Adolfo Suárez, en la presentación del libro

Adolfo Suárez, en la presentación del libro

FEDERICO UTRERA. El ex presidente Adolfo Suárez y Olivia Bandrés, cuyos emotivos y certeros discursos transcribo aquí, presentaron en el Congreso de los Diputados hace algunos años uno de los libros editados por mí. Se trataba del volumen de Raimundo Castro “Juan María Bandrés: Memorias para la paz”. Su prólogo fue escrito por el escultor Eduardo Chillida, con quien pasé inolvidables tardes en San Sebastián, y tal vez fueran éstas las últimas líneas redactadas por el artista antes de morir. “¡Dios mío, que solos se quedan los muertos!” dice un irónico poema de Leopoldo María Panero y el parque recién estrenado en Majadahonda los ha traído a todos a mi memoria: el escultor falleció el 19 de agosto de 2002, Juan María Bandrés también murió el 28 de octubre de 2011 y Adolfo Suárez el 23 de marzo de 2014. A todos conocí y con todos ellos mantuve conversaciones sobre política y cultura, sobre la vida y la muerte, las demoduras y las dictablandas. La inauguración del parque en una ciudad donde viven varias víctimas del terrorismo de ETA es una buena excusa para recordarlas.


Juan María Bandrés, diputado de EE

Juan María Bandrés, diputado de EE

¿Qué pudo unir a Adolfo Suárez con un letrado y diputado tan cercano a aquella primera ETA? Al volver a San Sebastián, tras el servicio militar, Juan María Bandrés se instaló como abogado y defiende ante el recién creado Tribunal de Orden Público a 15 militantes de ETA acusados de propagada ilegal y actos todavía no violentos. En agosto de 1968 fue deportado por tres meses a Purchena (Almería) pero como abogado volvió a encargarse de la defensa de Jokin Gorostidi y Garmendia en el denominado «Proceso de Burgos» de 1970. Actuó de mediador en los secuestros de Felipe Huarte (1973) y Saturnino Orbegozo (1982) en los años de plomo de la banda terrorista. Y en 1994 dejó de ejercer como abogado para dedicarse a la defensa de los derechos humanos, siendo nombrado presidente de la Comisión Española de Ayuda al Refugiado (CEAR). Adolfo Suárez y Juan María Bandrés, desde su antagonismo político e ideológico, forjaron una amistad a prueba de bomba, si se me permite la expresión, y fueron los primeros que desactivaron la espoleta del terrorismo con sus arriesgados diálogos a contracorriente. Dejo aquí sus discursos que entonces tanto me conmovieron:


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Firmando el libro en el Congreso

Adolfo Suarez: Presidente del Gobierno 1977-1981: “La presentación del libro «Memorias para la Paz» de Juan María Bandrés, construido con delicadeza y brillantez, constituye para mí, y ustedes lo pueden suponer -y pienso que también para todos aquellos que conocemos a Juan Mari-, un acto entrañable por las relaciones de afecto que él ha sabido imprimir en todos nosotros, y la admiración sincera que profesamos a sus cualidades humanas. Son muchos los libros que hoy se escriben sobre los acontecimientos y avatares de la transición política española a la democracia, y las etapas que la precedieron y la sucedieron. A mi juicio, éste no es un libro de historia ni es un libro político, es la narración de la vida de un hombre, luchador permanente por las libertades, la democracia y los derechos humanos, que ya ha hecho historia pero por sí mismo. Junto a las actuaciones personales que relata y los hechos que describe, en los que tuvo una participación decisiva, en este libro, -tal y como ocurre en la misma política-, se desprenden también las convicciones y creencias que los fundamentan y los sentimientos que los impulsan. Y eso, en mi opinión, con ser muy importantes las actuaciones y los hechos, es lo más válido. Es la personalidad entera del autor la que se despliega a través de estas páginas y con ella toda la solidaridad y entrega a los demás que constituyen los ejes esenciales de su vida. En este libro descubrimos la existencia por entero de Juan María Bandrés, desde cual fue su entorno familiar, el impacto que le causó su estancia en el Colegio de los Sagrados Corazones, los estudios de Derecho, sus convicciones religiosas y su actitud moral ante la vida.

Bandrés_en_el-CongresoPronto se hicieron notorias sus actuaciones como abogado en defensa de las causas perdidas, como él mismo las califica, ante el Tribunal de Orden Público, cuya supresión fue una de las primeras tareas que yo emprendí como presidente del Gobierno español. Tambien destaca en este libro el papel que jugó en el Juicio de Burgos. Sus idas y venidas al Madrid de entonces, su visita al cementerio civil ante la tumba del presidente Nicolás Salmerón, que dimitió por no querer firmar una pena de muerte, constituyen a mi juicio las páginas más brillantes y conmovedoras de este volumen. Como tambien lo son las que relatan sus actuaciones en pro de las amnistías en los primeros tiempos de la democracia, su intervención en la elaboración del Estatuto de Guernika como diputado de Euskadiko Ezkerra y su defensa en el Congreso y más tarde su participación, verdadera autoría en todo caso, junto a Juan José Rosón, que era el ministro del Interior, en la reinserción de los componentes de ETA político militar, una de las obras más culminantes que para la pacificación de los espíritus se ha llevado a cabo en nuestro país desde la sensatez y la generosidad política.

