MARIANA BENITO. “La procesión discurre con la normal alegría del día litúrgico que se celebra. Al llegar las mujeres, dejan caer al Judas y cunde el alboroto. La escena se repite en otros lugares por los que ha de pasar la procesión. Para ello han de darse prisa quienes se encarguen de colgar y hacer bambolear el «pelele» de paja. Terminada la procesión, se procedía a la quema del Judas. Con gran regocijo se trasladaba el muñeco de paja a la plaza del Juego de Bolos. Se han congregado todos los vecinos. Nadie se perdía el acto. Un carro hace de púlpito y el más gracioso del pueblo, de improvisado predicador. Comienza con solemnidad ritual el sermón: “Por la señal se conoce al animal. Por la cruz de los calzones se conoce a los maricones”. Sigue la sarta de versos grotescos, de humor grueso y sal gorda, que provoca las carcajadas de los concurrentes. No faltan consejos de tipo moral y de mentalidad machista: El hombre por tener paz, pierde su derecho y autoridad. La mujer, por dar guerra, tiesa que tiesa como una perra”. Con estas alusiones homófobas y machistas, parafrasea el estudioso Jaime L. Valdivielso Arce lo que ocurría en la “Quema de Judas”, una tradición que pervive en Majadahonda pero a la que se ha desprovisto de “discurso” discriminador, dejándola meramente en la quema de un muñeco. Valdivielso cita al antropólogo Caro Baroja y cree que el deporte ha sustituido estos desahogos porque la política ya no enciende pasiones.
UNA TRADICION DEL SIGLO XV. “Acabado el sermón se quemará el Judas y, destruido el mal que ha habido durante el año en la convivencia vecinal, se vivirá un acto de auténtica reconciliación. La quema del Judas encaja perfectamente en el sentido litúrgico del día. Será la muerte del hombre viejo, a través de la reconciliación para resucitar a un hombre nuevo… De muy antiguo viene la costumbre de este tipo de sermones. Desde luego existía ya antes de 1473, año en el que el Concilio de Aranda prohibe que «Mientras los oficios divinos se ejecuten comedias, mojigangas e igualmente que hagan bullanga y se reciten versos torpes y discursos burlescos».
LA COSTUMBRE DE DAR DISCURSOS EN VERSO COMO SI FUERA UN PREDICADOR. “Es más que probable que este discurso se pronunciase originariamente en el templo, saliendo posteriormente a la plaza por las continuas prohibiciones sinodales. No disminuyó su importancia en la vida del pueblo. El predicador recogía datos de la vida cotidiana e iba componiendo sus versos durante todo el año. Lo hacía con gran reserva; para quitar que alguien leyese sus escritos antes del día señalado, utilizaba la artimaña de escribir de tal forma que sólo se pudiese leer con un espejo. De la importancia que el pueblo otorga a este acto nos habla lo acaecido un año en el que el orador subió al estrado y, ante la indignación popular únicamente dijo:
“UN BOBO ENGAÑA A CIENTO / SI LE DAN LUGAR Y TIEMPO”. Hubo de encerrarse en su casa y permanecer varios días escondido. Un pueblo que en la quema de Judas está dispuesto a perdonar todo, parece que no perdonaba tal burla. Con la quema de Judas finalizaba una serie de actos carnavalescos que la incomprensión de muchos hizo desaparecer». Y cita un párrafo de Julio Caro Baroja: «Existe una relación clara del Carnaval con la Cuaresma. Al ser el Catolicismo antiguo una fuerza social tanto como espiritual, semejante asociación de actos antitéticos como son los carnavales y los cuaresmales, tenía un significado profundo en la vida de los pueblos y de los individuos. Pero en el momento en que la unidad católica se deshace, en que los mismos católicos ajustan más su conducta a la inteligencia que al corazón, la imaginación o los sentidos, no sólo el Carnaval, sino todas las demás viejas fiestas tienden a desaparecer, a morir. Queda de un lado la liturgia pura; del otro, el mundo laico o laicización, con su interminable calendario de fiestas tristes, políticas o concejiles, jerarquizadas, que no dejan pie a la fantasía ni a la libertad…”
«LAICIZACIÓN MODERNA Y NO MENOS ESTÚPIDA». “El ciudadano, en general, cultiva sus pasiones mediante el periódico deportivo, porque acaso otras fuentes de emoción colectiva tales como votaciones, elecciones, mítines, huelgas, etc., le están vedadas o le interesan menos que al hombre de hace unos años. Sí, vivimos en un mundo en que las viejas turbulencias, las proyecciones de la conciencia hacia el exterior, lleno de misterios, nos están prohibidas, vedadas por la acción de la educación… Pero acaso estamos pasando de un tipo de barbarie a otro sin darnos cuenta, o sin saber cómo eludir la superstición vieja y a veces estúpida y la laicización moderna y no menos estúpida. Porque no está probado que una bronca en un campo de fútbol sea más digna de respeto que una algarada de máscaras o una violencia de las enumeradas. Queda claro a lo largo de este recorrido el arraigo que tuvo en los pueblos grandes y pequeños e incluso en la ciudad esta costumbre conocida como la Función del Judas, desde la representación aparatosa y complicada hasta la más sencilla y escueta, así como también se ha podido considerar el fin jocoso y burlesco de estas fiestas, unido a su sentido pedagógico popular. Sin embargo es ésta una de las muchas costumbres que ha desaparecido de nuestros pueblos y ciudades y que aunque sea de una manera muy simplificada y reducida a sus mínimos elementos, desearíamos ver restaurada, vivificada y renovada”, concluye el autor. LEA EL ARTÍCULO COMPLETO EN EL CENTRO VIRTUAL CERVANTES PINCHANDO AQUI.
Un aplauso a la investigación histórica del gran antropólogo Julio Caro Baroja, que creo es familia de Pío Baroja. Enhorabuena también a MJD Magazin por la cobertura, la guardo en mi archivo de artículos memorables sobre tradiciones populares y Majadahonda
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