Rafael Buhigas apuesta por concienciar a la sociedad de Majadahonda sobre la comunidad gitana

ELENA MARTICORENA. En la tercera y última parte de la entrevista concedida a Majadahonda Magazin, el historiador Rafael Buhigas habla de la falta interés por ofrecer formación e información sobre la población gitana a nivel municipal. Por ello invita a todas las personas, sean o no vecinos de Majadahonda, a que lean esta entrevista para que sean conscientes de si tienen o no prejuicios sobre esta minoría étnica. También propone que sigan el consejo del sacerdote jesuita, José Antonio Ferrer Benimeli, que en 1965 afirmaba: «Es un problema de vergüenza para nosotros los católicos que no hemos tenido aún la fuerza del amor para asimilar a nuestra familia, esta porción de hermanos nuestros, todavía separados por una incomprensible e indigna discriminación racial”. Por eso la primera pregunta es obligada: ¿Has realizado alguna actividad en el entorno de Majadahonda para concienciar sobre la normalización de la etnia gitana? –Lo intenté en el pasado pero sin éxito. No habido interés por realizar ninguna actividad en Majadahonda que pudiera ayudar a rebajar las tensiones y/o estereotipos en un pueblo que semanalmente reúne a numerosas familias gitanas que trabajan el mercadillo. También ayudaría a alcanzar mayores cotas de inclusión en los centros escolares. En este sentido, la única colaboración que he realizado en Majadahonda fue con el propio instituto donde yo estudié. En el IES Leonardo Da Vinci impartí voluntariamente varios ciclos de historia de los gitanos en la ESO, y fue una experiencia muy satisfactoria porque en algunas clases ayudó a favorecer el diálogo entre alumnos gitanos y no gitanos. Muchos alumnos descubrieron que algunos de sus compañeros eran gitanos y empatizaron con la historia de persecución que estas comunidades arrastran desde hace siglos.


Elena Marticorena

¿Hay una gran presencia de la comunidad gitana en el municipio?  Debido a esas narrativas mal construidas, se acostumbra a medir los barrios o municipios con “presencia gitana” o “inmigrante”. Ante ello deberíamos preguntarnos: ¿Qué es una «gran presencia»?, ¿qué los gitanos sean identificables bajo la idea de lo que es un “gitano” o por el número de personas que se autodenominan como miembros de la comunidad gitana? Dicho esto, en Majadahonda hay muchas familias gitanas, como en todos los sitios. Aunque la tendencia que yo he notado es a no significarse por miedo al rechazo. Una conducta lógica si tenemos en cuenta que en el pasado se han hecho comentarios muy desafortunados desde el Ayuntamiento. Además, en el pasado existieron fuertes problemas de racismo materializado en grupos neonazis que acabaron con la vida de Hassan El Yahahaqui, de 25 años, en los años noventa, y que después han resurgido esporádicamente.


Alba Ferreruela y J.A Jiménez, en la Facultad de Educación y Trabajo Social de la Universidad de Valladolid (Diario ABC)

¿Cómo ves el trato de las minorías en Majadahonda? –Más allá de los mapas de la distribución de la riqueza en la capital, Majadahonda es un municipio muy diverso con una gran afluencia de inmigrantes, y en todo caso habría que analizar cuál es la distribución sociodemográfica prestando atención especial a la cuestión étnica. Muy probablemente el trato desde el gobierno municipal no es el mismo que el de las autoridades, y tampoco es igual al de los vecinos que en su cotidianeidad se relacionan de forma diferencial con otros vecinos. Depende a quien preguntes saldrá una opinión u otra. Hay cosas que muchos jóvenes nos preguntamos en su momento: ¿era una casualidad que los sitios (normalmente plazas y pistas) que se reformaban estaban casi siempre ocupadas por marroquíes, gitanos y latinos? La propia dinámica de lo urbano y ese “derecho a la ciudad” que argüían ciertos teóricos devolvió las plazas a quienes las ocupaban inicialmente, se reapropiaron de ellas.

¿Cual sería tu balance ahora? –Un vistazo al “campo” con ojos de antropólogo deja ver que las miradas de desencanto siguen circulando.  Por eso decía que para responder a este tipo de preguntas deberíamos investigar hasta dónde llega el diálogo intercultural y cuáles son las impresiones entre vecinos del municipio. Un análisis desde abajo y no tanto prestar atención a qué dice cada partido del Ayuntamiento. Mi opinión en particular, como vecino de Majadahonda durante 24 años, donde he sido muchas veces el único español nativo de mi grupo de amigos, es que habría que estudiar por qué cuando en verano se acude a la piscina municipal siempre hay problemas con marroquíes a la entrada sin motivo, o que muchas familias pongan música pero se llame la atención sólo a los gitanos. Lo mismo pasa en comercios del municipio, donde los vigilantes de seguridad te siguen por tu perfil étnico. La mala conducta de una persona, sea quien sea, no puede ser un determinante para dar rienda suelta a la discriminación.

Majadahonda Magazin