48188850Debo confirmar, siquiera sea de pasada, todo cuanto Juan María dice sobre las entrevistas que mantuvo conmigo cuando entonces yo era presidente del Gobierno, y también significar la comunicación casi permanente que entre los dos creamos. Tengo que expresar mi más sincero agradecimiento a esas páginas. Él supo ver, en los puntos que se trataron, no solo lo que yo sentía y pensaba verdaderamente, sino también las dificultades que debía superar para transformar aquellas convicciones en decisiones políticas. Es muy difícil encontrar un político con perspectivas y pareceres inicialmente distintos a los míos, la comprensión e incluso el afecto que demuestran sus palabras. Esa comprensión, transformada en amistad entrañable y profunda, constituyó el fundamento de nuestra colaboración en la Comisión Española de Ayuda al Refugiado, que tantas tareas humanitarias y de solidaridad nos han deparado y que Bandrés atendía y llevaba a cabo directamente hasta que la enfermedad, de la que ya ha salido, impuso un paréntesis a su actividad.Y quiero terminar diciendo que nos encontramos ante un libro abierto al futuro, gracias a dios sin terminar. A Juan Mari Bandrés le queda, y yo lo deseo, mucha vida por delante, que puede ser también materia de otras tantas páginas. Desde esta convicción profunda, hago mío el deseo que expresa Eduardo Chillida en el prólogo de este libro: que Juan María luche ahora mismo por él lo que ha luchado hasta hace poco por los demás. En esa lucha, -estoy completamente convencido de ello- todos le acompañamos y le apoyamos.

Federico Utrera, en la presentación

Federico Utrera, en la presentación

Olivia Bandrés (hija de Juan Mari): “Me hubiese gustado hoy es no estar aquí, en esta mesa, para estar ahí con vosotros escuchando lo que se va a decir. Hubiese preferido que el protagonista del libro que hoy presentamos, pudiese contaros en primera persona cómo se hizo. Entre otras cosas porque también a mí me gustaría escuchar lo que él diría hoy sobre la oportunidad o no de este libro en este momento. Cuando Federico Utrera nos llamó, allá por el mes de mayo, proponiéndonos la publicación de aquellas conversaciones que mantuvieron en los años 80 Raimundo y mi padre, lo hizo de tal manera, con tanto cariño, con tanto entusiasmo, que de verdad fuimos incapaces de negarnos, aun sabiendo que mi padre no estaba en ese momento en condiciones de tomar esa decisión y que esas conversaciones se habían desarrollado hacía ya mucho tiempo, quizá demasiado. También es verdad que las tres personas (Federico, Raimundo y Juan Mari) en las que estábamos confiando un poco a ciegas (nosotros nunca habíamos escuchado las cintas) son gente de fiar. De Raimundo sabíamos que era amigo de mi padre y que era el periodista que él eligió para hacer un libro, de Federico no sabíamos nada pero es que no hace falta saber nada para fiarse de él, y de Juan Mari sabemos tanto que no nos daba miedo el tiempo transcurrido porque estábamos seguros de que en lo esencial ha sido y es siempre el mismo.

Presentación del libro en el Congreso

Presentación del libro en el Congreso

No quiero dejar de agradecer, en nombre de mi padre, y en el toda mi familia, el trabajo que han llevado cabo todas las personas de la editorial HMR que han puesto todo su corazón en este trabajo. No queremos olvidar el trabajo ímprobo que, supongo, supuso transcribir las cintas. Os puedo asegurar, porque las intenté escuchar, que ese ha sido un trabajo heroico que sólo se puede realizar con muchas ganas de que salga adelante. También queremos agradecer de todo corazón a Adolfo Suárez su presencia hoy y aquí. En mi casa todos sabemos lo que para mi padre significa Adolfo, me atrevería a decir que es, por encima de sus discrepancias ideológicas, el hombre político del que humanamente más cerca se ha sentido. Son amigos y Adolfo nos lo ha demostrado en los momentos más difíciles. No queremos olvidar a Eduardo Chillida, otro gran amigo de mi padre, que nos ha escrito un prólogo precioso y que es otro que sabe portarse como nadie en las situaciones complicadas. También queremos agradecer al Congreso de los Diputados, representado aquí por María Bernarda Barrios, que nos haya cedido esta casa, que fue durante muchos años un poco la de mi padre, para hacer la presentación de este libro. El Juan Mari que conocisteis, contra los peores pronósticos sanitarios, es hoy el mismo. Quizá los galenos sean más pesimistas que los amigos y la familia, pero lo cierto es que lleva un año rompiendo esquemas médicos y cargándose las estadísticas de los libros. Para alguien que basó toda su vida en la fuerza de la palabra es duro verse privado de ella, pero con su empeño y nuestra ayuda esperamos que sea él quien presente la segunda edición de este libro.

Fuentes:

El discurso de Olivia Bandrés

El discurso de Adolfo Suárez

Las reseñas en la prensa

La editorial que publicó el libro

 

Majadahonda Magazin