JOSÉ Mª ROJAS CABAÑEROS. Este lunes 28 de septiembre, el canal 1 de RTVE continúa la programación del segundo capítulo de la serie “HIT”, seguida del debate «Quien Educa a Quien» (QEQ) sobre los problemas de la enseñanza en los institutos. La serie tiene gancho y la tertulia posterior nos retrotrae al mítico programa de los ochenta, “La Clave” de José Luis Balbín (inspirado en el programa «Les dossiers de l´écran» de la televisión francesa Antenne 2). La idea de la tertulia es muy interesante y con gran potencial, pese a los pequeños defectos que el tiempo mejorará -especialmente si prescinde de tanto tertuliano políticamente correcto e invita a pensadores con cierta profundidad-, siendo muy atractivos los videos de testimonios. Espero que el desarrollo se mantenga, pues permitirá demostrar que el intelecto no está reñido con la capacidad de entretener.

Otro aspecto es el objeto de discusión que plantea «Quien Educa a Quien«: la calidad de la educación de nuestros jóvenes. España lleva ocupando desde hace tiempo los últimos puestos, entre los países de la OCDE, en el Informe PISA (Programme for International Student Assessment) que mide el rendimiento académico de los alumnos en matemáticas, ciencia y lectura. La intención de PISA no es evaluar al alumno, sino al sistema en el que está siendo educado y proporcionar datos comparables que permitan a los países mejorar sus políticas de educación y sus resultados (aunque en España parece que no ha servido). Asimismo, muchos economistas consideran que la crisis de 2008 tiene su origen en los defectos del sistema educativo, algo que no ha solucionado (quizá ha empeorado) la sucesión de leyes educativas -a razón de una distinta por cada cambio de color del ejecutivo-, ni el traspaso de competencias a las Comunidades Autónomas.

Es difícil sintetizar en un artículo las causas y soluciones relativas a los problemas de la educación en nuestro país que plantea la serie “HIT” (TVE1), seguida del debate «Quien Educa a Quien» (QEQ), pero haré un intento. Lo primero que llama la atención es que no se pueda conseguir un gran “Pacto por la Educación”, probablemente porque pactar significa ceder y muchas fuerzas políticas son incapaces de hacerlo, pues lo consideran un núcleo central de la llamada “guerra cultural” y la discusión abandona los aspectos técnicos por el sectarismo ideológico. En concreto:

a) Parte de la izquierda sigue en los errores conceptuales de “la tabla rasa” (una confusa interpretación de los principios de Locke) y de las ideas buenistas del “buen salvaje” de Rousseau, esto último magistralmente explicado por Andrés Laiz Presa en su artículo para la APDL sobre el principio pedagógico de la “comprensividad” que se instaura en España desde la reforma de Maravall en los años 80. Ambas ideas falsas son los motores de la ingeniería social que propugnan algunos pseudoprogresistas, junto al intento de limitar la enseñanza pública y concertada.

b) Igualmente “la tabla rasa” y “el buen salvaje” son la coartada de muchas políticas del nacionalismo identitario. Las trasferencias de competencias a las CCAA tienen un objetivo descentralizador y eso es positivo, pero tanto en Sanidad, como en Educación, los resultados son muy cuestionables pues se ha incrementado la desigualdad entre ciudadanos según los territorios, vulnerando en muchos casos los derechos civiles. En Educación el problema ha sido tanto por la implantación de la inmersión lingüística en las llamadas Comunidades Históricas (en contra de los principios reconocidos en la ONU de la enseñanza en lengua materna) y su uso como arma de diferenciación/desarrollo nacionalista, junto con unos temarios de Historia que se contradicen entre CCAA e incrementan el victimismo y la proliferación mítica de falsos agravios. Resulta significativo que cuando en Europa, tanto Alemania como Francia han llegado a pactar una enseñanza de la Historia similar (huyendo de los errores que propiciaron dos guerras mundiales), aquí hagamos exactamente lo contrario. Por otro lado, los diferentes Informes PISA desmienten algún prejuicio: por ejemplo, la Comunidad de Castilla y León lleva obteniendo los mejores resultados entre CCAA, pese al gobierno del denostado PP.

c) No obstante el ejemplo de Castilla y León, la derecha en general ha centrado todos sus esfuerzos en la gestión económica, quedando la Educación (y la Investigación) en algo marginal. Siguen sin comprender que lo presupuestado en esas partidas no es gasto, sino inversión para el avance social y económico de España. Además, los complejos de la derecha española (y su desdén a todo lo que huela a intelectual) y su poca ejemplaridad les lleva a no entrar en la batalla cultural (salvo honrosas excepciones) y cuando lo hace, caso de Vox, parte de enfoques acientíficos trufados de religiosidad asumiendo otro error
conceptual: “el dogma del fantasma en la máquina”, como lo definieron críticamente el filósofo Gilbert Ryle y el psicólogo experimental Steven Pinker, sobre la separación cuerpo y mente.

¿Quién Educa a Quién? La situación actual es que la educación parece no importar, ni a padres, ni a gobiernos, tal vez por un ciclo vicioso de origen. La mayoría de los padres delegan la formación en las escuelas e institutos, sin entender que los valores cívicos de disciplina, orden, esfuerzo y respeto son responsabilidad familiar, donde los hijos los asumen por el ejemplo. Simplemente descargan a los hijos en el “aparcamiento” escolar y luego universitario, con la ansiedad de la “titulitis”, sin atender a las capacidades reales. Los gobiernos temen el descontento del mal llamado “fracaso escolar” (cuando lo grave es el fracaso personal/profesional) y relajan -al límite infinitesimal- las exigencias de capacitación, aumentando el tiempo de enseñanza escolar/universitaria/posgrado y retrasando la incorporación al mercado de trabajo para rebajar las estadísticas del paro, aparte de buscar votantes acríticos. El resultado es que estamos a los umbrales de una generación cuyos objetivos sean vivir de los padres, hasta que puedan vivir de los hijos. Mañana: “HIT y las 7 soluciones de un nuevo “Pacto por la Educación” técnico y no ideológico» (y II).