JULIA SÁEZ-ANGULO. A Pureza Canelo, poeta y directora de la Fundación Gerardo Diego, le pregunto qué definición de la poesía le convence más y ella responde: «Ninguna, todas son aproximaciones, con el paso del tiempo y la experiencia creadora todavía está más lejos definirla. Desde que empecé a escribir todo ha sido preguntarme en el propio texto qué es la poesía, hablando de tú a tú con ella en el ejercicio de creación refleja o metapoesía, y sigo haciéndolo. La poesía es la no definición, ella nombra pero no quiere ser nombrada». ¿Qué aporta la poesía española de la segunda mitad del XX, después de la llamada Edad de Plata? –Después de esa gran Edad las promociones siguientes han dado extraordinaria cosecha en la poesía española contemporánea: años 40, 50, 60 y hasta el 70, a partir de ahí la he seguido menos. Todas estas promociones bebieron del magisterio de Juan Ramón Jiménez que fue clave en la Generación del 27 y este grupo, a su vez, lo fue en las sucesivas a modo de una retroalimentación fecunda.


Julia Sáenz-Angulo

¿Qué lugar ocupa la poesía de Gerardo Diego en ese periodo? –Maestro tanto de la vanguardia como de la poesía clásica porque él seguía publicando obra de creación hasta los años 80. Fue el nexo con los poetas exiliados del 27 y otros autores españoles. Atento con todas las promociones nacientes en su programa de Radio Nacional del Panorama Poético Español durante 40 años, así como en sus conferencias y la crítica que ejercía en torno a la poesía de calidad que se estaba haciendo. Diego fue durante más de medio siglo el gran faro en mar abierto. ¿Qué le parece la trayectoria del Premio Cervantes a la hora de otorgar el galardón? –La verdad es que no sigo la trayectoria de este galardón, es difícil elegir entre los grandes escritores hispanos de diferentes nacionalidades y géneros.

¿Hacia donde están derivando los nuevos premios Adonais? –Hace años que dejé de ser Jurado permanente del premio, no sigo ya su devenir. Me fui cuando se iban yendo poco a poco los de la vieja guardia: Claudio Rodríguez, Rafael Morales, Luis Jiménez Martos, precisamente cuando dejó de ser el prestigioso galardón de referencia que descubría voces nuevas para la poesía española, porque no solo era la edición del premio y los accésit, casi más importante era la Colección Adonais con un número abultado de publicaciones al año: libros inéditos de poetas consagrados y jóvenes, antologías de poesía española y extranjera, traducciones de los grandes poetas universales y otros vivos, etcétera. Fui la segunda mujer que ganó el Adonais a los 23 años, en 1970, con el libro Lugar común, antes solo había sido otra mujer, María Elvira Lacaci en 1956.

¿Qué tipo de investigadores se acercan a la Fundación Gerardo Diego y por qué? –Los doctorandos y otros estudiosos que trabajan en la poesía española del siglo XX, y los investigadores en torno a la vanguardia histórica. La Biblioteca personal de Gerardo Diego, que es la médula de la Fundación que lleva su nombre, está especializada en poesía, así como en arte y música. Es singularmente rica en libros y revistas de las vanguardias históricas españolas, latinoamericanas y europeas, de la Edad de Plata y la Generación del 27, de la posguerra y el exilio español. ¿Su trabajo de gestora cultural como directora de la FDG le resta tiempo para escribir? –He tratado de compaginarlo, creo que era José Hierro quien decía que el ocio no es creativo. Ha habido períodos donde la escritura no la hacía sobre el papel sino desde la experiencia de vida que se iba acumulando para después verterla en universo poético, tanto fue así que consciente de esa realidad titulé uno de mis libros No escribir. He ido publicando pautadamente, sin prisa, persiguiendo una organicidad sostenida y fiel a una poética de vocación y pasión. ¿Cómo se manifiesta su relación cultural con su tierra de Extremadura donde es académica? –Extremadura es mi patria porque es la infancia, adolescencia, madurez, todo. Mi relación es extraordinaria con las instituciones públicas y privadas, con los escritores, toda mi poesía está vinculada a lo telúrico, a sus paisajes y a la naturaleza potente y variada, concretamente tengo un libro titulado «Oeste» que es una lectura de la ruralidad desde el siglo XXI, lo contrario al neocostumbrismo. Estoy muy agradecida de cómo me reciben allí, de su respeto hacia mi obra poética, así que es la pescadilla que se muerde la cola, amo a mi tierra y mi testamento lírico va para ellos.

Me consta su conocimiento de la pintura contemporánea, por su hermano el pintor Luis Canelo. ¿No ha pensado una en hacer una carpeta conjunta de dibujos o grabados con su poesía? –Sí, antes de dedicarme a la poesía mis aficiones eran el cine y la pintura. Después con mis reflexiones de vida ante el mundo me decanté por la poesía. El pintor Canelo me ha hecho dibujos que se han publicado en algunos de mis libros. Ahora está en marcha una sorpresa, he seleccionado dibujos y pinturas que hice en mi adolescencia y saldrán publicados junto a textos poéticos dedicados a aquella época, será un libro virgen, libre y sentimental. ¿Cuáles son sus amistades literarias? Hábleme de ellas. –Verdaderos amigos en el mundo de la literatura tengo muy pocos, pero sí admiro a poetas y escritores que sigo leyendo y me dan gran compañía. ¿Qué proyecto poético personal se trae entre manos? –Tengo en marcha un libro inédito, más al que me referí antes y una auto antología sobre poesía y naturaleza. ¿Qué tres libros de poesía, aparte de los suyos, recomendaría a los lectores de esta entrevista? –Más que libros recomendaría tres poetas: Juan Ramón Jiménez, Federico García Lorca y Luis Cernuda. ¿Acaricia la idea de ser miembro de la RAE? –Para nada, jamás he pensado en eso.

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