"Quesos Amalia" de Ourense agradece a sus clientes de Majadahonda que sean los primeros que le compren por internet

María del Carmen Vidal (Ourense). Foto: ©Óscar Pinal

LIDIA GARCIA. «Maricarmen Vidal, de Quesos Amalia, en la Plaza de Abastos, da cuenta de la afectación del cierre de la hostelería y del límite de movilidad: «La gente de los pueblos no puede venir y no vendemos a bares y restaurantes, así que … no sabes qué comprar, porque el producto es perecedero». A pesar de las dificultades, Vidal reconoce que desde el inicio de la pandemia han potenciado el servicio a domicilio, tanto en la ciudad como a otros lugares del país, a través de su página web. «Antes no hacíamos envíos y ahora enviamos paquetes a otras zonas de España. Este martes 26 de enero (2021) estamos preparando dos envíos para Málaga y Majadahonda. Nuestros clientes normalmente venían y hacían las compras, pero como ahora no se puede…», apunta Vidal, que cruza los dedos para que esta situación termine «cuanto antes». El diario gallego La Región relata así la forzosa reconversión que está realizando esta pequeña quesería gallega. Y como un cliente de Majadahonda ha sido pionero y le ha ayudado al menos a iniciar una nueva vía de negocio gracias a la economía digital e internet.


Quesos Amalia

Los periodistas definen así la situación en Galicia: «La hostelería vuelve a ser la más golpeada, aunque esta vez va de la mano de los gimnasios, obligados a cerrar sus puertas. El comercio «no esencial» cerrará a las 18.00 horas. Afloran las dudas, comer, beber y fumar, o en casa o en el trabajo, pero no en la calle. La hostelería vuelve, desde hoy, a ver reducido a la mínima expresión su margen de maniobra a niveles mucho más reducidos que en otras ocasiones. Ya no les queda casi ni el take-away, al recoger la norma de la Xunta que las bebidas y comida que se coja para llevar solo podría ser consumida «en domicilio» o bien parados y alejados de cualquier lugar donde pueda haber otras personas, nunca en movimiento. La confusión entre los hosteleros locales en la jornada de ayer era manifiesta. Todo eran rumores, el Diario Oficial de Galicia no publicaba la orden y los nervios estaban a flor de pie».

«El problema no es dictar normas, sino que ni siquiera se vigilan», lamenta Roberto González, un hostelero. «Están apelando a la responsabilidad, para eso que nos confinen en casa de una vez». En la Plaza de Abastos, en el bar no sabían si podría o no abrir de acuerdo a estas normas, en el Polígono de San Cibrao, en un hotel ni siquiera tenían claro a última hora de la noche si lo suyo, al estar en zona industrial, contaría como área de servicio o no. Todo eran dudas». Y resume así la situación: «Los gimnasios, indignados. El comercio, resignado. El resto, rendido. Hostelería y restauración: «El negocio se queda en una minibarra y una moto, nada más«.

Majadahonda Magazin