales. Es luz. Una luz que no ciega sino que abraza. En ese espacio sin tiempo, un anciano vestido de blanco avanza descalzo. La túnica es sencilla, casi franciscana. Sus ojos —cansados pero aún brillantes— se elevan con reverencia»
MIGUEL SANCHIZ. (22 de abril de 2025). El Papa Francisco y Dios. Un Encuentro en la Eternidad. En la muerte de Jorge Mario Bergoglio —el Papa que vino del sur, el pastor que habló de misericordia, el hombre que hizo temblar al Vaticano con su humildad— compartimos con nuestros lectores este Encuentro imaginario pero profundamente posible: un diálogo eterno entre el alma del Papa Francisco y el Dios al que dedicó su vida. Que este relato sirva como homenaje y consuelo. Se apagan las luces del mundo y se enciende una llama en el corazón de la eternidad. El alma de Jorge Mario Bergoglio, conocido por millones de personas como el «Papa Francisco«, asciende con la humildad del que ha servido, no del que ha reinado. Su paso por la Tierra fue un testimonio de compasión, sencillez y firmeza, una caminata entre los pobres, una oración entre los muros del Vaticano, una mano tendida allí donde otros levantaban muros. Aquel que eligió llamarse Francisco por el santo de Asís —el amigo de los desposeídos, de la naturaleza y de la paz— vivió su pontificado como un peregrino de la misericordia. Despertó amores y controversias, desafió estructuras anquilosadas y habló con la franqueza del pastor que no teme al lobo. Pero ahora, ya sin báculo ni vestiduras, sin cámaras ni multitudes, se encuentra ante el rostro último e infinito. Un Encuentro no con la fama ni la historia, sino con el Misterio que tantas veces invocó. La escena de este encuentro entre Dios y el Papa es simple, sin cúpulas ni vitrales. Es luz. Una luz que no ciega sino que abraza. En ese espacio sin tiempo, un anciano vestido de blanco avanza descalzo. La túnica es sencilla, casi franciscana. Sus ojos —cansados pero aún brillantes— se elevan con reverencia.
DIOS. Bienvenido, hijo mío.
PAPA FRANCISCO. Señor… no soy digno de que entres en mi morada.
DIOS. Pero tú entras ahora en la mía, Jorge. Y llevas contigo los pasos de muchos que ayudaste a caminar. No llegas solo.
PAPA FRANCISCO. He intentado seguirte. No siempre supe cómo. Dudé, temí, incluso tropecé. A veces el poder pesaba más que la cruz.
DIOS. Y sin embargo cargaste con ambas. ¿Recuerdas aquella vez en Lampedusa?
PAPA FRANCISCO. Sí. Allí vi tu rostro en cada cuerpo mojado, en cada niño muerto. Grité contra la indiferencia del mundo… y también contra la mía.
DIOS. Y te escucharon. Aunque no todos.
PAPA FRANCISCO. A veces me sentí solo en Roma. Solo con Tu palabra y mi conciencia. Quise reformar lo que parecía irrompible.
DIOS. ¿Y crees que fracasaste?
PAPA FRANCISCO. Creo que sembré. Otros cosecharán.
DIOS. Eso es fe. No la que proclama certezas, sino la que camina entre dudas. Te diste a los pobres, a los enfermos, a los olvidados. Lavaste pies, no coronaste cabezas. Fuiste Pedro sin armadura.
PAPA FRANCISCO. Fui pecador. Como Pedro.
DIOS. Pero también roca. Como Pedro.
El anciano cae de rodillas. Llora, no de miedo ni arrepentimiento, sino de gratitud. Dios lo levanta suavemente y lo abraza. No hay palabras. Solo silencio sagrado. Una brisa dulce, como la del Río de la Plata en otoño, roza su rostro.

«Cuando era joven, solía mirar al cielo desde la terraza de casa. Jamás imaginé que me hablarías desde allí»
PAPA FRANCISCO. Cuando era joven, solía mirar al cielo desde la terraza de casa. Jamás imaginé que me hablarías desde allí.
DIOS. Y sin embargo, te hablé siempre. En el silencio de los hospitales, en las miradas de los cartoneros, en los abrazos que diste a quienes no podían darte nada.
Dios lo acompaña mientras caminan por un sendero de luz. A ambos lados, rostros sonrientes: abuelas de favelas, niños sirios, mujeres indígenas, ancianos olvidados.

«Su paso por la Tierra fue una oración entre los muros del Vaticano, una mano tendida donde otros levantaban muros»
PAPA FRANCISCO. Los recuerdo a todos… aunque a veces no sabía cómo ayudarlos.
DIOS. Lo intentaste. Y eso, Jorge, también es amor. Has sido pastor con olor a oveja. Profeta en tiempos de sordera. Puente donde muchos solo quisieron muros. Ven. Hay quienes desean verte.
PAPA FRANCISCO. ¿Quiénes?
DIOS. Los descartados. Los migrantes. Los ancianos que «escucharon tus mensajes en soledad. Los jóvenes que soñaron contigo una Iglesia viva. También Francisco de Asís, que sonríe allá bajo el árbol.
Francisco gira. A lo lejos, un campo verde, una multitud serena. Ríen. Le hacen lugar. Se oye música. Suena un bandoneón. Francisco sonríe.
PAPA FRANCISCO. ¿También aquí hay tango?
DIOS. Aquí está todo lo que amaste de verdad. Incluso Gardel te espera con un mate tibio.
PAPA FRANCISCO. Y Roma… ¿qué será de Roma?
DIOS. Sigue en mis manos. Como siempre. Tu voz seguirá resonando en los rincones de la conciencia. No has muerto, Francisco. Has vuelto a Casa.
Y el anciano camina. Ya no cojea. Sus pasos son livianos. Y por primera vez en mucho tiempo, se permite descansar.
Descanse en Paz. 🙏🙏
Miguel: me parece precioso lo que has escrito. Felicidades amigo
Cada vez te superas más y más, querido y admirado periodista de cabecera. Ser notario y testimonio del diálogo que reproduces (dudo si real o ficticio), de igual a igual, entre Dios y el Papa Francisco, no está al alcance dr cualquiera…, salvo que tenga los contactos que sin duda tú tienes. Salud.
¡Que bello Miguelito! Francisco retornó a su casa celestial, que lo estaba esperando. Siempre nos haces viajar al espacio con tus creaciones.
¡Felicitaciones Miguelito!, abrazos y Bendiciones por siempre
Hermoso lazo de amor en la recreacion del dialogo entre Dios y Francisco, que se vuelca a su mision en el mundo! Gracias ,Miguel, por esta valoracion !
Querido Miguel:
Enhorabuena por este precioso Encuentro y hermoso Diálogo entre Dios y un humilde y bondadoso Bergoglio, el Papa de los pobres, los marginados, los necesitados y los migrantes.
¡ Gracias por tu testimonio, Miguel !
¡ Feliz Pascua de Resurrección, Papa Francisco !
¡ Feliz Pascua dé Resurrección a todos !
Bello relato Miguelito! Gracias!
Maravilloso todo lo que has escrito sobre Dios y el Papa Francisco. Mil gracias
Gracias maestro Miguel, precioso tu valiente artículo 🙏
Excelente Miguel ,nos has transportado a la eternidad
Gracias ,gracias,
Gracias por tan hermosa despedida para Francisco, querido Miguel!!!
Siendo argentina me ha emocionado hasta las lágrimas el relato que has hecho, describiendo al Papa como lo que fue, alguien controvertido pero que no traicionó su esencia ni perdió su humildad.
Felicitaciones amigo!!! 🤗