VICENTE ARAGUAS. (12 de noviembre de 2024). Noche de Noviembre en la Francisco Umbral. Decir poesía en público (no leerla, simplemente, por momentos, interpretarla) es un acto de contrición previo al cierto estremecimiento que te subleva la sangre, que te alebresta las venas, que te convierte en el ave libre ya de la mano hecha cuenco del niño que la apresaba/ abrigaba. Vuelvo a decir que Poesía, así a lo grande, es libertad, es dejar que el pajarillo prisionero (el del “Romance del prisionero”, esa maravilla) se invierta ahora. Y es el hombre que yacía en la celda quien está fuera, aunque vamos a evitarle la muerte en manos del ballestero. Porque poetizar, liberar poemas al aire de la calle, no es sino dejar que la vida se dé la vuelta, se transforme, se metamorfosee. Y si el fruto se deja ver en el salón de una biblioteca, como la Francisco Umbral, de Majadahonda, y tal privilegio gocé la tarde-noche del 11 de noviembre (2024), la miel cae en las hojuelas, como el rumor de la oscuridad comenzaba a extenderse sobre la juventud, que descansa y bisbisea o –directamente- se hace proclama, en los cubos del exterior de la Umbral. (Leía a Francisco Umbral en aquellas pensiones de cuando los sesenta abrían la puerta de los setenta, parecidas en los armarios de luna desvencijados a las que él nos contaba. Lo sigo leyendo, en un sillón frailuno, ahora, y Leonard Cohen siempre de fondo, siempre al fondo de nuestras sombras hambrientas de libros, de más libros, por favor). Por eso qué bueno presentar aquello que, como el vaso de Alfred de Musset, pudiera ser pequeño. Pero es el tuyo. Y ocupa cuanto llevas escrito, en español, de 2010 a 2024.
En un deseo aislado, que viene a ser como si lo llevases, al deseo total, a una isla de dos, y nos veo, nos veo (porque hay cosas y cositas, ya se sabe). De manera que “El deseo aislado”, que ya había estado en la Feria del Libro de Madrid, en junio, vino ahora a Majadahonda, a la Umbral, en días durísimos para una porción de España, y estamos con ellos en ese sentimiento público, como decir poesía, pero amplificándola tan de la mano con la gente nuestra que está sufriendo tanto ahora. Valencia, con vosotros. Desde esta porción de tierra interior, con vosotros. Siempre. Y en la Umbral, con Belén al mando, gracias, gracias, saltaron las alarmas (poéticas). Y hubo un mensajero, un mediador, que se llama Federico Utrera, sin quien esto no hubiese tenido lugar. (Volví a la Francisco Umbral, tantos años después, aquella vez con César Antonio Molina y Ana Fernández Malllo, entonces entregada concejala de Cultura). Federico, quien me hace feliz en este baluarte liberal que se llama “Majadahonda Magazin”, donde respiro alegría.
Y me presentó el escritor/ profesor César Lucía, quien se arrancó por cante hondo con flecos de intrahistoria, dando más libertad aun al pajarillo que se ocultaba en la mano hecha cuenco del niño que fuimos, él y yo. Y con nosotros varios puntales, igualmente, de “Majadahonda Magazin”: Teresa Fernández Herrera, flamencóloga, experta en “soleares”, como las que yo desgrano, y a veces me desgarran, Emilio Pacheco, dramaturgo y columnista, de quien leí con cariño regocijado su reciente artículo sobre “La Flor del Día”, experto en Pedro I, “El Cruel” o “El Justiciero”, depende. Y el gran Eythór Yraola, un islandés-majariego, que viene de una vida tan diferente y rica como los anocheceres de la Majada, cuando las bibliotecas son lo que tienen que ser, espacios para la comunicación y el conocimiento. Y el ave aquella del “Romance del prisionero” vuela sobre los cubos del exterior. Y la muchachada se pliega y repliega. Algo así. Algo parecido a un “acabáramos”, Pero para seguir siendo. Y estando.
Una noche en el umbral de la magia de la poesía de Vicente, ese pórtico de entrada inagotable al que se accede cerrando los ojos y escuchando, dejándome estar con lo que me pasa al sentir que, poco a poco, cada palabra y cada verso son las herramientas con las que nuestro Papillon de las metáforas le va haciendo un butrón al infinito, y desde allí, horadando desde allí, y todos en la Umbral.
Cuanta gente culta y relevante, lamento mucho habérmelo perdido, pero me compraré el libro y lo disfrutaré como si estuviera allí. Enhorabuena a todos, que os sigo mucho en el Magazin, y en especial al autor.
Fue una velada intima, humana, donde un gallego transterrado a Majadahonda, nos abrió su mano para regalarnos una poesia que llegaba bien hondo, como las soleas. Y si hubiera leido algun poema en gallego habria caido sobre nosotros la llovizna verde que te quiero verde
Gracias a todos. A quienes estáis en estos comentarios. A quienes sois en el mundo plural majariego. O viniendo, como el lunes, de Las Rozas, Villalba, Madrid. Un abrazo grande, desde la admiración y el cariño.
Tenía muchas ganas de conocerte en directo, Vicente Araguas, ya tan conocido para mí a través del Magazin.
Nos conocimos en la mejor ocasión posible, compartiendo tu poesía, de la que me haré eco muy pronto.
Por las fotos veo que compartí asiento con Eythor sin saberlo, lo que me confirma en mi idea de constituir el grupo de escritores majariegos para acercarnos y compartir tantas cosas que llevamos dentro.
Noche mágica como son siempre las noches de poesía.
Siempre a tu disposición, Teresa. Un abrazo.